El nacimiento de un nuevo (des)orden mundial

Publicado el 7 de abril de 2017

G Alexis Silva Tosca
Estudiante de Derecho de la UJAT y recientemente activista en el Grupo Local de Amnistía Internacional, en Salamanca, España (2016-2017),
silvatosca.alexis@gmail.com

Oscar Rafael Hernández Meneses
Presidente del Club Universitario de Ciencias de la DACSYH-UJAT,
Rafahm93@hotmail.com

A lo largo de la historia, la humanidad ha sido testigo de innumerables acontecimientos motivados por alguna ideología divergente en su tiempo, los cuales han influido en la manera de concebir el mundo. Entre estos hitos históricos, por lo que atañe a la consolidación jurídica de los derechos humanos, es posible mencionar algunos ejemplos como la creación de la Carta Magna de 1215 en la Inglaterra; la llegada del Renacimiento a la Europa medieval en el Siglo XV; o la Revolución Francesa en 1789.

Avanzando un poco más hacia la contemporaneidad, algunos de los hechos de mayor envergadura fueron: 1) el final de la Segunda Guerra Mundial con la subsecuente creación de las Naciones Unidas y la concertación de sendos acuerdos internacionales principalmente relativos a los derechos humanos y al comercio internacional; 2) la ulterior Guerra Fría que dividió al mundo en dos bandos ideológicos, los comunistas y los capitalistas, manteniendo durante casi medio siglo la desoladora expectativa de que un conflicto bélico estallase entre las principales potencias a la sazón (EE.UU. y Rusia); 3) la caída del comunismo y la reconciliación entre Occidente y Oriente; así como, 4) los primeros ataques terroristas de estos dos últimos siglos.

A diferencia de otros sucesos originados en siglos pasados, estos últimos consolidaron un “nuevo orden mundial”1, trayendo consigo la paulatina unificación de criterios jurídicos por parte de un considerable número de naciones y el establecimiento de nuevas reglas en la comunidad internacional, de manera tal que la forma de comerciar pasó a ser otra (la multilateralidad y el libre comercio) y, por primera vez, se hacía eco a la existencia de los derechos humanos, ya que con el nuevo orden mundial, se convino que todo ser humano detenta ciertas facultades inherentes frente al Estado y a cualquier otra persona, allende su origen y su ubicación geográfica.

En principio, la vigencia del nuevo orden mundial parecía ser perenne e inmutable. No obstante, con el transcurso del tiempo, se ha constatado que es más bien falible y cambiante.

Lo anterior se sustenta en que, actualmente, hay un distanciamiento entre la lógica dictada por lo que hasta hace poco se creía que era el orden mundial y la práctica de la política exterior de algunos países democráticos. En otras palabras, lo que antes parecía congruente para la diplomacia, el comercio internacional y para la protección de los derechos fundamentales, hoy en día ya no lo es, en gran medida pareciendo, más bien, que se está ante un desbarajuste del propio orden mundial.

Por ello, se habla ahora del nacimiento de un “nuevo desorden mundial”, cuyo origen recae en el ascenso del populismo en los propios países democráticos. Tal aseveración parte del estudio desarrollado por los académicos Ronald F. Inglehart y Pippa Norris, de la Universidad de Michigan y de Harvard Kennedy School respectivamente, en el cual concluyen que el ascenso del populismo se debe a la disconformidad de ciertos grupos (que antes se veían beneficiados por el antiguo sistema) tienen respecto de valores como el multiculturalismo, la cooperación internacional, la democracia y la protección de los derechos fundamentales, ocasionando un cultural backlash.2

Uno de los ejemplos más adecuados para lo mencionado anteriormente fue el apoyo de gran número de electores estadunidenses al otrora candidato a la Presidencia de los Estados Unidos de América (EE.UU.), Donald Trump, lo cual obliga a preguntarse: ¿Acaso la misma población se está deshaciendo del orden mundial e implantando uno nuevo sin siquiera saberlo?

Sin responder dicha interrogante todavía, se debe notar que desde inicios del 2017 el conjunto de decretos ejecutivos expedidos por el gobierno federal de los EE.UU., presidido por Trump, dejó en claro su oposición al libre comercio multilateral, ideología que contradice a la política exterior aplicada por los EE.UU. desde el final de la Segunda Guerra Mundial, puesto que desde esa fecha preconizaba la integración global con base en acuerdos internacionales de libre comercio, como señala el periodista británico, John Cassidy.3

Otro ejemplo que conviene resaltar es el célebre “Brexit” materializado en el referéndum que se llevó a cabo en Reino Unido en 2016, puesto que significó un importante golpe para la popularidad de la Unión Europea y su aspiración política de establecer un entramado común de instituciones y normas jurídicas para los países del viejo continente desde 1950.

Para empeorar el panorama poco prometedor para la subsistencia del agonizante orden mundial, dentro de la propia Unión Europea, la extrema derecha ha encontrado el apoyo de un gran número de ciudadanos, actores políticos como Marine Le Pen, presidenta del Frente Nacional en Francia, y Geert Wilders, fundador del Partido por la Libertad en Países Bajos, quienes encuentran en Trump y el mencionado Brexit musas de inspiración para sus discurso políticos.

En este sentido, la decadencia institucional de la Unión Europea puede relacionarse con el fenómeno de la “decadencia política” que el profesor de la Universidad de Stanford, Francis Fukuyama, bien señalaba debido a que las instituciones decaen principalmente por el hecho de que éstas fueron creadas para satisfacer demandas de circunstancias específicas, sin embargo, ese entorno está sujeto a cambios, y si las instituciones no se adaptan, estas decaen al sentir presión de ciertos grupos emergentes.4

Así pues, actualmente el nuevo orden mundial originado después de los conflictos bélicos del siglo XX y consolidado a principios de la década de los noventa está pasando a ser ya el “antiguo orden mundial”, abriendo paso a uno nuevo mucho más reticente a la obligatoriedad impuesta por los acuerdos internacionales en materia de protección de derechos fundamentales, a la multilateralidad de los mismos en el libre comercio y, en general, a la globalización.

Por último, si bien es posible concluir que el desorden mundial se deba al auge del populismo en los principales países democráticos, aún subyace la pregunta: ¿A qué se debe este auge populista? Por lo que respecta al desinterés político cada vez mayor hacia la protección de los derechos fundamentales, bien se podría culpar al temor de la población a los recientes ataques terroristas y a la consecuente, pero mal correlacionada, xenofobia en contra de los refugiados. Por otro lado, en cuanto a la polarización de las relaciones comerciales, partiendo de Cassidy5, la explicación se encuentra en el desempleo al interior de los países, supuestamente provocado por el libre comercio, como ocurre en EE.UU.

Por las razones que sean, lo único que se aduce con total certeza es que en el presente se esté gestando la consolidación de un nuevo orden internacional, del cual esta generación será testigo.

NOTAS:
1. De acuerdo con Mikael Baaz, citado por Juan José Palacios, el orden mundial es “un arreglo pactado explicita o tácitamente entre las potencias dominantes, generalmente después de una conflagración mayor, acerca del papel que cada una de ellas ha de desempeñar y los principios, leyes e instituciones que habrán de gobernar las relaciones entre todos los actores en la escena global durante un periodo determinado”, Palacios L., Juan José, “El orden mundial a inicios del siglo XXI: orígenes, caracterización y perspectivas futuras” Espiral, Estudios sobre Estado y Sociedad, vol. XVIII, núm. 52, septiembre-diciembre de 2001, p. 228.
2. Inglehart, R.F. y Norris, P., “Trump, Brexit, and the rise of populism: Exonomic Have-nots and Cultural Backlash”, disponible en https://research.hks.harvard.edu/publications/getFile.aspx?Id=1401, publicado en agosto de 2016.
3. Cassidy, J., “Donald Trump’s New World Disorder” The New Yorker, disponible en www.newyorker.com/news/john-cassidy/donald-trumps-new-world-disorder, publicado el 24 de enero de 2017.
4. Véase Fukuyama, F., Orden y decadencia de la política. Desde la revolución industrial hasta la globalización de la democracia, Barcelona, Deusto, 2014, pp. 628-625.
5. Cassidy, J., op. cit.




Formación electrónica: Ilayali G. Labrada Gutiérrez, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ignacio Trujillo Guerrero