El nuevo equipo profesores-estudiantes para la enseñanza del derecho

Publicado el 29 de abril de 2016

José Raymundo Jiménez Cuatepotzo
Egresado de la Maestría en Derecho Constitucional y Procesal Constitucional
del Centro de Investigaciones Jurídico-Políticas de la UATx,
abogado.jrayj@gmail.com
Abogado José Raymundo Jiménez

El derecho, como es bien sabido por todos los que nos dedicamos a ejercer esta noble profesión y como lo van a ir aprendiendo quienes la están estudiando, es una ciencia inexacta que está en constante transformación como resultado de los eternos y naturales cambios en la sociedad; por supuesto, todo ello impacta en nuestra perspectiva del derecho, lo que también lleva consigo el cambio en su enseñanza-aprendizaje.

Después de señalado lo anterior, es menester que por los cambios recientes, especialmente a partir de los nuevos paradigmas del derecho mexicano, se debe romper con muchas “tradiciones” que se arrastran en la impartición de cátedra de la ciencia jurídica, con las cuales nos tocó aprender a muchos de los que estudiamos esta profesión; digamos que en “la antigua escuela”, esos cambios marcados por las reformas constitucionales no sólo abrieron una gama de nuevas formas de ver el derecho, sino, como lo señalé, tienen que modificar las ocasionales malas prácticas que se han venido dando en la manera en que se enseña la materia.

Por supuesto, no podemos decir que todas las formas en que nuestros anteriores profesores impartían clase caen en los errores que a continuación señalaré, ya que se debe puntualizar que no todo lo del pasado es malo, ni todo lo innovador por el solo hecho de serlo quiere decir que necesariamente sea bueno; existen y existieron muchos catedráticos que tenían una manera de enseñar el derecho fenomenal, innata, podríamos decir “inherente”, que fueron los grandes maestros de generaciones actuales.

Al referirme a los nuevos paradigmas del derecho mexicano, debo acotar que me refiero a dos cuestiones:

a) La entrada a nuestro sistema jurídico de los juicios orales que, en mi punto de vista, también ha influido en gran manera, ya que ello implica que determinadas materias deban ser impartidas con otro enfoque, donde se le enseñe al alumno las técnicas y destrezas en que puede expresarse en un juicio de estas características.

b) El nuevo complejo derecho mexicano que se ha dado a partir del transitar de un derecho basado únicamente en normas nacionales para que, como consecuencia de las reformas constitucionales, se le abran las puertas al derecho internacional, en específico al de derechos humanos, que debe traer consigo un cambio en la mentalidad de profesores y alumnos al tener que abrirse a una nueva manera de interpretar y argumentar, para lo cual también es necesario romper reglas erróneas que se tenían en la impartición de cátedra.

Es por ello que al referirme a la antigua forma errónea de enseñar derecho, lo hago respecto a aquélla en la que se tenían que memorizar libros y códigos, artículos a la letra de la Constitución ya que de ello dependía la calificación de la materia, sin embargo, poco se hacía por lograr que el alumno tuviera una autentica comprensión del texto que estaba leyendo.

Un punto que señalé como básico en un artículo anterior denominado “El decálogo del estudiante de derecho” es que el estudiante tenga un pensamiento crítico, lo cual considero fundamental para todo aquel que estudie esta carrera, ya que contrastar lo aprendido en clase con el pensamiento y criterio propio dará como resultado una auténtica interpretación de la norma; desde luego se puede coincidir pero pasando por el análisis crítico del alumno, lo cual a la larga, lejos de memorizar, permite al estudiante auténticamente entender el contenido y alcances de una ley.

Se deben superar por completo aquellos tiempos en que la enseñanza se basaba en la creencia de que el criterio del maestro era la verdad absoluta; el propio catedrático debe ayudar al alumno a dejar de lado esos miedos al error y a contrastar criterios, de otra forma únicamente educará periquitos (sin afán de ofender) que repetirán lo que dice un papel e incapaces de formular una idea.

Los profesores de derecho deben entender el enorme reto y responsabilidad que tienen para que nuestro flamantemente derecho funcione, ya que son los encargados de que las nuevas generaciones de estudiantes interioricen estos cambios fundamentales.

Pero también se debe señalar que, en la misma medida, la responsabilidad la tienen los estudiantes de derecho, que deben estar puntualmente comprometidos para esta evolución en el aprendizaje del derecho, para muchos alumnos, aunque parezca increíble, les resulta más fácil el memorizar tal o cual texto y pasar la materia a tener que formular ideas y argumentos. Queridos estudiantes: se vale ser autodidactas.

Sin embargo, en general, el catedrático de derecho, desde mi punto de vista, ha evolucionado; por una parte, debido a la nueva era tecnológica, y otra, por romper con ciertos “dogmas” en la impartición de cátedra, en la cual debería haber casi “de ley” una barrera, un muro entre el profesor y el alumno. Actualmente un profesor de derecho debe ser abierto al intercambio de ideas, a la charla con los alumnos (lo cual no significa la pérdida del debido respeto). Lejos quedan aquellos catedráticos que parecían ponerse varios escalones por encima de sus alumnos; hoy la cercanía entre docente y alumno es enriquecedora, no sólo para el primero, sino igualmente para el segundo.

Todo lo anterior, desde mi punto de vista, llevará al estudiante a que, de manera automática ante un problema de derecho, cuando tenga que interpretar una norma a la cual tenga que combatir tendrá los elementos cognitivos necesarios para buscar las dolencias de donde podrá argumentar su defensa; estará en condiciones para crear conocimiento jurídico y no simplemente repetir textos y creer que una norma es perfecta por el simple hecho de estar vigente.

Éste es un momento transcendental en el derecho mexicano, una oportunidad para todos los operadores jurídicos de dar una nueva cara a la visión de nuestra profesión y, por supuesto, la base, el origen de todo abogado, como son las aulas, no pueden pasar a segundo término, sino todo lo contrario, es en ellas donde se deben sembrar las semillas de donde germinarán los abogados que intervendrán para que en verdad funcione nuestro nuevo derecho.




Formación electrónica: Luis Felipe Herrera M., BJV