La igualdad de género: crucial para el desarrollo sostenible


Publicado el 29 de mayo de 2017
Verónica Valeria De Dios Mendoza
Abogada, activista, conferencista, consultora y asesora en materia de género, y
directora en de la revista digital Análisis y opinión con perspectiva feminista,
valeriadediosm@gmail.com,
https://valeriadedios.com/

La Agenda 2030 para el desarrollo es producto del esfuerzo de los Estados Miembros, con una amplia participación de especialistas y de la sociedad civil. Fue así que en año 2015, tras varias rondas de negociación, se lanzó el documento final titulado “Transformar Nuestro Mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”, adoptada por 193 miembros de las Naciones Unidas. En él se integran 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), guiando y remplazado los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) a partir del año 2016 por los próximos 15 años.1

El documento incluye 17 objetivos, entre los cuales se contempla la igualdad de género. Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas no sólo es un derecho básico que debe abordarse desde su individualidad, sino que representa un punto clave que se entrelaza íntimamente con la realización plena del resto de los objetivos de desarrollo sostenible.

La relevancia que ostenta el objetivo número 05 se sustenta en dos vertientes. Si bien es cierto que la sociedad enfrenta diversos obstáculos para lograr, como algo tangible, cada uno de los objetivos de desarrollo sostenible, estos factores impactan de manera diferente en las vidas de las mujeres y los hombres. Las mujeres atraviesan obstáculos para ver logrados en sus vidas cada uno de los objetivos de desarrollo sostenible planteados, puesto que dichos objetivos no son trabajados por los Estados, organizaciones, sector de la sociedad civil, y demás agentes involucrados, desde una perspectiva de género que permita cubrir las lagunas de inequidad y desigualdad que sufren las mujeres.

El objetivo número uno, que hace referencia en poner fin a la pobreza en todas sus formas y en todo el mundo, se encuentra profundamente enlazado con las cuestiones de género. Una investigación del Grupo del Banco Mundial del informe “Mujeres, Negocios y la Ley 2016”, refleja la existencia de 18 países donde a las mujeres se les impide conseguir un empleo si no cuentan con la autorización de sus esposos. Si ellos consideran que no será beneficioso para sus familias, las mujeres quedan imposibilitadas para trabajar —países como Jordania e Irán están entre ellos—. Por otra parte, aproximadamente 100 países alrededor del mundo mantienen vigente para las mujeres la prohibición de realizar ciertos trabajos, siendo sólo 18 países los que se encuentran libres de cualquier legislación discriminatoria.2

Es verdad que la pobreza mantiene procesos comunes entre los sexos, pero resulta innegable su mayor afectación en la vida de las mujeres. Éstas presentan un alto grado de vulnerabilidad por verse inmersas en la pobreza, pues incluso el papel que juegan en la vida familiar tiende a desplazarlas de los espacios públicos, excluyéndolas al círculo privado de los ciudades del hogar, lo que implica la creación de barreras que impiden a las mujeres alcanzar su máximo potencial económico.3

Incluso la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, aprobada por 189 Estados Miembros en el año de 1995, refleja la clara urgencia de abordar la íntima relación entre las mujeres y la pobreza; una cuestión que se encuentra ligada a poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible.

La igualdad de género también exige un foco de atención dentro del objetivo que implica garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad, además de promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos. Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (United Nations International Children’s Emergency Fund), aproximadamente 121 millones menores de edad no acuden a la escuela, siendo en su mayoría niñas las que se encuentran ausentes. Si dentro de las familias existe la posibilidad de que se costee sólo una tarifa escolar, resulta más factible que sea alguien del sexo masculino quien reciba educación; y del sexo femenino quien se encargue de realizar las tareas domésticas del hogar. 4. Sumándose a ello, las altas tasas de matrimonios infantiles forzados y los embarazos a corta edad son factores trascendentales que tienden a dificultar o truncar el acceso de las mujeres a la educación.

Respecto a otro punto, las cifras emitidas por la ONU demuestran que para el año 2025 es probable que casi dos tercios de la población a nivel mundial experimenten algún tipo de crisis con relación al agua. Esto implica un grave problema para las mujeres, pues son quienes generalmente, y debido a los estereotipos de género que persisten en diversas comunidades, asumen el papel de realizar las tareas domésticas, situación que implica la recolección de agua. En cuanto a México, las cifras de la encuesta nacional de uso del tiempo reflejan la desigualdad entre hombres y mujeres en cuanto al acarreo de agua, siendo doblemente la actividad de las mujeres. Tomando así gran relevancia las cuestiones de género en el contexto del cambio climático, ya que el fenómeno, respecto al acceso al agua potable, podría perjudicar de diferente manera a las mujeres.5

En cuanto a la salud, las mujeres experimentan innumerables detrimentos referentes al acceso y calidad de servicios de salud. Un ejemplo de ello es la violencia obstétrica como acto común dentro del sector salud. Mujeres en todo el mundo son propensas a sufrir un trato ofensivo, o son lastimadas tanto física como emocionalmente, incluyendo el no ser respetadas en sus decisiones durante el parto en centros de salud. Ejemplo de ello es la alteración del proceso natural del parto de bajo riesgo mediante el uso de técnicas de aceleración —sin obtener el consentimiento de la mujer— y la práctica del parto por vía de cesárea, aun existiendo condiciones para el parto natural.6

Una consecuencia casi inevitable de la aplicación del paradigma médico misógino, machista y retrograda vigente en casi todos los países del mundo.

Una visión con perspectiva de género constituye la base indispensable en la conquista de los objetivos que plantea la Agenda 2030, no sólo porque las barreras que los objetivos enfrentan se encuentran íntimamente ligadas a las desventajas que continuamente sufren las mujeres, sino también porque implica garantizar la participación activa de las mujeres tendientes a liderar acciones para promover, monitorear y revitalizar alianzas en pro del desarrollo sostenible.

NOTAS:
1. Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Agenda 2030 para el desarrollo sostenible, en http://www.cepal.org/es/temas/agenda-2030-desarrollo-sostenible [consultada el 26 de febrero de 2017].
2. Indrawati, Sri Mulyani, Discriminar a las mujeres mantiene pobres a los países, Banco Mundial, en http://blogs.worldbank.org/voices/es/discriminar-las-mujeres-mantiene-pobres-los-pa-ses [consultado el 26 de febrero de 2016].
3. Organización Internacional del trabajo, Género, pobreza y empleo, enhttp://www.oit.org/public//spanish/region/ampro/cinterfor/temas/gender/doc/cinter/equidad/cap1/x/index.htm [consultado el 26 de febrero de 2017].
4. UNICEF, Promover la igualdad entre los géneros y la autonomia de la mujer. El objetivo: promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer, en https://www.unicef.org/spanish/mdg/gender.html [consultado el 26 de febrero de 2017]
5. CINU, Centro de Información de las Naciones, Género y cambio climatico, Ficha informativa sobre género y desarrollo, núm. 7, en http://www.cinu.org.mx/gig/Documentos/ambiente.pdf [consultado el 26 de febrero de 2017].
6. F. Belli, Laura, “La violencia obstétrica: otra forma de violación a los derechos humanos”, Revista Redbioética/UNESCO, 2013, en http://www.unesco.org.uy/shs/red-bioetica/fileadmin/shs/redbioetica/Revista_7/Art2-BelliR7.pdf [consultado el 26 de febrero de 2017].




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