Agresión y violencia de género 3.0. Una realidad mexicana

Publicado el 22 de abril de 2016

Aristeo García González
Maestro en Derechos Fundamentales, Universidad Carlos III de Madrid;
especialista en Derecho Constitucional y Ciencia Política, Centro de
Estudios Políticos y Constitucionales de la Comunidad de Madrid, España, y
en transparencia y privacidad.; licenciado por la Universidad Michoacana de
San Nicolás de Hidalgo
argago78@gmail.com

Como cada año, durante la celebración del día internacional de la mujer es común escuchar diversos pronunciamientos, tanto oficiales, como por parte de ONG, incluso de la propia sociedad civil en favor de la igualdad y en contra de la violencia hacia las mujeres.

Por desgracia, los discursos contrastan con la realidad, a pesar de la existencia de una serie de instrumentos normativos y de instancias responsables de garantizar derechos y erradicar la violencia contra las mujeres. La agresión y violencia de género cada día va en aumento; se trata de un fenómeno que alcanza a mujeres de todos los sectores sociales.

Ejemplo reciente es el caso de una estudiante de comunicación en la Ciudad de México, quien fue agredida sexualmente cuando viajaba en el transporte público camino a su universidad. Antes de llegar a su destino, una mujer alertó a Gabriela que un hombre la iba grabando por debajo de su falda. La joven de 22 años enfrentó a su agresor con el fin de quitarle el celular y poder borrar el video, pero no lo logró y ella únicamente logró grabar la cara del hombre unos segundos.1

Otro caso, acontecido a principios del marzo del presente año, es el de la periodista estadounidense Andrea Noel, quien fue víctima de agresión sexual cuando se encontraba caminando en la colonia Condesa de la Ciudad de México y un sujeto le levantó el vestido y le bajó la ropa interior. Andrea no dudó en publicar a través de su cuenta de Twitter el video de una cámara de seguridad que grabó el momento de la agresión, junto con un mensaje que decía: “otra vez como pasa a diario con mujeres en todo México, me acosaron en una calle linda y bien iluminada a plena luz del día”.

Ambas mujeres decidieron evidenciar a su agresor en las redes sociales. La primera de ellas recibió apoyo, aunque también fue objeto de críticas y agresiones. En el caso de la periodista, su denuncia se hizo viral, pero no estuvo exenta de burlas, incluso de amenazas dentro y fuera de la red, motivo por el cual tuvo que abandonar el país por la inseguridad y la falta de apoyo por parte de las autoridades.

Lo anterior demuestra que la violencia de género en sus diversas manifestaciones es una realidad, es el reflejo de una sociedad desigual, donde se muestra todavía la existencia de una jerarquización en las relaciones y la posición social de los hombres y las mujeres.

No se ha equivocado el reporte de 2015 de la Organización de la Naciones Unidas intitulado: Las mujeres en el mundo 2015. Tendencias y estadísticas,2 al ubicar al Estado mexicano entre los veinte peores países en términos de violencia de género.

Incluso, ha calificado a la violencia contra las mujeres como una pandemia mundial que adopta diversas formas, toda vez que este mal pueda hacerse presente en el hogar o la calle, así como en espacios públicos y privados.

El siguiente texto lo ilustra de manera clara:

“Las mujeres de todo el mundo son víctimas de violencia física, sexual, psicológica y económica con independencia de sus ingresos, su edad o educación. Este tipo de violencia puede conducir a problemas de salud, física, mental y emocional a largo plazo…”.3

Así, en los últimos años, este tipo de prácticas se ha trasladado a los entornos virtuales, términos como ciberacoso, ciberviolencia de género, sex-torsión, sexting (o sexteo), entre otros, han puesto nombre a las nuevas formas de violencia de género 3.0.

El control de la pareja ejercido a través de aplicaciones como Whatsapp, o Facebook, y los comentarios manifestados en las redes pueden convertirse en un tipo de violencia psicológica en el que las mujeres se ven inmersas sin ni siquiera detectar que están siendo objeto de maltrato.

Las agresiones on line son el primer paso hacia la violencia física, aunque también, la “ciberviolencia de género” hace por sí sola tanto daño o más que el físico. Dado que, por una parte, traspasa el ámbito privado y, por otra, entran en juego dos factores propios de las redes sociales: la viralidad y la perpetuidad de los mensajes.

Lo cual puede significar una afectación permanente en la vida de las mujeres, llegando incluso a afectar su privacidad. La realidad se confirma con el informe denominado: Ciberviolencia: contra las mujeres y niñas. Una llamada de atención mundial,4 en el cual se señala que: “El 73% de las mujeres ha estado expuesta o ha experimentado ya algún tipo de violencia online”.

No cabe duda, las redes sociales e Internet se han convertido en espacios virtuales de reproducción de la desigualdad de género, pero también confluyen los ideales de amor romántico5 y exposición de la vida personal, lo que suponen nuevas formas de violencia y control sobre las mujeres, y nuevas formas de relaciones afectivas y sexuales.

Motivo por el cual no debe olvidarse que si bien Internet, los teléfonos celulares de última generación, los sistemas de localización GPS y determinados programas informáticos ofrecen a los agresores nuevas vías para el acoso, la humillación y la amenaza hacia sus víctimas, con altas dosis de anonimato para los mismos.

También es verdad que las nuevas tecnologías pueden ser empleadas para acceder de manera rápida y sencilla a una gran cantidad de información contra la violencia hacia las mujeres, incluso facilitarían la búsqueda y captura del agresor.

Lo expuesto demuestra cómo la agresión y la violencia de género 3.0 ha ido creciendo cada vez más, sobre todo en los entornos virtuales, incluso puede llegar a convertirse en un problema mundial con graves consecuencias para las sociedades si no se toman medidas oportunas y adecuadas

Consideraciones finales

A pesar de que la legislación se ha ido aproximando poco a poco a la problemática, aún cuenta con deficiencias. Incluso la aplicación práctica de la misma, debido al déficit formativo y de información en la mayoría de los operadores jurídicos.

Por ende, para tener éxito en la lucha contra la violencia de género 3.0, es fundamental que tanto jueces como juezas comprendan la verdadera gravedad y el enorme impacto que representa en la vida de las víctimas, el hecho de ver su intimidad indefinidamente expuesta a desconocidos, así como las amenazas constantes por parte del agresor en los entornos digitales.

Finalmente, una cultura jurídico-social en la materia, a través de la concientización, esto es, qué pensamos, qué sabemos y cómo actuamos ante la violencia de género 3.0; es decir, involucrando a los diversos sectores de gobierno, ONG y sociedad civil.

Lo anterior seguramente no erradicará el problema pero, al menos en las estadísticas, el Estado mexicano en este tema dejaría de estar en el punto de mira.

NOTAS:
1. Aquí la entrevista del caso:
http://www.eluniversaltv.com.mx/video/edomex/2016/estudiante-denuncia-a-un-agresor-sexual-y-recibe-insultos-y-amenazas.

2. The World`s Women 2015. Trends and Statistics, visible en: http://unstats.un.org/unsd/gender/worldswomen.html.
3. Ibidem, Chapter 6.
4. Cyber Violence Agains Women and Girls, consultable en: http://www.unwomen.org/es/digital-library/publications/2015/9/cyber-violence-against-women-and-girls.
5. Un análisis interesante sobre esta nueva realidad puede verse en la obra de Beck, Ulrich y Beck-Gernsheim, Elisabeth, Amor a distancia, Madrid, Paidós, 2012.



Formación electrónica: Luis Felipe Herrera M., BJV