2016: punto de quiebre*

Publicado el 07 de febrero de 2017

María Marván Laborde
Investigadora del Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM
twitter@MarvanMaria

A veces la historia se convierte en ironía. Es fácil adivinar que, en pocos años, el 2016 aparecerá en los libros como un momento de inflexión. Quiso el destino que la muerte de Fidel Castro apareciera en las mismas páginas que el triunfo del Brexit y de Donald Trump.

El último líder del socialismo clásico del siglo XX, Fidel Castro Ruz, murió finalmente después de 27 años de la caída del Muro de Berlín y ocho años después de haberle dejado la Presidencia de Cuba a su hermano Raúl. Pocos meses después de que Obama visitara la isla para acabar con el embargo de medio siglo. Pareciera como si su deceso se hubiese repetido varias veces. Acabó el sueño de la revolución cubana que, después de hacerse pesadilla, se convirtió en costumbre.

Paradojas del destino, en el mismo año se anuncia para el mundo un insospechado reacomodo de consecuencias todavía incalculables. En las urnas triunfaron tanto el Brexit como Donald Trump; las relaciones económicas internacionales se replantearán, volverán a levantar aranceles y barreras comerciales. El camino de regreso no está claro, pero apunta hacia nuevas formas de proteccionismos alentadas por un peligroso discurso nacionalista.

La derechización de la política europea anuncia tiempos difíciles para el liberalismo y para la democracia occidental. Los proyectos de nación tienden a ser excluyentes y se refuerzan en la negación del otro. La centralidad de los conflictos religiosos extremistas y la amenaza terrorista está en el corazón de las presiones migratorias; todo junto parece justificación suficiente para la gravísima crisis de respeto a los derechos humanos.

La caída de Alepo, la tragedia de Siria, el asesinato del embajador ruso en Turquía y los atentados de todo el año en Francia, Bélgica, así como apenas esta semana en Berlín y Zúrich, son síntoma de la crisis por la que atraviesa el modelo de negociación de la paz mundial. La ONU dio muestras claras de agotamiento, reclama nuevas estrategias. La llegada desde el primer día de enero de 2017 de António Guterres será una bocanada de aire fresco, sin embargo, la dimensión de la crisis pareciera necesitar mucho más que un simple cambio en la Secretaría General.

Si el panorama mundial no abre espacio alguno para el optimismo, los sucesos nacionales tampoco ofrecen consuelo. El tema del año ha sido la corrupción en los tres ámbitos de gobierno: federal, estatal y municipal. Fracasó la democracia partidaria para prevenir, perseguir y sancionar la corrupción porque los partidos renunciaron a ser contrapeso de los gobernantes.

Electoralmente, 2016 será recordado como el año de la debacle del PRI. Después del 5 de junio, el PAN gobierna por sí mismo ocho estados y el PRD cuatro, tres más son gobernados por la alianza de estos dos partidos. A Nuevo León lo gobierna un independiente y a Chiapas el PVEM. Por primera vez desde su fundación el PRI gobierna sólo 15 entidades de la República, menos de la mitad.

Salió Manlio Fabio Beltrones y entró Enrique Ochoa a refundar el partido bajo la consigna de tolerancia cero a la corrupción. En un acto de valentía inusitada expulsaron a Javier Duarte y después a dos exgobernadores más. La teatralidad de la bravuconada pudo haber sido eficiente de no haberse fugado del país el veracruzano. Si el fracaso electoral parecía grave, esto es todavía peor.

2016 es también el año de la primera iniciativa ciudadana convertida en ley. La indignación ciudadana sirvió de gasolina para la movilización pacífica e institucional. En dos meses se juntaron más de 600 mil firmas que propiciaron un novísimo mecanismo de discusión de los organismos de la sociedad civil con los senadores. A pesar de momentos de fuerte tensión, logró aprobarse el primer paquete legislativo del Sistema Nacional Anticorrupción. En los primeros meses de 2017 deberá quedar conformado el primer Consejo de Participación Ciudadana que será nombrado por ciudadanos y no por legisladores.

Muchas son las amenazas a la democracia liberal, grandes son los retos para los gobiernos elegidos libremente. 2016 dejó al descubierto las grandes debilidades de la política y la economía, tanto en el ámbito mundial como en el nacional.

NOTAS:
* Se reproduce con autorización de la autora, publicado en Excélsior, el 22 de diciembre de 2016.



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