Caricatura de lo caricaturesco *

Publicado el 4 de agosto de 2017

María Marván Laborde
Investigadora del Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM,
twitter@MarvanMaria

LLa campaña política de Trump parecía una sucesión de hechos grotescos que presentaban a un personaje vulgar, carente de formación política, irresponsablemente dicharachero y orgulloso de ser el bravucón del barrio. Aun así, su Presidencia ha sido todavía peor. Casi parece una mala broma

Tropiezos, mentiras y equívocos se entremezclan a diario. A punta de tuits y declaraciones, que luego hay que salir a aclarar a la prensa nacional e internacional, tiene al mundo en vilo. Ayer mismo, la oficina de la Casa Blanca, en voz de Sarah Sanders, se vio en la necesidad de admitir que Peña Nieto no había llamado a Trump para hacer comentarios positivos relacionados con la disminución de mexicanos que intentan entrar a Estados Unidos como producto de su política antiinmigrantes.

Las primeras semanas fueron de pavor, entre decretos —órdenes ejecutivas— y declaraciones agresivas en contra del mundo entero, con un profundo desprecio a los extranjeros, la exacerbación del proteccionismo económico y la habilidad de culpar a los otros por la situación nacional, todo parecía anunciar una eficiencia que ha quedado reducida al efectismo de sus arranques contenidos en 140 caracteres.

El sistema de pesos y contrapesos, que con tanto esmero diseñaron los federalistas, ha tenido que ser echado a andar una y otra vez. El Poder Judicial norteamericano ha detenido sus decretos en contra de los musulmanes y sus familiares, precisamente porque prejuzga y descalifica a seres humanos con base en sus creencias religiosas, asume a todos como extremistas, de la misma manera que todos los mexicanos quedamos reducidos a delincuentes y violadores.

El Poder Legislativo no le ha permitido desbaratar el Obamacare tan fácilmente. Paul Krugman, en una editorial de hace unos días, evidenció la incoherencia de los republicanos que, por un lado quieren desbaratar la política sanitaria porque les parece una mala idea que promueva la cobertura universal, pero al mismo tiempo critican que no haya alcanzado la cobertura suficiente. Más allá de la evidente contradicción, asevera que ha habido un deterioro ético del partido que aprendió a mentir con tal de ganar elecciones.

Ubica el principio de la debacle hace 40 años, cuando el movimiento neoconservador se apropió de un importante sector de republicanos que poco dominaron al partido. Aparecieron entonces, subrepticiamente, los antecedentes de los hechos alternativos. Promesas de bonanza sostenidas en conjeturas, recortes a los impuestos que nunca trajeron los beneficios prometidos, pero que atrajeron votantes.

En sólo seis meses, Trump ha dejado claras sus grandísimas deficiencias para formar su equipo de colaboradores. Quizá nunca haya habido otro presidente en la historia de Estados Unidos que haya tenido tantas renuncias y remociones en tan poco tiempo. Quizá tampoco nunca habían experimentado un nepotismo tan cínico.

Dentro de las malas decisiones, es posible que el nombramiento de Anthony Scaramucci, el 21 de julio pasado, se mantenga en los cinco errores más destacados de la historia presidencial. (Mal) aconsejado por su hija y su yerno, lo nombró como director de comunicaciones. Sean Spicer, jefe de prensa, renunció inmediatamente.

Tres días después, Scaramucci le confirma a Politico que tiene ganas de despedir a Michael Short. Por supuesto, ese día en la tarde la renuncia de Short se encontraba en el escritorio correspondiente. El mismo medio publica un informe financiero de Scaramucci, que éste considera falsamente una filtración, por ello acusa a Reince Priebus, jefe de gabinete de Trump, a través de Twitter.

La revista New Yorker publica la ahora vulgar y famosa conversación en la que insulta a Steve Bannon, enlace con el Partido Republicano y al propio Priebus, quien deja el puesto al día siguiente. Finalmente, el 31 de julio Scaramucci es destituido al momento de entrar el general John Kelly a tratar de meter orden en la Casa Blanca.

Si la presidencia parece caricaturesca, Scaramucci fue su propia caricatura. Burla de la burla. Si como dice Krugman, este desastre es producto de cuarenta años de cinismo, no se ve sencillo encontrar un nuevo derrotero.

NOTAS:
* Se reproduce con autorización de la autora, publicado en Excélsior, el 3 de agosto de 2017.



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