Derechos humanos aquí y allá1

Publicado el 16 de octubre de 2017

Leticia Bonifaz Alfonzo
Directora de Derechos Humanos, de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
LBonifaz@mail.scjn.gob.mx
twitter@leticia_bonifaz

Maggie Loredo fue llevada por sus padres a Estados Unidos a los dos años de edad. Ella no decidió en ese momento su destino. Lo alcanzó más tarde. Migraron de San Luis Potosí a Texas y después a otros Estados del país vecino. Comenzó a hablar el inglés y -como ella dice- a honrar la bandera de las barras y las estrellas. Hizo amigos de orígenes diversos y se sabía distinta porque en su casa se hablaba español. No había otra diferencia.

A los dieciséis años, imbuida por la alegría de la graduación del Colegio y con mil y un sueños para el futuro, se enteró de que no iba a poder continuar con ninguno de sus planes por una razón muy simple: era una indocumentada. Eso significaba que tenía derechos diferenciados y una estancia que la ponía en riesgo incluso de deportación.

Sus padres no habían abordado nunca el tema aunque para ella siempre fue extraño el paso furtivo de parientes mexicanos que llegaban y salían de su casa de manera distinta a una visita convencional.

A partir de descubrir su situación migratoria, Maggie comenzó a experimentar lo que era ser sombra, tener una vida secreta, intentar no existir. Ella sabía que ya no iba a tener las mismas oportunidades de estudio, de trabajo y de desarrollo en Estados Unidos. No podía aspirar siquiera a tener una licencia de manejo y mucho menos a aplicar para estudios de educación superior. Su vida se topó con una barrera infranqueable.

Por no querer vivir en una mentira, decidió regresar a los 18 años de Georgia a México. Al llegar, no entendía a cabalidad el español. Tenía temor de decir mal alguna frase que pudiera provocar burlas. El regreso a San Luis Potosí no fue fácil, aunque encontró lo que ella buscaba: sus raíces. Se guardó en silencio el enojo cuando escuchó a una persona que llamaba “traidores” a los que -como sus padres- habían optado por migrar años atrás.

Después de enfrentarse a la burocracia para revalidar sus estudios, descubrió las ventajas de ser bilingüe y bicultural y tomó la decisión de dedicarse a la defensa de los derechos humanos aquí y allá. Junto con amigos que tuvieron la misma experiencia de vida, aunque con particularidades en la estancia y en el retorno, constituyeron la agrupación ODA (Otros dreams en acción) que se dedica al apoyo y orientación de deportados y de retornados, gente que voluntariamente o involuntariamente está de regreso. Historias individuales que han ido conformando un colectivo de lucha.

Tres veces a la semana se van turnando para esperar a media noche la llegada de los vuelos semanales procedentes de E.U. con mexicanos deportados. Su propósito es que encuentren algo más que el folleto de “bienvenido paisano”. Orientan a las familias que los esperan –cuando las hay-, ofrecen sus celulares para las primeras llamadas y dan los auxilios específicos que cada quien requiera.

Aunque aparentemente los paisanos descienden del avión sin nada, todos traen -como Maggie- una historia de vida. En el tramo final de la deportación, nos cuentan, los suben esposados; a veces de las manos y otras de pies y manos. Al comenzar a sobrevolar territorio nacional recuperan una parte de la dignidad perdida.

Los integrantes de ODA están preocupados por las decisiones políticas de aquí y de allá y de sus impactos. Consideran que aquí no hay una política integral de atención a los deportados y retornados y también ven cómo allá día a día, tuit a tuit, se agrava la situación con las nuevas decisiones migratorias y el freno al DACA.

Algunos han llamado a esta generación que ha retornado generación perdida. Yo la veo ganada. Llena de entusiasmo. Con el coraje que se necesita para emprender y coronar una lucha; saben que se pueden romper barreras porque ya lo hicieron una vez y lo harán otras tantas. Hay talento y compromiso. Hay esperanza.


NOTAS:
1 Se reproduce con autorización de el autor, publicado en El Universal, el 16 de septiembre de 2017.



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