El azúcar: de un comercio administrado a un "comercio justo"*
Publicado el 22 de agosto de 2017
Jorge Witker
Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM
Ha transcurrido cerca de un cuarto de siglo hablándose y defendiéndose el libre comercio en México, para llegar al fin a reconocerse un comercio administrado, basado en autolimitaciones exportables, país por país.
Como en tantas otras actividades, volvemos a los restrictivos años del siglo pasado, en que nuestros vecinos impusieron cuotas y precios mínimos al tomate, producto de la defensa que hicieron los agricultores de Florida, y que recordamos, que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), fue la gran salida para superar dichas prácticas e imponer en definitiva un libre comercio, lejos de los proteccionismos frecuentes en la época, tanto en el mundo como en nuestro comercio bilateral.
El azúcar es un commodity que ha sufrido los vaivenes de un mercado cambiante y poco fiable para las inversiones en el mundo, en efecto, a la azúcar de caña, que es el recurso natural mexicano por excelencia, se ha sumado una azúcar derivada de la remolacha y otro endulzante denominado jarabe de maíz (alta fructuosa), productos estos, que han entrado directamente a competir en el mercado, destacando que éste último ha comprobado tener signos negativos para la salud de los consumidores.
Conviene señalar que desde la suscripción del TLCAN en 1993, este producto ha sido considerado como sensible, y que desde aquéllos años se ha tenido que negociar una cuota anual de exportación a los Estados Unidos de América. Es decir, originalmente el TLCAN no cumplió al respecto su cometido, y dejó vigente un comercio administrado frontalmente, combatido por el Libre Comercio de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
Adicionalmente, conviene señalar que el frustrado TPP constituyó para la azúcar mexicana una amenaza real, pues permitía una dualidad de esquemas perjudicial para México, puesto que abría el mercado del TPP a la libre exportación de azúcar, a países tan eficientes como Australia, Nueva Zelanda y el propio Perú. Recordamos que nuestras autoridades, tan partidarias del TPP, en aquéllas negociaciones nada mencionaron de que con él, la compleja cuota anual del producto desaparecía y se abría a la competencia de los países azucareros antes mencionados.
Ahora bien, el acuerdo recientemente suscrito entre Wilbur Ross e Idelfonso Guajardo, es la presión más clara de la forma como el gobierno del presidente Trump entiende el “comercio justo”, pues México tuvo que aceptar reducir la exportación de azúcar refinada a un 30%, es decir, del 40% exportable, se reduce a un 30%, y en cuanto a la azúcar cruda, la reducción también se da de un 70% a un 60%, reducciones éstas que afectan notoriamente a los cañeros, jornaleros e industriales mexicanos, los que han sido además acusados de un supuesto dumping que sólo el fundamento del manido “dumping social” podría explicar. Conviene señalar que dichas acciones se mantienen vigentes y que no formaron parte de esta compleja y adversa negociación.
En relación a esta situación negativa para el país, conviene señalar que nuestro mercado interno es afectado significativamente por las importaciones que se hacen del jarabe de maíz (fructuosa), que consumen la industria refresquera y repostera, captando un sector importante del mercado interno, que podría con ocasión de ésta medida restrictiva exportadora, en reciprocidad, aplicar algún arancel o cuota administrada, como lo que nos impusieron en la azúcar mexicana exportable.
Además que la práctica de este “comercio justo” de nuestro vecino, es un claro aviso de cómo vienen las negociaciones y revisiones del TLCAN, y si nuestras autoridades van a actuar de la misma forma, es decir, no compensar con medidas de “retalation” a las cuotas administradas, el futuro para nuestro comercio exterior, al parecer, se insinúa complejo e incierto.
NOTAS:
Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ilayali G. Labrada Gutiérrez