Cuidados paliativos y tratamiento del dolor *

Publicado el 31 de octubre de 2017

José Ramón Cossío Díaz
Ministro de la Suprema Corte de Justicia y
miembro del Colegio Nacional,
jramoncd@scjn.gob.mx
twitter@JRCossio

La revista médica The Lancet acaba de publicar los resultados de un amplio estudio sobre los cuidados paliativos y el tratamiento del dolor. A lo largo de varios años, quienes integramos la comisión creada ex professo para el tema recopilamos y analizamos información mundial para arribar a las conclusiones. Lo que se ha obtenido es el diseño de una política pública en tan delicado y apremiante tema como es el de salud pública. Ahora se requiere que los Estados nacionales adopten esa política para hacerla efectiva.

Lo que en la comisión hemos construido no habrá de realizarse automáticamente, sino mediante modificaciones jurídicas concretas que conlleven la imposición de obligaciones, el otorgamiento de derechos y el establecimiento de competencias. Debido a los cambios demográficos y sanitarios de las últimas décadas, el promedio de vida de la población se ha incrementado considerablemente. También han cambiado las causas de muerte. Las personas vivimos en general más, y mayoritariamente morimos de enfermedades crónico-degenerativas. La combinación de ambos factores produce enfermedades largas y dolorosas, así como procesos extendidos de deterioro físico y mental, en muchos casos con dolor.

Si consideramos el número de personas que cotidianamente viven con dolor y padecen en espera de su muerte, es claro que se está ante un problema que debe atenderse. La manera de enfrentarlo es cosa distinta. Por una parte y por diversos motivos, no existen los mecanismos jurídicos y administrativos para lograr el eficiente y continuado otorgamiento de los medicamentos necesarios para aliviar el dolor. Con ello se provoca una condición muy adversa para quienes se encuentran en tal situación. Por otra parte, para quienes ya saben que su vida terminará pronto, no se brinda el apoyo médico, psicológico y espiritual que podría darse en ese difícil tránsito.

Lo que el reporte de la Comisión Lancet sugiere son medidas concretas que, insisto, deseablemente debieran implantarse en todos los países. Así, se propone la adopción de un paquete básico de atención. Este se compone de medicamentos, equipos y recursos humanos. Los primeros son analgésicos de origen opiáceo para controlar el dolor. Por razones asociadas al consumo de drogas y a las políticas de prevención que ello suele conllevar, se dificulta la oferta de este tipo de medicamentos. La existencia de patentes hace onerosa su disponibilidad.

El reporte sugiere distintas maneras de enfrentar ambos aspectos. El primero, mediante operaciones regulativas; el segundo, a través de productos que están fuera de patente. El otro, con la formación de recursos humanos con competencias técnicas y amplitud para cubrir todos y diversos requerimientos.

La parte médica es, desde luego, exigida, pero junto con ella tienen que considerarse las necesidades psicológicas y espirituales de quien sabe que pronto morirá. Otras conclusiones del reporte atienden a la particular situación de las personas más pobres para lograr la incorporación de los cuidados paliativos a la seguridad universal, y a la necesidad de que internacionalmente se generen mecanismos para evitar el uso no médico de los opiáceos y se adopten mediciones y estándares comunes.

Una buena, pero desafortunadamente, no extendida práctica jurídica radica en tomar decisiones públicas con base en sólida información científica. El reporte que aquí comento cumple con esa condición. Es deseable que los tomadores de decisiones lo estudien, actúen en consecuencia y eviten o al menos disminuyan mucho del dolor que es humanamente sufrido, pero también es humanamente evitable.


NOTAS:
* Se reproduce con autorización del autor, publicado en El País, el 17 de octubre de 2017.


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