Redes sociales, transparencia y humillación pública ¡Tú podrías ser la próxima víctima!
Publicado el 22 de abril de 2016 Juan Macías Sierra Estudiante de la licenciatura en derecho, Universidad de Guadalajara; colaborador de la Academia Multidisciplinaria de Derecho y Tecnologías A.C juan.macias@amdetic.org @JMaciasSierra Dertic.net |
Conocemos el poder de las redes sociales. Se caracterizan por unir en la virtualidad a personas con intereses similares, dotándolos de una voz que puede ser rápida y fácilmente replicada por su círculo más cercano o incluso por las multitudes interconectadas. El mensaje replicado, a su vez, puede influir y trascender en el mundo físico. Como ejemplo, pensemos en las diversas campañas de activismo que han surgido en Facebook y Twitter y que han desembocado en acciones reales para hacer de este mundo un lugar más justo y mejor para todos los seres vivos.
Las redes sociales son, en efecto, plazas públicas virtuales, en las que podemos participar de manera activa, opinando y comentando lo que acontece día a día en la vida pública. En estas plazas públicas virtuales se han iniciado grandes gestas que desembocaron en activismo social; sin embargo, también han servido como patíbulos en los que la multitud se erige como verdugo para acabar, sin ningún tipo de piedad, con la dignidad de quienes transgredieron los códigos básicos de convivencia.
Quienes han sido humillados en las redes sociales llevan a cuestas el peso de los prejuicios de una sociedad a la que sólo le basta saber que alguien actuó negativamente para estigmatizarlo como “malo” en tanto exista la evidencia en Internet. Las consecuencias de lo anterior son incluso más perjudiciales que la conducta reprochada, pues de una u otra manera el humillado es desprovisto de honor, afectando así a su entorno más cercano, como el de las relaciones interpersonales y laborales.
Ejemplos de lo señalado existen por montones. Van desde gente que ha sido linchada mediáticamente por un mal comentario en Twitter o Facebook, hasta quienes son videograbados realizando algo desafortunado, como puede ser una falta a la moral o incluso una falta administrativa o un delito. No quito responsabilidad a quienes transgreden las normas jurídicas, en eso son culpables; sin embargo, considero que en ocasiones a nosotros como personas nos satisface más, quizá de manera inconsciente, ver el honor destruido del infractor que el que se le imponga una sanción establecida por la ley para que la cumpla.
Hace no mucho una nueva polémica que implica a las redes sociales como instrumento de humillación pública vio la luz. El uso que de Periscope hace Arne Aus den Ruthen, mejor conocido como el City Manager de la delegación Miguel Hidalgo, en la Ciudad de México, encendió el debate respecto a cuáles deben ser los límites del actuar gubernamental de cara al empleo de las redes sociales. Si bien de inicio se apostó por parte del City Manager a documentar y publicar su labor, sin duda olvidó que, frente a la transparencia y el acceso a la información, existen como límites los derechos a la privacidad, a la protección de datos personales y al honor.
A estas alturas quizá ya se conocen las posturas emitidas tanto por el City Manager como por la jefa delegacional de Miguel Hidalgo, Xóchitl Gálvez, así como la postura de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF). Por una parte, la CDHDF fue clara al señalar que quienes son exhibidos en Periscope están expuestos a una violencia innecesaria que no está prevista en ninguna ley o normatividad. Asimismo, envió medidas precautorias para que la delegación cancelara la publicidad de la imagen y datos personales de las personas agraviadas, con la intención de que no fueran víctimas por las redes sociales.
Por otra parte, Xóchitl Gálvez señaló que el uso de Periscope seguirá teniendo lugar; sin embargo, también dijo que habrá cambios, como el hecho de que no se grabarán rostros y que existirá una lista que detalle los delitos y faltas que podrán ser videograbadas utilizando dicha red social. Xóchitl también señaló que se tendría un trato más amable con el ciudadano infractor y no es para menos, pues quienes fueron exhibidos en Periscope tuvieron un punto en común para quejarse, jamás consintieron la difusión de su imagen bajo las circunstancias en las que se encontraban, las cuales daban por hecho que eran “vecinos gandallas”.
No hay duda de que la campaña en redes sociales #VecinoGandalla es un éxito de réplicas y comentarios que aplauden la labor del City Manager como alguien que se atreve a denunciar públicamente las acciones abusivas y corruptas en las que incurren algunas de las personas que fueron exhibidas. No obstante, considero que este tipo de estrategias están destinadas al fracaso desde el ámbito normativo, pues aparte de ser violatorias de derechos humanos, no garantizan que las personas que son videograbadas, ni quienes las observan a través de las redes sociales, vayan a comportarse con apego a la ley. Al contrario, considero que ser videograbado y humillado públicamente es un estímulo para sentir resentimiento y querer actuar violentamientamente. Este último hecho se pudo constatar con la agresión que sufrió el City Manager el 17 de febrero de este año, y con las demás reacciones de las personas que, al saber que eran grabadas, optaron por agredir de manera física o verbal a Arne.
Nuestra sociedad debe ser compasiva y no violenta. Pienso que las redes sociales, al igual que todas las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, están al servicio de la humanidad y deben ser tratadas con la finalidad de formar personas más prósperas y compasivas con sus semejantes y con todos los seres vivientes. De lo anterior parto para señalar que quienes encabezan los gobiernos deben ser los primeros en poner el ejemplo. No creo que estrategias como las del #VecinoGandalla y similares, que buscan cumplimentar la ley a través del escarnio público, sean el camino.
También pienso que nuestros gobernantes son el reflejo de nuestro modo de vida y nuestro modo de pensar; en este sentido, vale la pena cuestionarnos si queremos ser dirigidos por la intolerancia y la falta de compasión hacia los demás. Nadie tiene la certeza de que el vecino gandalla en verdad sea como lo describen; pienso que son personas bondadosas y que por las circunstancias y la ignorancia del momento actuaron de esa manera. Valdría la pena ponderar si es justo que se estigmatice a alguien públicamente por una acción, sin tomar en cuenta sus antecedentes y lo que ha tenido que vivir.
Desde este mirador, la humillación en las redes sociales no debe tener lugar. Los gobernantes deben ser conscientes de que, al ser ellos los administradores de los recursos públicos, deben contribuir a la generación de condiciones benéficas, a fin de que las personas no se vean en la necesidad de infringir las normas jurídicas. En efecto, que el gobierno muestre a alguien como un mal ejemplo para la sociedad no ayuda a la generación de condiciones benéficas; al contrario, considero que contribuye a ver al infractor como gente que merece ser segregada y a reafirmar la parte de nuestra personalidad que juzga con base en la ignorancia y la falta de empatía.
Esperemos que este tipo de acciones no vuelvan a ser replicadas por otras autoridades y, lo más importante, que nosotros como ciudadanos no las apoyemos. En todo caso, vale más que exijamos que se haga valer la ley a ridiculizar e inferiorizar a quienes tuvieron la infortunio de cometer una falta administrativa o un delito.
Formación electrónica: Luis Felipe Herrera M., BJV