El jurista Manuel de la Peña y Peña

Publicado el 13 de junio de 2016

Adriana Berrueco García
Investigadora del Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM,
adriana_berrueco@yahoo.com.mx

Entre los más brillantes abogados que dio el siglo XIX en México se encuentra don Manuel de la Peña y Peña, cuyo nombre quedó inscrito en la historia de nuestro país por ser quien ejerció la Presidencia de la República en la etapa más trascendente de la invasión norteamericana a México, durante la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo. A continuación ofrezco una breve biografía de este distinguido jurista.

Nació en la Ciudad de México el 10 de marzo de 1789, y murió en la misma ciudad el 2 de enero de 1850. Sus estudios de jurista le permitieron ocupar, a lo largo de su vida, cargos muy relevantes y obtener distinciones nacionales. Hizo la carrera de leyes en la Real y Pontificia Universidad de México,1 donde obtuvo el título respectivo en 1811. En razón de su sólida formación jurídica ocupó importantes cargos a lo largo de su vida. En 1813 recibió el nombramiento de síndico del Ayuntamiento Constitucional de México, y en 1822 la Audiencia lo designó al frente de las fiscalías de Hacienda y del Crimen.2 Fue Consejero de Estado del emperador Agustín de Iturbide, quien le otorgó la condecoración denominada “Cruz de la Orden de Guadalupe”.3 En 1824, bajo la presidencia de Guadalupe Victoria, fue electo ministro de la Corte Suprema de Justicia junto con Miguel Domínguez, Isidro Yánez, Ignacio Godoy, Juan G. Navarrete, Joaquín Avilés, Pedro Vélez, José Antonio Méndez y Juan Guzmán.4

En la década de los treinta del siglo XIX, De la Peña tuvo una gran actividad política ya que en 1837 el presidente Anastasio Bustamante (en su segundo periodo al frente de la Presidencia de México) lo designó ministro del Interior.5 Manuel de la Peña también formó parte del Supremo Poder Conservador, instituido por las Siete Leyes (Constitución centralista); este importante organismo también estaba integrado por Carlos María de Bustamante, Cirilo Gómez y Anaya, Francisco Sánchez de Tagle y José María Tornel.6

En diciembre de 1842, tras la disolución del Congreso, el presidente Nicolás Bravo nombró a Manuel de la Peña integrante de la Junta Nacional Legislativa (este nombre se lo otorgó Antonio López de Santa Anna, quien en marzo de 1843 se volvió a posesionar de la Presidencia de la República)7 que creó las Bases Orgánicas de 1843. El abogado De la Peña, en 1845, fungió como ministro de Relaciones Exteriores, donde le tocó atender los inicios del conflicto internacional que repercutiría en la invasión norteamericana de 1846 a México.8 En realidad, Manuel de la Peña y Peña estuvo al frente de dicho Ministerio solamente cuatro meses (del 4 de agosto al 13 de diciembre de 1845) durante la presidencia de José Joaquín de Herrera, pero en el periodo de la invasión norteamericana De la Peña fue presidente de México —como explicaré posteriormente— estableciendo su gobierno en Querétaro (donde se encontraba reunido el Congreso mexicano), y entregó el cargo el 4 de noviembre de 1847 al general Pedro María Anaya. Éste, ya en calidad de Presidente de México, designó a Manuel de la Peña como canciller o ministro de Relaciones Exteriores desde el 14 de noviembre de 1847 al 8 de enero de 1848, tocando a Peña conducir la negociación final del Tratado de Guadalupe Hidalgo para poner fin a la invasión.9

Don Manuel de la Peña y Peña fue ministro de la Suprema Corte de Justicia durante varios lapsos de su vida. Ejerció la presidencia de ese alto tribunal en la década de los cuarenta del siglo XIX, por lo cual tuvo que hacerse cargo de la Presidencia de México en calidad de presidente sustituto (durante la invasión estadounidense), en los periodos del 16 de septiembre al 11 de noviembre de 1847, y del 8 de enero al 2 de junio de 1848. En este segundo periodo presidencial se firmó el Tratado de Paz y Amistad entre México y los Estados Unidos de Norteamérica, conocido como Tratado de Guadalupe Hidalgo, por el cual nuestro país perdió los estados de Texas, Nuevo México y la Alta California, recibiendo como contraprestación quince millones de pesos.10 Refiere el historiador José C. Valadés que De la Peña y Peña fijó su posición sobre el conflicto armado y el tratado antes de la firma de éste, el jurista expresó ante el Congreso mexicano lo siguiente:

“El que quiera calificar de deshonroso el Tratado de Guadalupe por la extensión del territorio cedido —dijo el presidente— …no resolverá nunca cómo podrá terminarse una guerra desgraciada... Los territorios que se han cedido por el Tratado no se pierden por la suma de quince millones de pesos, sino por recobrar nuestros puertos, por la cesación definitiva de toda clase de males, de todo género de horrores, por consolar a multitud de familias... Demasiado sentimos ya la desorganización social, la inseguridad de las poblaciones y caminos, la paralización de todos los ramos de riqueza pública y la miseria general”.11 Texto publicado en Valadés, José C., op. cit., nota X, p. 459.

El Tratado de Guadalupe Hidalgo se firmó el 2 de febrero de 1848, y los negociadores del mismo por parte de México fueron José Bernardo Couto, Luis G. Cuevas y Miguel Atristain; Nicholas P. Ttrist fungió como representante y negociador del gobierno de Estados Unidos de Norteamérica. La administración de Manuel de la Peña al frente del Poder Ejecutivo Federal concluyó el 2 de junio de 1848 y su sucesor fue José Joaquín de Herrera.12 De la Peña regresó a la presidencia de la Suprema Corte de Justicia.

Respecto a este importante jurista escribió Guillermo Prieto lo siguiente:

El señor don Manuel de la Peña y Peña era considerado como una gloria del foro y como uno de esos monumentos que se transmiten de una a otra edad, con cierto prestigio y veneración...

Sus relaciones eran con personas de alta posición y con dignidades de la Iglesia, porque era cristiano ejemplar, sembraba su conversación de latines y se pagaba del respeto con que le veían sus discípulos, entre los que se encontraba el señor Riva Palacio. Las lecciones de práctica forense del señor Peña y Peña son vistas, aún hoy, como obra de un jurisconsulto de primer orden.13

Finalmente, habrá que asentar que Manuel de la Peña también destacó en el campo académico, pues fue profesor de derecho público en la Real y Pontificia Universidad de México, y ejerció la docencia en el Ilustre y Nacional Colegio de Abogados en la década de los treinta, a esta última actividad se debe la obra que hizo famoso a este jurista denominada Lecciones de práctica forense mexicana,14 que consta de tres tomos y se editó entre 1836 y 1839.15 La trayectoria de este jurista fue honrada a través de la incorporación de un artículo biográfico en el Diccionario Universal de Historia y Geografía, cuya creación fue de la autoría de don Eulalio María Ortega, elaborada en 1850 con motivo del fallecimiento, acaecido el 2 de enero de dicho año.

A partir del 3 de enero se rindieron solemnes honores civiles y militares al jurista De la Peña, su cadáver fue expuesto en la Sala de Acuerdos de la Suprema Corte de Justicia, del 5 al 7 de enero; las principales autoridades de la época formaron el cortejo fúnebre que lo llevó a la Catedral Metropolitana para ser inhumado.16 Sus restos mortales se hallan en la Rotonda de las personas ilustres, desde 1895.17

NOTAS:
1. Pampillo Baliño, Juan Pablo, Manuel de la Peña y Peña. Un jurista de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, México, Suprema Corte de Justicia de la Nación, 2009, pp. 40-42.
2. Sosa, op. cit., nota 43, p. 606.
3. Según información proporcionada por www.bicentenario.gob.mx.
4. Zavala, Lorenzo de, Ensayo histórico de las revoluciones de México desde 1808 hasta 1830, México, Fondo de Cultura Económica-Instituto Cultural Helénico, 2010, p. 228.
5. Costeloe, Michael P., La República central en México 1835-1846. “Hombres de bien” en la época de Santa Anna, México, Fondo de Cultura Económica, 2000, p. 167.
6. Ibidem, p. 202.
7. Véase el contexto de esta designación en Valadés, José C., Orígenes de la República Mexicana. La aurora constitucional, México, UNAM, Coordinación de Humanidades, 1994, pp. 344-347.
8. Arrangoiz, Francisco de Paula, México desde 1808 hasta 1867, 7a. ed., México, Porrúa, 1999, p. 386.
9. Información proporcionada por la Secretaría de Relaciones Exteriores, visible en: www.ser.gob.mx/indexphp/cancilleres-sigloXIX (fecha de consulta: 25 de noviembre de 2014)
10. El texto completo del Tratado puede consultarse en versión impresa y electrónica en Soberanes, José Luis y Vega Gómez, Juan, El Tratado de Guadalupe Hidalgo en su sesquicentenario, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 1998.
11. Texto publicado en Valadés, José C., op. cit., nota X, p. 459.
12. José Joaquín de Herrera fue presidente de México, por tercera ocasión, del 3 de junio de 1848 al 15 de enero de 1851.
13. Prieto, Guillermo, op. cit., nota 18, p. 327.
14. Según información de Mayagoitia, Alejandro, “Juárez y el Ilustre y Nacional Colegio de Abogados de México. Libertades en jaque en el México liberal”, Anuario Mexicano de Historia del Derecho, México, núm. XX, 2008, p. 158.
15. Cfr. Pérez Johnston, Raúl, “Lecciones de práctica forense mexicana. Derecho de asilo, de Manuel de la Peña y Peña”, visible en: www.diplomaticosescritores.org/obras (fecha de consulta: 21 de noviembre de 2014)
16. Mendoza Sánchez, Juan Carlos, “Manuel de la Peña y Peña”, en Galeana, Patricia (coord.), Cancilleres de México, siglo XIX, México, Secretaría de Relaciones Exteriores, 1992, pp. 316 y 317.
17. Visible en: http://rotonda.segob.mx (fecha de consulta: 21 de noviembre de 2014)



Formación electrónica: Luis Felipe Herrera M., BJV