Leyes de Memoria Histórica

Publicado el 16 de junio de 2017

Jorge Alberto González Galván
Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM,
jagg@unam.mx

No se trata de “hacer plantón o marchas” para hacer que hagan lo que exijo. Lo digo porque a mí me gustaría que me convencieran, no que me presionaran, para hacer lo que me exijan o pidan. Por ello, haría una carta a hoteleros y restauranteros del país explicando las razones históricas para que cambien (si logro convencerlos), los nombres de sus negocios, cuando sean de personas que durante los periodos de colonización mexica o española, impusieron a los pueblos sometidos sus gobiernos, religiones y los despojaron de sus tierras.

¿Ejemplos? Moctezuma, Cuauhtémoc, Cuitláhuac, Nezahualcóyotl, Cristóbal Colón, Hernán Cortés, Isabel la Católica, Francisco de Montejo, Diego de Mazariegos, Bartolomé de las Casas, Junípero Serra, Vasco de Quiroga… Repito, no se trata de incendiar la pradera, se trata de convencer para crear conciencia de que hay personajes de nuestra historia, como los mencionados, que son una afrenta a los pueblos indígenas de hoy, en particular, y representan un error histórico su reconocimiento público, en general.

España legisló en materia de “Memoria Histórica” para suprimir de sus espacios públicos esculturas y nombres de calles que representaran la época de la dictadura franquista. Ello constituye una buena práctica de la memoria colectiva de un pueblo para corregir los errores, recuperar la dignidad y vivir con el corazón en paz.

Hace poco se dio a conocer que un funcionario español de medios electrónicos censuró que se reconocieran como héroes, o ejemplo a seguir, a los mexicas, ya que fueron un imperio, una dictadura. Y tiene razón, en efecto. Donde se equivoca es en no reconocer que los castellanos de la época eran también un imperio, una dictadura, y que lo que nos “trajeron”, según él, era mejor: religión y arte. Olvidó que eso, después de la conquista, se impuso. No fue una acción “civilizatoria” ni de convencimiento, sino de barbarie; fue producto de la imposición, del autoritarismo, y nadie (ni aquí ni en España) debería sentirse orgulloso.

La lección histórica por aprender (y aplicar) es que nadie, en lo individual y en lo colectivo, debe considerar que lo que piensa, siente y hace es mejor y superior a lo que piensan, sienten y hacen los demás. Ello no me da derecho a imponer mi punto de vista. La memoria sirve no sólo para no olvidar nuestros defectos, sino para corregirlos y evitar que se repitan.

Formación electrónica: Ilayali G. Labrada Gutiérrez, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ilayali G. Labrada Gutiérrez