El papel protagónico del municipio en la construcción democrática

Publicado el 22 de febrero de 2018

León Felipe Cantú Pérez
Estudiante de la Maestría en Derecho en el Posgrado de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí,
leonfelipecantu@gmail.com

Toda una serie de factores históricos, políticos, sociales y económicos nos hacen afirmar que de ser posible la construcción de una sociedad más democrática, con todas las implicaciones que el adjetivo “democrático” tiene en la teoría política contemporánea, es necesario plantearla desde los espacios locales.

El debate sobre la importancia y potencialidades tanto de los gobiernos municipales como protagonistas del desarrollo social y democrático, como del ámbito local, entendido como el espacio primigenio de socialización, para favorecer la participación política y social de segmentos de población en situación de desigualdad, históricamente marginados de lo político ocupa un sitio importante en el actual pensamiento político, social y jurídico; las posibilidades del desarrollo de mecanismos de participación democrática y autogobierno ciudadano, el desarrollo y ejercicio pleno derechos y de libertades individuales son temas todos actualmente vinculados a la institución y al espacio municipales.

La relación estrecha entre los conceptos de municipio y democracia es tan grande que podemos afirmar que uno nació del otro, incluso podemos traducir la raíz etimológica de la palabra democracia en su primera acepción histórica, no como gobierno del pueblo, sino como poder de los municipios; su raíz etimológica está en el latín tardío democratĭa que a su vez proviene del griego antiguo δημοκρατία (dēmokratía); el término está compuesto por los vocablos δῆμος (dḗmos) que es traducido regularmente como pueblo y κράτος (krátos), que puede traducirse como poder o como gobierno; es por ello que el término democracia normalmente es traducido e interpretado como gobierno del pueblo; sin embargo, su significación etimológica es más compleja, pues el vocablo δῆμος (dḗmos) es un silogismo derivado de la fusión de las palabras Δημιουργός demiurgos (demiurgoi), nombre con el que se denominaba al grupo social de los artesanos y γεόομαι geomoros (geomori) con el que era designado el de los campesinos; de la misma forma en que la fusión de estas dos palabras dio origen al vocablo δῆμος (dḗmos), éste último asentado territorialmente, la reunión de estos dos grupos sociales, campesinos y artesanos dio origen al demos, establecido territorialmente con la constitución de Solón y compuesto originalmente por sólo estos dos grupos, fue evolucionando hasta transformarse, con las reformas políticas de Clístenes en el año 508 ó 507 a.C, en la base de la división territorial y política de Atenas, compuesto por todo tipo de ciudadanos y basado en su conformación por criterios de vecindad, ya no por criterios de parentesco, este demos ático podemos definirlo como la versión griega del municipio en el que se basó todo el sistema democrático que evolucionaria a partir de esta célula fundamental de toda la democracia griega y por medio de la cual los ciudadanos ejercían su derecho a participar de la política y de la toma de decisiones, es por ello que se afirma que aparte de ser la versión griega del municipio como institución política y como circunscripción territorial, el demos es también es la versión griega del concepto de “municipio libre”, pues este concepto gira en torno a la idea de que el municipio es libre porque son libres los ciudadanos que habitan en él, porque por medio de esta institución ejercen sus libertades.

Otras de las razones por la que la que los conceptos de democracia y de municipio están profunda y estrechamente relacionados, y por los cuales cualquier esfuerzo democratizador debe plantearse desde el ámbito local tiene que ver con el hecho de que es precisamente en el en torno municipal donde el proceso de socialización política se construye y evoluciona, es en éste donde el individuo desarrolla los principales y más elementales lazos sociales, ahí, en la vida comunitaria y vecinal, donde tiene lugar su vida familiar, social, económica y laboral es decir, donde se desenvuelve de manera cotidiana.

Este proceso de socialización primigenio o básico puede construirse y evolucionar con distintos grados de éxito o de fracaso, es en este proceso donde pueden gestarse y consolidarse valores sociales como la colaboración, solidaridad, respeto, tolerancia y la equidad, o igualmente, las más nocivas patologías también sociales. Es precisamente aquí donde cobra gran relevancia el papel de la institución municipal como ente administrativo y de gobierno de este espacio de gestación social, pues el nivel de calidad del proceso de socialización está estrechamente relacionado con la forma de ejercicio del poder público; tan es así, que las principales patologías sociales que se producen desde el ejercicio del poder público tales como el autoritarismo, la corrupción, la intolerancia y la injusticia son necesariamente el producto de la apatía de quienes conforman la sociedad, ciertamente es en las sociedades con una ciudadanía participativa y comprometida estos rasgos negativos de sus gobiernos se dan en mucho menor medida y, a su vez, es la forma de ejercicio del poder público la que favorece o bien obstaculiza el ejercicio ciudadano y este ejercicio ciudadano no puede encontrar un mejor y más efectivo ámbito de acción que el local, que es donde puede incidir de manera más efectiva y directa, por ello la forma de ejercicio del poder público en el espacio municipal es fundamental para la evolución de una ciudadanía que se asuma como tal, desempeñando un papel más activo en la planeación, diseño y ejecución de políticas públicas, normas administrativas y decisiones de gobierno, así como de otros mecanismos de participación democrática.

Otros fenómenos económicos, contradicciones sociales y políticas, han hecho del municipio una institución fundamental en la dinámica global; en general, los gobiernos locales juegan hoy en día en todo el mundo un papel protagónico, tal vez como nunca antes lo habían tenido desde el surgimiento del Estado moderno, siendo un factor estratégico en lo que podemos llamar la dinámica política de las democracias contemporáneas o incluso de las no democracias que intentan serlo. Entre los factores que originan esta realidad podemos considerar que los sistemas de mediación y las estructuras políticas que hasta ahora se han implementado se han debilitado considerablemente y tienen un problema serio de legitimidad al ser cada día menos representativas de la voluntad popular; los cambios en los fenómenos y contradicciones que se han anotado han mudado el centro de la tensión política al nivel municipal que es el más cercano a la ciudadanía y esto se presenta de manera aún más acentuada en lo referente a las demandas de los segmentos sociales en situación de desigualdad o de exclusión; cada vez resulta más difícil concebir soluciones integrales desde una visión universalista federal o incluso estatal para atender las nuevas formas de exclusión social y para resolver las exigencias sociales de estos grupos, las cuales son sumamente heterogéneas y por tanto requieren soluciones individualizadas.

En todos los niveles y ámbitos los valores sociales y democráticos están mudándose fuera del seno de las grandes ideologías, las cuales también se han ido debilitando y en consecuencia los grandes proyectos nacionales basados en ellas por tener cada día menos credibilidad y legitimidad. Los sistemas democráticos están transformándose, ya no son sistemas simplemente con mayorías y con minorías, las sociedades con cada día más segmentos de población y por tanto más plurales originan la necesidad de representaciones igualmente segmentadas y plurales que obligan a la búsqueda de acuerdos y consensos y a la conciliación de intereses en los que quepan tanto las ahora también diversas mayorías como las siempre diversas minorías; estas necesidades que surgen de las nuevas formas de composición social encuentran, sin duda, mayores posibilidades de solución en el espacio social y político local, es por ello que los sistemas de construcción de consensos y las formas más eficaces para dirimir conflictos se han ido desplazando hacia las esferas locales porque es desde ahí donde es más factible generar políticas públicas y programas de acción política basados precisamente en los consensos y la conciliación de intereses de todos los sectores grupos sociales.

Los gobiernos municipales poseen todas las características estructurales e institucionales necesarias para transformarse en los interlocutores de los esfuerzos y aspiraciones sociales, así como en los principales creadores y promotores de los espacios necesarios para estas aspiraciones sean planteadas y ejecutadas de manera pública y colectiva. Sin embargo, hace falta fortalecer este importante ámbito de gobierno, sus capacidades institucionales por lo regular son limitadas y los esfuerzos en pro de su fortalecimiento resultan intrascendentes y con resultados efímeros, ya que la renovación trianual de sus estructuras administrativas y la falta de planeación en segmentos temporales que rebasen este periodo hacen que a cada inicio de administración prácticamente todo el aparato administrativo municipal se reinvente.

Urge hacer una revisión pormenorizada del marco jurídico-institucional del municipio y renovarlo, otorgándole una fisonomía más acorde a los nuevos retos que la dinámica política, económica y social contemporáneos le imponen. Un verdadero “municipio libre” en México, puede ser la plataforma desde la cual se construya con mayor éxito una estructura política nacional más cercana a la democracia sustancial que la sociedad demanda cada día con mayor urgencia.


Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ilayali G. Labrada Gutiérrez