Reestudiar nuestra Constitución

Publicado el 30 de noviembre de 2017

Víctor Manuel Collí Ek1
Investigador del Centro de Investigaciones Jurídicas, Universidad Autónoma de Campeche,
vimcolli@uacam.mx
www.victorcolliek.com

Necesidad de repaso, de reflexión, de análisis y de construcción teórica son las enseñanzas que nos quedan al leer, con gran interés, la crítica que el profesor español Juan Luis Requejo Pagés hace a La Teoría del Estado en las Cortes de Cádiz, de Joaquín Varela, crítica publicada en la Revista Española de Derecho Constitucional.

El repaso analítico, lleno de juicios acertados del profesor, es una enseñanza para los que estamos enamorados de la disciplina constitucional. Al tratar de un momento esencial para la historia española y mexicana, las cortes de Cádiz de 1812 —que para los mexicanos representa el inicio de la independencia como nación—, resulta un ejercicio de estudio sobre nuestra emancipación, pero que por supuesto deja ver el lazo que nos une con esa monarquía europea.

La lección histórica-analítica de la crítica del profesor Requejo es muy rica, ahí vemos la referencia de cómo en el libro se identifican las familias doctrinales a partir de “un minucioso estudio de los numerosísimos discursos que se pronunciaron en aquel recinto y de sus múltiples y complejas conexiones con otras manifestaciones doctrinales españolas y extranjeras, no sólo coetáneas, sino también anteriores e incluso posteriores”.

El repaso de las doctrinas realista, americana y liberal-metropolitana, su desenvolvimiento y supervivencia, nos muestra la convivencia de la dogmática constitucional con la realidad política, lo que es formidablemente aleccionador en un estudio histórico-jurídico.

Por ejemplo, al referirse al éxito de la ideología americana, toca nuestra historia mexicana, desde luego, y nos da una gran luz para entender el porqué Cádiz (1812) fue fundamental para nuestro ser independiente. El concepto de soberanía en ese tiempo fue básico, “una nación concebida como un agregado de individuos y provincias o pueblos de una monarquía”. Y reflexionando sobre las palabras contenidas en el libro, el profesor Requejo nos dice: “A partir de aquí pudo defenderse la soberanía latente, originaria, de cada provincia americana, de cada patria natural, lo que implicaba justificar su derecho a dotarse de una estructura jurídico-política independiente de la metrópoli”. O como podríamos decir desde América, la razón de nuestra independencia: si existe México es gracias a un entendido de que perteneciendo a España, la Nueva España era soberana.

Estas palabras, por sí mismas, nos dejan una gran enseñanza; nos obligan a pensar nuestra historia y nos ayudan a comprenderla mejor.

Ahora bien, la visión y la reflexión de la historia es muy enriquecedora, pero igual la crítica del profesor Requejo nos abre los ojos para una situación actual necesaria en nuestro país, especialmente ante los festejos de sus primeros cien años. Un método en el que se debe trabajar, y bajo el que debe estudiarse nuestra Constitución, sobre todo porque en la actualidad se están dando fenómenos de cambio desde lo político, e inclusive desde lo jurídico, a través de la actividad de los jueces, y en especial de nuestra Corte.

Bajo el entendido de que nuestra Constitución obedece a los intereses partidarios del momento, se ha olvidado estudiar nuestra norma fundamental desde su propia dinámica, e igualmente se ha olvidado entenderla desde el aspecto ideológico-constitucional, que, por supuesto, no está peleado con la dinámica política, sino que se complementa, y de esto debemos convencernos.

Al pensar nuestra forma constitucional de ser, debemos unir ideología y evolución histórica, algo que poco se ha hecho en nuestro país. Debemos trabajar y tratar de entender la dinámica interna de los discursos constitucionales, aquellos que le dieron razón de ser a cada cambio de nuestra Constitución actual —que proviene de la Revolución mexicana de 1910 una de las más antiguas del mundo—. Este método seguramente nos aportará una veta rica de conocimiento, que indudablemente nos enseñará mucho sobre nuestro país.

Estas son sólo dos enseñanzas —y además muy profundas— que nos deja leer la formidable crítica del profesor Juan Luis Requejo Pajés, de muy recomendable lectura.


NOTAS:
1 Responsable del proyecto de investigación “La Suprema Corte y la defensa de los derechos humanos en el nuevo paradigma jurisprudencial en México. Doctrina constitucional en serio”, financiado por la SEP-PRODEP, del cual el presente es producto. Agradezco los comentarios hechos a este trabajo por parte de mis compañeros del Cuerpo Académico: Derechos Humanos y Problemas Constitucionales, UNACAM-CA-55, e, igualmente, mi gratitud a Israel Neftalí Naal Zarate, alumno de la licenciatura en derecho de la UAC, por su participación. Asimismo, agradezco la colaboración y los puntuales comentarios del Dr. Gustavo González Galindo, líder del Cuerpo Académico “Eficacia Jurídica y Derechos Humanos” de la Universidad Autónoma del Estado de México, que sin duda mejoran el contenido del presente estudio.

Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ilayali G. Labrada Gutiérrez