OROPEZA GARCÍA, Héctor Arturo, México-Mercosur: un nuevo diálogo para la integración, México, UNAM-Centro Argentino para las Relaciones Internacionales, 2002, 391 pp.

El doctor Arturo Oropeza García ha vivido en la región del Mercosur re-presentando a instituciones diplomáticas y económicas del gobierno mexicano; experiencia que se manifiesta ampliamente en la obra que en esta oportunidad nos presenta: México-Mercosur: un nuevo diálogo para la integración, la cual constituye, sin duda, un texto actual, completo y oportuno para el mundo académico latinoamericano.

Desde la autorización congresional en Estados Unidos de América, para que el presidente George W. Bush negocie tratados comerciales, la concreción de una Zona de Libre Comercio de las Américas en el 2005 parece un proyecto más viable que nunca. Por ello, la oportunidad de este volumen.

En efecto, la experiencia integracionista ha estado significada de avances y retrocesos que se inicia formalmente en la década de los sesenta con la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC), que para 1980 deviene en la ALADI, esto es, una Asociación Latinoamericana de Integración que configuró compromisos mercantiles precarios, pero que propició la armonización de instrumentos y procedimientos aduaneros, y constituyó un lenguaje técnico zonal para los intercambios regionales de mercancías. ALADI es un buen ejemplo al respecto.

ALADI logra en 1980 establecer preferencias arancelarias regionales, esto es, preferencias generalizadas a todos los miembros de la asociación, a los cuales se asigna una escala diferenciada, según el nivel de desarrollo alcanzado por cada país y en función de cadenas productivas articuladas. En igual sentido, rediseñan los Acuerdos de Alcance Parcial; convenios de tipo bilateral que comprenden una mutua concesión de beneficios de tipo arancelario para el ingreso recíproco de sus productos a sus respectivos mercados.

Estos expedientes integracionistas de ALADI, jurídicamente tienen un sólido respaldo en la cláusula de habilitación surgida de la Ronda Tokio (1976-1979) del GATT; por la que se reconoce un trato arancelario y no arancelario preferencial en beneficio de los países en desarrollo y entre ellos.

Este principio de solidaridad y simetría en un contexto de un regionalismo abierto es uno de los patrimonios históricos que recrea el Mercosur, experiencia que vive en estos días la crisis más profunda derivada de un modelo aperturista dogmático aplicado a la República Argentina. En efecto, hoy sólo Brasil protagoniza y mantiene a este polo integracionista de articulada vocación latinoamericana en el contexto de una globalización neoliberal asimétrica e injusta.

México, que al decir de un jurista uruguayo, sacrifica la historia por la geografía, se encuentra inmerso en una experiencia inédita y compleja; miembro de ALADI y del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, evidencia los claroscuros propios de un país en proceso de desarrollo.

A siete años de integrar la zona norteamericana de libre comercio, junto a Canadá y Estados Unidos de América, sus exportaciones se han triplicado, y ocupa hoy el octavo lugar entre las economías exportadoras del planeta. Así, el modelo TLCAN, ampliamente analizado por el autor de este interesante volumen, se alza como la utopía posible para el resto de los países latinoamericanos en los albores de un diseño de un área de preferencias regionales, que implica ALCA.

Con base en lo anterior, como sugiere y postula Arturo Oropeza, México debe suscribir un tratado de libre comercio con el Mercosur; pues geopolítica y económicamente es viable como un contrapeso a los que hablan y practican de una alianza estratégica con la primera potencia económica, dando la espalda a la historia, al presente y al porvenir.

No está de más reiterar que los 34 países que formarán el ALCA se caracterizan por ser mayoritariamente países en desarrollo y periféricos. En este universo previsible, México, que comparte problemas y soluciones con todos, puede ser el país bisagra que relacione y plasme los intereses legítimos de un Mercosur en crisis, con el pragmatismo liberal de un TLCAN en consolidación y crecimiento.

Este puente que México puede construir para una región tan asimétrica y marginada, llevaría a atemperar los principios del TLCAN (trato nacional, trato de nación más favorecida y transparencia) con los principios del Mercosur (gradualidad, flexibilidad, solidaridad y simetría).

En consecuencia, coincidimos con el autor de este magnífico volumen: una presencia mexicana en el Mercosur, además de ser una muestra evidente de hermandad regional para Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, sería una contribución histórica para la construcción de una integración continental en el marco del ALCA, humana, solidaria y justa.

México-Mercosur: un nuevo diálogo para la integración, se integra por cinco capítulos a través de los cuales se abordan con profundidad los temas de integración más representativos de la realidad latinoamericana. A través de cada uno de ellos se transita por toda la geografía integracionista de la región, desde ALALC, ALADI hasta el avance actual del ALCA. Sin embargo, de su texto se desprende que la integración como respuesta a la globalización, es una de las enormes posibilidades que tienen los países de América Latina para participar e influir en el proceso global y de recomponer los términos de su ecuación, que hoy se define por una política de Estado insuficiente; un aprovechamiento de su región deficiente; y un proceso global concentrador.

Agrega el autor que la firma del ALCA, de destino cierto, representa una oportunidad que seguramente fortalecerá al continente frente a los otros bloques regionales. Sin embargo, agrega que Latinoamérica como Europa no puede conformarse con una gran y eficiente zona de libre comercio que seguramente será el ALCA; sino que deberá buscar en esa visión de futuro, la conformación de un mercado común latinoamericano que, conjuntamente con ALCA, le den su posicionamiento estratégico global. Un mercado común que además de promover su desarrollo económico equilibrado, tienda a la protección de su acervo comunitario, reafirme su identidad y promueva un espacio latinoamericano de libertad, seguridad y justicia.

Sean estas reflexiones una forma sintética de reseñar este libro, que se publica en los momentos en que los reflujos de una globalización sesgada, pueden afectar irremediablemente a todos los pueblos latinoamericanos.

Jorge WITKER *

*Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.