El aborto: un derecho para todas, no una causa de irresponsabilidad

Publicado el 28 de Febrero de 2017

Verónica Valeria De Dios Mendoza
Pasante en derecho por la Universidad de Guadalajara, activista e
ideóloga feminista y presidenta del colectivo PRODIDEM (Red de
promoción y difusión de los derechos de la mujer).
valeriadediosm@gmail.com

El aborto no ha podido escapar del destierro al que ha sido recluido por los posicionamientos que propugna en apariencia el movimiento Pro vida, con el consecuente resultado de hacer imposible la vida digna de la mujer. No es de extrañarse, en una sociedad donde brilla el androcentrismo y prevalece el mandato de la figura ideal que debe revestir a la mujer, que a esta última se le excluyan de sus pretensiones sus necesidades, su bienestar y su voz.

La irresponsabilidad es la gran etiqueta que señala a aquellas que se ven enfrentadas a un embarazo no deseado, son condenadas a la repulsa social las que deciden interrumpirlo. Tal parece que quienes se empeñan en defender su estigmatización desconocen la efectividad, viabilidad y repercusiones que conllevan la utilización de métodos anticonceptivos; aunado a la posición en que permanece la inclusión de la educación sexual en la vida de las mujeres.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los métodos anticonceptivos de barrera que impiden el encuentro de los espermatozoides con el óvulo, como lo son los condones masculino y femenino, mantienen una tasa de efectividad de 98% si se usan de manera correcta y 85% como se usan comúnmente en el caso del primero. Mientras que en el segundo las tasas son de 90% si se usa de manera correcta y 79% como se usa de manera común.

En el caso de los métodos hormonales la efectividad de las pastillas o píldoras que contienen estrógeno y progestágeno con el fin de evitar la liberación de óvulos, la efectividad es de 99% si se utilizan de manera correcta y 92% como se utilizan comúnmente. Las pastillas de progestágeno que únicamente contienen progesterona sin estrógeno, y que hacen más espeso al moco del conducto del cuello uterino para impedir que los espermatozoides y el óvulo se junten y previene la ovulación, tienen una tasa de efectividad de 99% si se usa de manera adecuada y entre 90% y 97% como se usa comúnmente. Los inyectables van de una promedio de 99% y 97% en su uso común; y el parche y anillo vaginal son métodos nuevos, por lo que los estudios sobre su eficacia son limitados. Por otra parte, la efectividad de los dispositivos intrauterinos es de 99%.

Por tanto, ningún método anticonceptivo puede considerarse como cien por ciento efectivo, incluso los permanentes como la vasectomía y la esterilización femenina mantienen un rango abierto de probabilidad con una tasa de 99%.1

Puede decirse que lo anteriormente expuesto es donde mora únicamente el fundamento que terminaría por contradecir la constante etiqueta de irresponsabilidad a la que se ve condenada la mujer al ejercer su sexualidad, sin embargo, ésta se expande cuando centramos la atención en las consecuencias que reviste en su individualidad. De acuerdo a la organización Planned Parenthood los métodos hormonales como las píldoras pueden causar desde sangrado entre periodos menstruales, náuseas y vómitos hasta problemas que pueden ser mortales, entre ellos ataques cardíacos; accidentes cerebrovasculares; coágulos de sangre en las piernas, los pulmones, el corazón o el cerebro, o desarrollar presión sanguínea alta, tumores hepáticos, cálculos biliares o ictericia.2 En el uso de dispositivos intrauterinos existe el riesgo de perforación en el útero y el aumento de sangrado.3

Mientras que los métodos permanentes, aunque presentan un alto grado de eficacia, se enfrentan a la complejidad de su reversión, la cual requiere una cirugía complicada y severamente costosa. Si bien las trompas a veces se pueden volver a unir, no se puede garantizar un embarazo4, por lo que su posible exigencia social como un método viable para toda mujer implica un choque entre dos derechos: el ejercicio de la sexualidad y el derecho a la procreación. Dos derechos que tienden a excluirse en lugar de complementarse.

Entonces, ¿en qué clase de fundamento se basan quienes osan llamar irresponsable a la mujer, aun cuando no existe método alguno que le asegure ejercer su sexualidad en plena seguridad de evitar un embarazo no deseado? Por tanto, la abstinencia se convierte en el único camino que asegura absolutamente esa tan anhelada responsabilidad.

El decidir ejercer su sexualidad aun cuando no se está preparada para ser madre es otro de los grandes males de la humanidad que ha terminado por apuntar a la mujer con desprecio. ¿Acaso el único motor que debe mover el ser y existir de su sexualidad debe ser la maternidad y no el simple placer sexual? Pues, tal como dijo Emilia Pardo Bazán: “Además de temporal, la función de la maternidad es adventicia: todas las mujeres conciben ideas, pero no todas conciben hijos…” La maternidad debe divorciarse del placer sexual, no sólo en las mentes, sino en las propias legislaciones que reflejan únicamente el aspecto maternal de la mujer y la restringen como ser sexual al insistir en la penalización del aborto.

Si no existe un medio para impedir efectivamente la maternidad no deseada sin negarle a la mujer el legítimo derecho a ejercer su sexualidad, bajo los principios de eficacia y bienestar que contemplen su salud en lugar de mermarla, es entonces el Estado quien debe proveerlo y no imponerle más cargas que las que la misma naturaleza le ha dado por su sexo.

Sin embargo, hay quienes en la cúspide de la ignorancia perpetúan las cadenas sexuales de la mujer, motivados por el amarillismo de los argumentos que la hacen ver como una cruel asesina al apoderarse de su libertad. No he de disculparlo a sabiendas de que resulta más rentable para la sociedad todo aquello que produce escándalo, aun cuando ello equivaldría a enmudecer gran parte de la realidad.

Lo cierto es que la hipocresía del movimiento Pro vida que propugna la penalización del aborto voluntario se encuentra plagado de innumerables anacronismos que no contemplan las muertes de mujeres causadas por abortos clandestinos que, precisamente, no provienen de la etiqueta de irresponsabilidad, sino de una estructura social y legal que continua con un modelo económico altamente inequitativo, depredador y represivo ante los más elementales derechos humanos, como lo es el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos.

Se estima que, en el mundo, 85 millones (41%) de los embarazos ocurridos anualmente son no planeados. De esta cifra se desprende que 6 millones de mujeres se someten a abortos inseguros cada año y aproximadamente 47,000 de ellas mueren debido a complicaciones generadas en esas intervenciones.5 Las condiciones restrictivas facilitan la existencia de los abortos clandestinos en el mercado. Son precisamente las mujeres en situación de pobreza las que tienen más probabilidad de ser atendidas de modo inseguro que las mujeres con mayores posibilidades económicas, ya que éstas últimas cuentan con las facilidades para abortar, aun ilegalmente, en clínicas o en centros de salud privados, así como con los recursos económicos para viajar a una entidad o país donde se encuentre legalizado y garantizado el derecho a la interrupción del embarazo voluntaria.

Así pues, tenemos que asumir que la sujeción de la mujer por parte del Estado parece no haber cambiado sustancialmente. Ellas sufren las consecuencias del patriarcado, porque ha sido éste quien ha moldeado la forma en que las leyes contemplan los limitantes de sus cuerpos. La libertad de la mujer, entonces, sólo es posible a partir de la remoción de los obstáculos a su libertad reproductiva y sexual, donde el aborto no debe reemplazarse por los métodos de anticoncepción, sino convertirse en una opción viable que permita cubrir las lagunas de su imprecisión.

NOTAS:
1. Centro de prensa de la OMS. Organización Mundial de la Salud OMS. Planificación familiar. [En línea] diciembre de 2016. [Citado el: 29 de enero de 2017.] http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs351/es/.
2. Planned Parenthood. Píldora Anticonceptiva. [En línea] [Citado el: 29 de enero de 2017.] https://www.plannedparenthood.org/esp/temas-de-salud/anticonceptivos/pildora-anticonceptiva.
3. NorthShore University HealthSystem. Dispositivo intrauterino (DIU) como método anticonceptivo. [En línea] [Citado el: 29 de enero de 2017.] http://www.northshore.org/healthresources/encyclopedia/encyclopedia.aspx?DocumentHwid=tw9516&Lang=es-us.
4. Planned Parenthood. Esterilización femenina (esterilización tubárica). [En línea] [Citado el: 29 de enero de 2017.] https://www.plannedparenthood.org/esp/temas-de-salud/anticonceptivos/esterilizacion-femenina-esterilizacion-tubarica.
5. Safe2choose. [En línea] [Citado el: 29 de enero de 2017.] https://safe2choose.org/es/nosotras-te-apoyamos-para-un-aborto-seguro/.




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