La inestabilidad de las juventudes y el control social del Estado

Publicado el 2 de marzo de 2018

Jonathan Omar Martínez Alfaro
Estudiante de la Maestría en Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí,
jon_y19@hotmail.com

En toda civilización las personas juegan el papel más importante, pues son la estructura de la sociedad, para lo cual, la sociología tiene la tarea de ayudarnos a comprender la creación de su organización política, con la finalidad de regular y proteger el bienestar social en un territorio determinado; pues sin lugar a dudas, a través de la política es que se maximiza los intereses de unos sobre de otros con el único objetivo de gestionar las conciencias de la sociedad.

En este sentido la sociología como ciencia social buscará explicar el comportamiento del ser humano en relación con los acontecimientos que se originan en su comunidad, a través de diferentes fenómenos, como políticos, religiosos, económicos e ideológicos, que de forma alguna tendrán una repercusión importante en la toma de decisiones de las instituciones gubernamentales con el propósito de colmar las posibles tensiones sociales que se originen por los diversos acontecimientos a consecuencia de la disparidad de clases sociales existentes en la sociedad.

De manera que, analizando las circunstancias específicas de una comunidad tenemos que determinar cuál es el proceso de socialización que se generó a través de sus elementos principales, pues no podemos concebir una colectividad sin la participación del individuo, la sociedad y la cultura.

Desde que las personas nacen inician su proceso de socialización, de forma que los valores y las reglas que se encuentran en poder de sus progenitores, son transmitidos a este nuevo individuo; para lo cual las personas en su interacción con otras, es que desarrollan maneras de pensar y actuar en su actuación constante en sociedad.

Para ello, hablaremos del proceso de socialización en el cual encontraremos a la familia y la escuela, pues es aquí en donde las personas van a adquirir los primeros lazos afectivos, las capacidades intelectuales y sociales; ligados por el parentesco en el caso específico de la familia, y en lo que respecta a la escuela, a través del conjunto estructurado de comportamientos sociales, que se encuentran a su vez regulados por reglas y sanciones bien definidas por las autoridades educativas.

En un segundo eslabón encontramos al individuo en interacción con otros actores sociales como la iglesia, los amigos, las asociaciones, y los medios de comunicación, los cuales hoy en día juegan un papel muy importante, toda vez que el individuo al formar parte activamente en la sociedad, comparte con sus iguales conocimientos, intereses y expectativas de la realidad social en la que viven, asimismo, el tiempo que pasa con personas distintas a la familia es cada vez mayor, de manera que la carga categórica del ser humano se debe en un gran porcentaje a estas figuras sociales que son de gran relevancia y marcan la pauta del desarrollo personal y profesional de los individuos.

Y en un tercer eslabón encontramos la relación que tiene el individuo con el trabajo, a través del cual existe una interacción social con la finalidad de ir escalando en el estratos social que se vive, así como ir desenvolviendo mayores capacidades que le permitan ir acrecentando su flujo de capital y nivel de vida, que satisfaga sus necesidades.

Sin embargo, todo este proceso de socialización no es nada sencillo, pues cualquier conducta por parte de sus integrantes será vista de forma anormal, de manera que, se requiere de un autocontrol por parte de sus miembros en donde cuenten con una conciencia comunitaria y empática, pues cualquier acción puede generar consecuencias que afecten a terceros; razón por la cual se necesita de la creación de reglas que les permitan subsistir y generar condiciones para poder convivir en armonía.

Como ya sabemos, en una sociedad basada en un sistema representativo y democrático, con un modelo capitalista y una diversidad cultural, sin lugar a dudas tiene que seguir los parámetros y directrices que las instituciones le marcan, toda vez que si no cumplen con lo establecido, seguramente será castigado por la mayoría de los integrantes de la sociedad, de manera que, a través de los controles sociales se buscará detectar las anomalías que se originan en la sociedad para dar aviso a las instituciones estatales, con el objetivo de que estas intervengan para darle un cauce que minimice la problemática.

A pesar de ello, toda sociedad se encuentra inmiscuida en una gran variedad de intereses y creencias, así como en lucha incesante por detentar el poder, pues difícilmente las personas aceptan el rol que les toca desempeñar, debido a que, constantemente están en búsqueda de lograr mejores condiciones de vida a consecuencia de la mercantilización de todos los bienes y servicios, pues siempre quieren algo nuevo que les genere mayor placer, sin embargo, en la mayor parte de los casos lo único que crea es un detrimento en su economía y una ruptura de lazos afectivos con sus semejantes y que a poco tiempo merman el enramado social.

Ahora bien, ante esta problemática, cual es el papel que representan las juventudes en la sociedad, pues pareciera que sus preocupaciones y aspiraciones no encuentran espacios institucionales de expresión o canalización, y esa falta de representación juvenil implica una ausencia de mecanismos institucionales que garanticen la incorporación de las y los jóvenes con una participación más activa en la sociedad, de manera que ven, con desprestigio o descredito a las instituciones.

En este sentido, es evidente que las juventudes se encuentran ante una búsqueda de identidades, apartadas de las visiones culturalistas que conciben la identidad como una cuestión supra estructural y objetiva, pues nos topamos con jóvenes que no creen en las instituciones educativas, por lo que buscan salidas a esa ausencia de sentido sobre la realidad, separándose de las escuelas y teniendo respuestas en otro tipo de organizaciones como el narcotráfico y crimen organizado, pues es aquí donde encuentran los recursos económicos que en otras partes escasean, pero sobre todo estas juventudes buscan un espacio de identificación y pertenencia, ante esa ausencia de instituciones “normales” aceptadas que lo único que logran es su exclusión.

Si bien es cierto, las juventudes buscan respuestas a todas aquellas interrogantes que tienen frente a aquellas instituciones en las cuales ya no confían, sin embargo, encuentran solo respuestas en nuevas formas organizativas, que les garantiza una forma más sencilla, y clara a sus necesidades, pues logran tener mejores resultados que las que pudieran obtener de las instituciones gubernamentales. Por lo que vemos que la diferenciación que existe de las clases sociales, es lo que agudiza el sistema educativo, mientras en los sectores pobres se empeora la problemática, en el sector más rico es menos latente.

De forma que, es importante que las instituciones no pierdan de vista que es necesario y urgente fortalecer los hábitos, valores y principios para llegar a aspirar a un desarrollo integral del ser humano dentro de la sociedad en la que se desenvuelve; ya que al educar es indispensable fortalecer la responsabilidad, la disciplina, la seguridad individual, entre otros valores que estrechen los lazos sociales para un objetivo final que es el bien común.

Por consiguiente, la normatividad cotidiana en la educación establece los límites y espacios, define estímulos, fija roles, sanciona una forma de organización y condiciona el funcionamiento de las estructuras organizativas a cargo del Estado, pues las normas sobre estos aspectos no formaran directamente los valores, pero si inducirán a vivirlos y alentar a los buenos educadores; por lo que, correspondería al Estado dar a sus maestros un trato respetuoso y digno, pues si bien es cierto, la formación de los valores de las y los maestros, comienzan en la preparación que tienen por parte del Estado, pero además, en el trato que les dan las autoridades educativas, como lo son las y los directores y supervisores de las diversas instituciones educativas.

Por lo que, el pluralismo de las sociedades contemporáneas, lleva a cuestionar que pueda haber valores comunes, aceptables para todos y todas; es por ello, que es urgente abrir el debate sobre los valores en la educación por la sencilla razón de que sin ellos no es posible la convivencia humana.

En este sentido, es menester entender que las la sociedad, pero sobre todo las juventudes hoy en día se encuentran en una grado de vulnerabilidad frente a los poderes institucionales, causando un desequilibrio y malestar profundo, ante la falta de incapacidad de las instituciones y las estructuras sociales de proveer a las juventudes de mejores oportunidades que les permitan su máximo desarrollo y así lograr conseguir lograr sus metas; por lo cual, si se logrará cambiar esa mirada que se concibe de las juventudes, estaríamos en condiciones de acercarnos más a las y los jóvenes, para reconocer desde sus expresiones propias, sus sueños, esperanzas, conflictos y temores, y así poder crear un puente de comunicación intergeneracional que estimule el encuentro e intercambio de nuevas experiencias, rompiendo toda barrera adulto-céntrica que le imprima mayor seguridad a las juventudes dentro de nuestra sociedad.


Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ilayali G. Labrada Gutiérrez