Fin y principio de la guerra*

Publicado el 5 de mayo de 2017

María Marván Laborde
Investigadora del Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM,
twitter@MarvanMaria

“La guerra es la continuación de la política por otros medios”.
Carl von Clausewitz(1831)

Esta frase célebre del militar prusiano también se usa frecuentemente en sentido inverso. En épocas de campaña electoral es más evidente que la política es la continuación de la guerra por otros medios. Inclusive, nos dice Raúl Benítez, académico estudioso del Ejército y las relaciones cívico-militares, la política abreva en el lenguaje de la guerra y, por ello, llamamos campañas a los periodos de preparación de las elecciones.

Las campañas electorales suelen engarzar una serie de batallas para culminar el día de las elecciones en la batalla que definirá al triunfador y a los derrotados. Por eso no debe asustar el nivel de crispación que a veces se alcanza en los procesos electorales. De hecho, campañas y elecciones han sido el mecanismo más civilizado, quizá deberíamos decir con mayor elegancia, el menos violento, para renovar a los gobernantes desde que la democracia decidió que heredar el poder era inaceptable.

Cuando el poder no se compite a través de elecciones, se arrebata, ojalá pudiéramos decir se arrebataba, a través de golpes de Estado y asesinatos, por ello, deberíamos ser un poco más tolerantes con la pasión que despiertan los procesos electorales.

Vivimos en la época del lenguaje políticamente correcto que incuba altos niveles de hipocresía y nubla el pensamiento, además impide la discusión franca y abierta. Es frecuente que muchas voces en la opinión pública y algunas de académicos serios, se escandalicen por lo que se dice en las campañas electorales. Si bien es loable la discusión de programas y propuestas alternativas, la realidad es que no hay campañas que no tengan altas dosis de negatividad, especialmente en los spots.

A las cero horas del día de hoy, inició lo que nuestra ley electoral reconoce como el periodo de reflexión después de la campaña. México ha decretado que son necesarios tres días completos sin actividad electoral para darle oportunidad a los votantes para que reflexionen su voto antes de ir a la casilla.

Este periodo de silencio no es exclusivo de nuestro sistema electoral, aunque tampoco existe en todos los países. Estados Unidos, por ejemplo, permite que el mismo día de las elecciones continúe la campaña electoral por todos los medios. En ambos casos carecemos de pruebas sobre los efectos de una u otra política.

Ayer concluyó también la batalla de las encuestas. Sólo nos quedará esperar los resultados del domingo para ver cuáles fueron los estudios de opinión que pudieron medir de manera más precisa las preferencias electorales. Como todos los procesos electorales, hubo encuestas serias y otras inventadas que pretenden empujar un cierto resultado.

A pesar de que no existe un solo estudio serio que compruebe que las encuestas llamadas push-polls tengan algún efecto sobre el electorado, partidos y candidatos no pierden la oportunidad de filtrar supuestos estudios porque así esperan atraer más votos el día de la elección. El domingo, Roy Campos tuvo que salir a repudiar una encuesta atribuida a su autoría y que se movía velozmente en redes sociales.

Antes de tener resultados oficiales, y probablemente sin los conteos rápidos ni un volumen considerable de actas capturadas por el PREP, veremos una batalla más ¿Cuántos contendientes saldrán a declararse triunfadores el domingo en la noche? Hace un año había 12 gubernaturas en juego y la noche del domingo teníamos más de 24 supuestos ganadores.

El lunes sabremos con mayor precisión quiénes ganaron las elecciones del Estado de México, Coahuila y Nayarit. En las semanas siguientes tendremos la madre de todas las batallas en los tribunales y una batalla menor al interior de los partidos, estos discutirán qué dirigentes merecen permanecer, quiénes tienen una buena plataforma para lanzarse como candidatos y quiénes, simplemente, recogerán sus tiliches de la oficina del partido para irse a casa a disfrutar de la familia. Habrá terminado una guerra, la tregua será corta porque en ese mismo instante comenzará la del año entrante.

N.B. Repruebo enérgicamente el huevazo aventado a López Obrador.

NOTAS:
* Se reproduce con autorización de la autora, publicado en Excélsior, el 1 de junio de 2017.



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