Los acosos de la civilización: de muro a muro (I)
Publicado el 11 de diciembre de 2017
Guillermo José Mañón Garibay
Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM,
guillermomanon@gmx.de
Dos universidades nacionales (UNAM y U de G) encabezan un diálogo sobre el “acoso a la civilización”. El diálogo es para entender de qué tipo es el acoso y cómo puede protegerse de él. El título alude a los muros para defensa que se han construido desde que el hombre es sedentario,1 y alguien puede proponer la construcción de un muro para resguardarla. Pero antes de apoyar la moción vale increpar: ¿la civilización está en peligro? ¿Puede un muro proteger una civilización? ¿Se le puede resguardar como a un niño pequeño, porque su acervo es susceptible de ser circunscrito dentro de un conjunto de objetos preservables en una caja de seguridad?
Todo desarrollo civilizatorio implica un proceso de “transculturación”2 o de comunicación entre pueblos y culturas. A partir de allí, es posible preguntar por el sentido de una civilización nacional o una civilización mundial —es decir, globalizada, uniforme—, donde, supuestamente, prevalecen unos valores (occidentales) en detrimento de otros. Porque no puede negarse que la mundialización, transnacionalización o globalización, ha conllevado una occidentalización o imposición de una sola forma de entender la civilización en el mundo, y que este proceso comenzó con el modernismo, el desarrollo comercial del capitalismo y las conquistas occidentales de territorios allende Europa.3 La historial de la infamia occidental4 siguió más o menos los siguientes pasos: viajes de exploración, comercio, guerras de colonización, dominación cultural y explotación soberana.
A esto hay que sumar que en la mayoría de los estudios realizados con el fin de averiguar el nacimiento de las culturas y naciones, aparecen términos como “carácter” e “identidad nacional”, “vocación” y “destino manifiesto”, proyecto cultura universal, y todo proyectado desde la óptica etnocéntrica.5 Esto ha favorecido el estudio de las civilizaciones desde la perspectiva colonial, y ha creado la “ilusión”6 de una identidad primigenia, fuerte e incontaminada con múltiples ramificaciones. No es de extrañar que estos estudios hayan dado pábulo al desarrollo de los nacionalismos, fundamentalismos y racismos, porque han expandido la idea de las nacionalidades como si fueran objetos “naturales” y no culturales o artificialmente creados: “Nuevo Mundo/Viejo Mundo”, “Oriente/Occidente, Medio Oriente”, “Cultura africana”, etcétera, que son construcciones imaginarias, contrapunto de la propia conciencia Europea-Occidental.
Esta perspectiva nacionalista ha enmudecido otros posibles puntos de vista enriquecedores para el estudio de las culturas humanas, que acentuarían el enfoque histórico como un proceso de comunicación o trans-culturación permanente.
Ciertamente, emprender la defensa de la civilización mediante la construcción de muros —y así mantener su pureza y salvaguardar su integridad— parece anacrónico en tiempos de la globalización, el mercado y el consumo mundial, además del cacareo de la “cultura universal”. Por ello, no se trata de indagar si es o no posible que mediante la construcción de muros y aislamiento se contenga la migración y se proteja la civilización —o sea, la estabilidad política, económica o social—, sino de dilucidar el mecanismo psíquico que desea protegerse a través de la ingeniería de muros de concreto y mentales, como prejuicios y agresiones racistas, clasistas, sexistas, etcétera.
Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ilayali G. Labrada Gutiérrez