AMILPA TRUJILLO, Fernando, Fidel Velázquez: mi amigo Amilpa, México, Talleres Gráficos de Cultura, 1991, Colección Testimonios Contemporáneos, 409 pp.

En esta obra Fernando Amilpa Trujillo, hijo del extinto líder Fernando Amilpa Rivera, expone por primera vez, ante la opinión pública, datos hasta ahora desconocidos en la vida y obra de este importante líder mexicano. Fue miembro fundador de la CTM, con Vicente Lombardo Toledano y el grupo, históricamente famoso, de los "Cinco Lobitos", quienes integraron el primer Comité Directivo en la ya histórica sesión del 24 de febrero de 1936, en la cual se declaró fundada y establecida la CTM. Fernando Amilpa y Fidel Velázquez fueron sin duda los más distinguidos, sin menosprecio a los méritos y virtudes de los otros, a los que también la historia del movimiento obrero en nuestro país, les reserva un lugar especial.

Esta obra se divide en dos partes, ambas de contenido amplio e ilustradas con fotografías evocadoras de la época, recreativas de un pasado humano en el que Fernando Amilpa fue importante protagonista en la vida del movimiento obrero.

Amilpa era originario del estado de Morelos; nació en la ciudad de Jojutla de Juárez, un lunes 30 de mayo de 1898; fue el primogénito y único hijo varón de Cayetano Amilpa y Dolores Rivera. A temprana edad se mudó a la capital con su familia, después de una breve estancia en la ciudad de Puebla. Fernando Amilpa constituye una excepción entre los principales líderes del movimiento obrero mexicano. Fue lector infatigable, amante de la vida libre, en el retiro de su hogar tocaba al piano obras de los clásicos, y alguna otra producción suya. Pero además, en palabras textuales el doctor Alberto Trueba Urbina, quien tuvo trato personal con Amilpa, nos relata:

...en el curso de más de una década, pude comprobar que Amilpa era un legítimo autodidacta. Yo recuerdo -dice Trueba Urbina- que en muchas ocasiones Amilpa hacia exposiciones históricas verdaderamente acertadas; hablaba de la obra de Justo Sierra; y conocía a los mejores historiadores de México, tenía un espíritu sutil y refinado. Saboreaba las notas musicales y en más de una ocasión yo escuché palabras que quizá me dejaron asombrado, no de crítica, sino de explicaciones de lo que era la Novena Sinfonía de Beethoven. El camarada Amilpa hablaba de Rubens, conocía a los pintores; conocía también la pintura de México, sentía admiración por Orozco, y la comentaba.

Puede decirse que fue un hombre que supo conjugar de manera inigualable la realidad con el arte.

Amilpa inició su participación en el movimiento obrero en 1921, junto con Fidel Velázquez y Jesús Yaurén; después habrían de constituir la Federación de Sindicatos del Distrito Federal. Muchos datos destacan en las actuaciones de Amilpa, en favor del movimiento obrero y del sindicalismo en México. En los años veinte ingresó como chofer al Servicio de Limpia de la Ciudad de México, y el 12 de diciembre de 1920, constituyó con Jesús Yaurén, Antonio Pérez Parrilla, Rafael Cárdenas y otros, el Sindicato de Limpia y Transportes de la Ciudad de México. Conoció a Fidel Velázquez, en la CROM, en el año de 1924. Posteriormente, Amilpa trabajó como chofer en la línea de transportes urbanos "Niño Perdido", en la que permaneció poco tiempo, por el continuo hostigamiento por parte de las autoridades del Distrito Federal. Después pasó a la ruta de transportes urbanos "Lomas de Chapultepec". Quintero, Yaurén y él formaron parte de esa línea, y puede decirse que fueron los pioneros de la organización de los choferes de las líneas de pasajeros del Distrito Federal. En el año de 1937, en el mes de agosto, Amilpa fue electo diputado por la XXXVII Legislatura del Congreso de la Unión, por el VII Distrito Electoral.

En la segunda parte de esta obra, el autor analiza las actuaciones de Amilpa en la Cámara de Diputados, entre las que sobresalen la expedición del Estatuto que hoy protege a los servidores del Estado, la reforma de la Ley de Sociedades Mercantiles y la reforma a la fracción XXI del artículo 123 de la Constitución, a efecto de acabar de una buena vez con la jurisprudencia de la Suprema Corte que les negaba derechos a los campesinos. En mayo de 1939 Fernando Amilpa fue designado delegado obrero a la Conferencia Internacional del Trabajo en Ginebra.

Durante su amplia trayectoria en las filas del movimiento obrero, Amilpa es recordado como un luchador infatigable, intransigente en favor de las mejores causas de los trabajadores, a los cuales representó y sirvió con dignidad y acierto hasta los últimos días de su vida. Murió el 18 de enero de 1952, víctima de un tumor en el cerebro. Su agonía duro más de un año, pero conservó la conciencia hasta el final, lo que hizo todavía más doloroso, amargo y triste su final. En su honor, el auditorio de la CTM merecidamente lleva su nombre.

Finalmente, cabe agregar que esta obra ocupa un espacio de carácter histórico y biográfico importante, y nos sirve para ilustrar y comprender mejor aspectos poco difundidos de uno de los forjadores del sindicalismo en México.

José Manuel LASTRA LASTRA