Desarrollo integral de los niños como derecho fundamental de la sociedad

Publicado el 25 de octubre de 2017

Jorge A. Camacho Ávila
Alumno de la maestría en Derecho constitucional y amparo, Universidad Autónoma de San Luis Potosí,
jorge.camacho.a2@gmail.com

¿Sientes una continua pérdida de los valores en la actual sociedad mexicana? ¿Has escuchado alguna vez la frase “la educación viene de la casa y no de la escuela”? ¿Consideras que nuestros niños se están desarrollando en un medio sano? ¿Crees que los casos de bullying son debidamente atendidos? ¿Qué podemos hacer como sociedad para ofrecernos —no sólo a nosotros, sino a nuestros hijos— un futuro digno y armónico?

Para comenzar a responder estas preguntas, y a su vez profundizar en el tema, es importante mencionar que en nuestra sociedad, desde ya hace algunos años, vivimos una escalada de violencia, misma de la que día a día nos enteramos vía televisión, periódicos, redes sociales e, incluso, a través de la divulgación misma entre familiares o vecinos de una determinada zona o lugar.

Y no sólo la violencia se ha apoderado de nuestro día a día, sino algo que también preocupa, y mucho, es la pérdida de asombro o la actitud indistinta de lo malo o lo bueno; el temor a las instituciones encargadas de mantener el orden e inclusive, y como dato anecdótico, el nulo respeto a los dogmas religiosos que en otras épocas eran concebidos por la conciencia de los ciudadanos como normas preestablecidas del mundo que habitaban.

No es de extrañar que, ante la constante exposición a la violencia ya mencionada, los más afectados sean los niños, quienes sin la orientación adecuada, son algunas veces incapaces de discernir entre lo bueno y lo malo, o lo leve y lo grave, o por su edad, el común de prevenir acerca de las consecuencias de sus actos, para lo cual se torna fundamental la cercanía de los padres o familiares, para que les ayuden a adecuar su comportamiento al que se espera de un futuro ciudadano honorable.

En efecto, la educación viene de casa, del hogar, del seno familiar, y con esto se habla de la verdadera educación, aquella que rige tu comportamiento, no al acto de acumular información y la memorización de datos, formulas y procesos. Tampoco hay que confundirla, en este caso, con el grado de estudios, pues está más que comprobado que personas de origen humilde y con poco grado de estudios pueden tener una escala de valores y prioridades mejor enfocada que aquellas personas que tienen una vida acomodada, económicamente hablando, y que cuentan con la mayor preparación académica.

Otra problemática, aún mas importante, es el que existan tantos padres y madres que no toman al 100% su rol dentro de la educación y crianza de sus hijos, para que ayuden a convertirlos en personas de bien. Y como ya se ha mencionado, no es esto una lucha de clases, ni siquiera de edades, ya que aunque los hijos de matrimonios o parejas jóvenes suelen ser más susceptibles, esto no exime a aquellos mayormente consumados y estables de su responsabilidad, no sólo para con sus hijos, sino para con los hijos de todos los demás, y en un futuro, para la sociedad entera.

Hoy en día el tema del bullying es rutinario, y aunque no es nuevo, los factores antes mencionados pueden ocasionar el que verdaderas desgracias ocurran —como han ocurrido ya en nuestro país—, y peor aún, con niños que ni siquiera alcanzan la edad para ser juzgados por la justicia para menores, la cual los comienza a contemplar como adolescentes susceptibles de culpa hasta los 12 años.

Es de suma importancia hacer hincapié en que no se pretende, en ningún momento, penalizar a niños de 11 u 8 años, porque sería ilógico el siquiera sugerirlo, pero también es importante mencionar que alguien debe tomar esa responsabilidad de manera total y completa, y probablemente de forma más seria de lo que hasta el día de hoy se ha tomado.

Sin lugar a dudas, no se puede generalizar en este aspecto; pero también es importante mencionar que hoy por hoy las instituciones que podrían, o deberían, ayudar están rebasadas, y un error terrible sería fingir que no pasa nada, que es normal y que es problema de aquellos niños que por culpa de sus padres no están preparados para desenvolverse en el mundo fuera de casa.

En la medida que prevengamos, podremos tener éxito en la preparación de una mejor generación de personas, con una escala de valores bien establecida y un correcto orden de prioridades. De no hacer nada, nos enfrentamos a la posibilidad de que en el futuro los actos de bullying se conviertan en actos delictivos, y que se recrudezcan con el tiempo.

No hace mucho, en el estado de Michoacán, el país entero quedaba horrorizado ante el lamentable deceso de un niño de 11 años, que era víctima del abuso de sus compañeros en su escuela primaria; compañeros todos de su misma edad, aunque, en este caso, las victimarias eran unas niñas compañeras de su salón de clases, que en ningún momento se detuvieron a pensar si los golpes eran muy fuertes, o si habían sido demasiados. Por supuesto, en ningún momento se detuvieron a pensar en las consecuencias de si alguna de las anteriores preguntas era positiva; tampoco se dice que tuvieran la clara intención de matarlo, pero lo cierto es que ocurrió, y que una familia lloró esa gran pérdida. Además, otros culpaban a la profesora en turno, y sí, es innegable que tiene su porcentaje de responsabilidad, así como las autoridades del plantel, pero los más culpables son aquellos padres y madres, o tutores, de esas niñas; porque no conocen realmente a sus niñas, y no saben de qué son capaces, o lo que es peor: que no les han si quiera enseñado el valor inigualable de la vida humana, de la salud, del bienestar, de la felicidad, del daño que le hacían al niño desde antes de trágicamente terminar con su vida.

En otro hecho aberrante, un niño de 11 años fue sorprendido mientras intentaba abusar sexualmente de una niña de 8, y tras la investigación se descubrió que no era su primera víctima.

Con todo esto, es imperativo mencionar que no se puede esperar a que incidentes de este tipo se sigan reproduciendo; se deben prevenir para no lamentar más.

La propuesta es generar una nueva institución, capaz de atender no sólo oportunamente, sino con rigidez, ante cualquier hecho o insinuación que pueda hacer pensar que un niño no está desarrollándose de manera integral y adecuada, tal y como lo menciona el artículo 4o. de la Constitución.

De no ser posible, reformar, y tal vez, abrir un nuevo departamento dentro de los DIF, en el cual el bullying, las faltas administrativas, o incluso los delitos cometidos por menores fuera del rango de quienes pueden ser sancionados por la Ley de Justicia para Menores (menores de 12 años), sean de primer orden. Asimismo, otorgarle facultades para sancionar por sí y sin necesitar de un tribunal, y que dependiendo de los actos y las repeticiones con que éstos ocurran, puedan desde forzar a tomar ayuda psicológica a padres e hijos, condenar a realizar trabajo comunitario o dar sanciones pecuniarias, según sea el caso, hasta el retiro de la custodia, de la patria potestad, e inclusive, la aplicación de penas que impliquen la privación de la libertad —éstas últimas recayendo en sus tutores legales—.

Se debe actuar de oficio y a petición de parte, siempre pensando en el interés superior del menor, y en este caso, tanto de victimas como de victimarios, e instando a padres y madres de familia a involucrarse en el sano desenvolvimiento de los niños, que no son otra cosa que el futuro de nuestra sociedad.



Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ilayali G. Labrada Gutiérrez