RABASA GAMBOA, Emilio, ¿Por qué la democracia?, México, UNAM, 1993, 123 pp.

El libro de Emilio Rabasa Gamboa analiza la oleada democrática que ocurre en distintos países entre 1974 y 1990. Son una treintena de países de Europa del Sur, de Latinoamérica, Asia, Europa del Este y África que han optado en poco más de tres lustros por este modelo esencial de la vida y de la organización política de sus sociedades. Esto, cuando los pronósticos que formulaban algunos científicos sociales, a mediados de los años setenta diagnosticaban un escenario distinto: el reino de las sociedades antidemocráticas. La Unión Soviética y su bloque político estaba lejos del colapso irremediable; prevalecían en América Latina las dictaduras militares y ciertos problemas y fenómenos en todo el mundo como el terrorismo, los movimientos secesionistas, la manipulación de los medios de comunicación que convidaban incluso a países de larga tradición democrática a implantar regímenes de excepción.

El vuelco histórico del fin de la guerra fría dejó como triunfadora a una sola de las potencias contendientes, lo que ha favorecido la promoción y propagación de su modelo político. En América Latina, la defensa de los derechos humanos y la emergencia de una activa sociedad civil inauguraron la senda del retorno a la democracia. El proceso ha sido significativo por más de una razón: ha acontecido en medio de agudas crisis económicas y de una preocupante pauperización social. A diferencia de lo que ocurrió en Alemania y en Italia en los años treintas, la opción fue por la democracia y no por soluciones autoritarias de corte fascista. Observamos también que en la Unión Soviética y en los países de la Europa Oriental, el péndulo se desplazó violentamente del extremo autoritario al aprendizaje social de la democracia.

Claro que no pueden echarse a vuelo las campanas con despreocupación. Persisten problemas como el terrorismo, los movimientos secesionistas, la unidimensión de los medios de comunicación, los golpes de Estado en potencia, y brotes de fascismo y nazismo, no solamente en grupos callejeros, que no dejan de organizarse, sino en tendencias políticas militantes. Ello se apreció en Rusia, en las elecciones del 12 de diciembre de 1993, y poco antes, en Polonia, en donde ganó las elecciones una coalición que le dio el triunfo al "neocomunismo", lo que plantea paradojas asombrosas, el eventual retorno de los comunistas al poder por el camino del libre juego democrático.

En América Latina, la situación oculta pesadas cargas de dinamita social que pueden violentar a los sistemas: la pauperización de grandes sectores de la población le jala el tapete a la ilusión de la democracia, los ejércitos que comandaron a los gobiernos de la represión, si bien no se aprecia, en términos generales, que estén deseosos de volver a la primera fila de las decisiones políticas, son poderes paralelos a los gobiernos civiles; la guerrilla asola a varios de los países de la región. Los procesos de negociación y reconciliación nacional donde ha habido guerra civil se traban y sufren retrocesos. En fin, un diagnóstico sobre la situación, arroja conclusiones ambivalentes, esperanzadoras y preocupantes a la vez, y nos ilustra sobre la dimensión enorme de éste campo de estudio. Vale entonces, especialmente, la cita de Alexis de Tocqueville que inspira el trabajo de Rabasa Gamboa. "La democracia es como la marea que sube; retrocede sólo para regresar con mayor fuerza, y pronto uno se da cuenta que al cabo de todas sus fluctuaciones sigue ganando terreno". Por que lo importante de ese avance es la siembra poderosa en las conciencias y su enraizamiento en la conducta social. Más como metáfora, que como aserto científico, evoco el intento de golpe militar de 1991 en la entonces Unión Soviética contra Gorvachov. La intentona no prosperó por que hubo una sociedad civil que salió a las calles, por que fue más potente el pecho de los hombres que defendían su libertad que una columna de tanques.

El autor marca el contraste del periodo que estudia con respecto a etapas previas en las que se dio una aceleración hacia la democracia y define los rasgos y las circunstancias que alentaron el cambio político. Sostiene, por ejemplo, que en los setenta y los ochenta no fue el antagonismo entre Este y Oeste sino la transformación de los patrones de rivalidad entre las dos superpotencias lo que favoreció el movimiento democratizador. Resulta de interés el análisis del periodo de la Guerra Fría que presenta, hablando de una primera y una segunda guerras frías. Si bien el modelo de organización política responde a condiciones internas, el marco internacional no se puede desconocer como un ingrediente determinante de los desenlaces; en este caso, de las transiciones a la democracia. En éste orden de ideas plantea la definición de las transiciones a la democracia con arreglo al esquema de Dankwart A. Rustow y que constituye toda una categoría nueva de estudio de la ciencia política, entendidas las transiciones como procesos políticos cuyo punto de partida son regímenes autoritarios y su destino los modelos de convivencia democrática.

Al final de su libro, y en consecuencia con los clásicos, el autor hace una pregunta ¿Por qué la democracia? Esto es, ¿por qué, independientemente de que sea un proyecto político triunfante en el mundo, es la opción valedera para la vida social? Comparte con el lector su intento de respuesta: "Porque después de todo, la democracia, cuyo fundamento es el instinto primario de la mujer y el hombre por la libertad, ha sido y será el viaje interminable de ambos por una búsqueda sin fin. Entiendo el mensaje, en el sentido de que la búsqueda íntima de cada ser, corresponde con una búsqueda colectiva en la que la igualdad y la libertad nos definen y nos dan trascendencia.

Ricardo MÉNDEZ SILVA