Carta a un tal Juan Preciado

Publicado el 5 de junio de 2017

Jorge Alberto González Galván
Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM,
jagg@unam.mx

A Juan Rulfo, in memoriam

Dicen que me andas buscando.

Andan diciendo que eres mi hijo.

Dicen que andas a pie,
no entiendo,
no concibo a un hijo mío sin caballo.

Sólo te pido que no te creas de los chismes,
cuando la gente no tiene nada por hacer se la pasa inventando cosas.

Por cierto, ¿quién es tu madre?

Dices que te dijo que me cobrarías lo que le debo, lo que les prometí y no cumplí.

La vida no fue seria conmigo como para tomar en serio todo lo que hice y dije.

Yo tampoco conocí a mi padre, todo lo que tuve, incluyendo a tu madre, lo obtuve a la fuerza.

¿Para qué desenterrar el pasado? Lo hecho, hecho está.

Viví un tiempo sin ley y sin Dios.

Amé como loco a una loca.

Tú al menos conociste a tu madre, yo no.

Te desilusionaría conocer la casa en ruinas donde vivo.

Este pueblo miserable fue abandonado hace mucho tiempo. Yo ya no tengo a quién mandar. Sólo conservo los recuerdos; los buenos, los que tienen que ver con el arroyo donde me bañaba con mis amigos después de salir de la escuela. ¿Tú tienes amigos?

Espero que no sólo sepas hablar y que hayas aprendido a leer y escribir. De algo te servirá.

No me busques, ¿de qué te puedo ayudar? No tengo nada, todo lo perdí. Por eso te escribo.

Hablar con un muerto no tiene caso. Yo también hubiera querido hablar con mi padre en sueños, pero los muertos no soñamos.

Busca mejor una mujer y quiéranse mucho para que tengan hijos.

No te metas en problemas como yo. No pienses que las personas te pertenecen. Mira el sol de tus días sin resentimientos.

No sé qué edad tengas, pero no dejes de estudiar.

Y no te fatigues buscándome. Por eso te escribo. No me guardes rencor, no tiene caso. Estuve acostumbrado a dar órdenes, no consejos. Me arrepiento de muchas cosas, yo también sufrí.

Sé que no merezco el perdón de nadie.

Cuida tus pasos, tus palabras, lo que haces, no hagas daño a nadie, te quedarás solo como yo.

No te preocupes por mí, yo ya no puedo hacerle mal a nadie.

Cuando tengas hijos diles que te quise, aunque no sea cierto. Los niños les creemos todo a los padres si son cosas buenas. Prométeme que lo harás, hijo.

Formación electrónica: Ilayali G. Labrada Gutiérrez, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ignacio Trujillo Guerrero