Oportunidad y responsabilidad de los independientes1

Publicado el 16 de marzo de 2018


María Marván Laborde

Investigadora del Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM,
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En esta primera elección presidencial que existe la posibilidad de que haya candidatos independientes han surgido muchas preguntas sobre las condiciones de la competencia y sus posibilidades de ganar.

¿Son equitativas las condiciones para los independientes? Para responder a esta pregunta lo primero que habría que hacer es definir qué entendemos por equidad. Si por equidad entendemos condiciones legales claras e inalterables en la competencia electoral, posibilidad efectiva de impugnar las decisiones de la autoridad y tener acceso a la justicia electoral, podemos afirmar que los candidatos independientes están participando, al igual que los demás, en un sistema equitativo.

Si por equidad entendemos que los candidatos independientes gocen de una parte proporcional de las prerrogativas (dinero y acceso a radio y televisión) para armar una campaña con altas probabilidades de ganar, ahí entramos en problemas.

La primera dificultad es que nuestro sistema electoral no les da las prerrogativas a los candidatos, se las da a los partidos políticos y estos las distribuyen entre sus candidatos como mejor les parece.

Las tres coaliciones aprovecharán al máximo las oportunidades para convencernos de que votemos por su candidato presidencial y, de pasada, nos dirán el nombre de los candidatos al Senado o a la Cámara de Diputados. Sería imposible, e inclusive indeseable, que el Estado mexicano les diera tratamiento de partidos a quienes decidieron competir sin partido.

Los independientes consideraron que era mejor competir sin partido. Los tres posibles candidatos a la Presidencia renunciaron a una militancia de décadas, consideraron que estos eran una carga que les disminuía libertad y les obligaba a asumir responsabilidad sobre errores pasados. Tratar a cada independiente como si fuesen por sí mismos partidos, eso sí que sería inequitativo.

¿Se justifica que a los aspirantes a candidatos independientes se les pidan tantas firmas?, ¿es justo que les pidan más firmas que militantes para constituirse en partido? Creo que lo primero que hay que establecer es la diferencia entre darle una firma a quien quiere llegar a la boleta y comprometerse a formar parte de un partido político. Son dos cosas distintas. A los independientes cualquiera les puede dar la firma mientras pasea en un parque un domingo, no implica ningún compromiso ulterior, ni siquiera votar por ellos el día de la elección.

Para formar un nuevo partido hay que hacer asambleas estatales o distritales en dos terceras partes de las entidades o distritos y después de la asamblea hay que convencer a los asistentes a que se registren como militantes; a una buena parte de ellos, además, hay que pedirles que se comprometan para integrar la estructura partidaria en un territorio determinado. En una palabra, es falso que tengan más requisitos los candidatos independientes que quienes pretenden formar un partido político.

¿Si se demuestra que Rodríguez, Zavala y Ríos Piter hicieron trampa en la recolección de firmas, se les puede negar el registro? La pregunta debemos hacerla al revés, ¿puede la autoridad registrar como candidato a quien sea incapaz de demostrar la autenticidad de 866 mil 593 firmas con la dispersión del uno por ciento? No, no puede porque ésas son las condiciones establecidas por la ley. ¿Y si sus equipos hicieron trampa sin su conocimiento? Cuando los aspirantes presentaron sus firmas frente al INE asumieron la responsabilidad personal de lo que estaban entregando. ¿Por qué responsabilidad personal? Porque decidieron intentar competir en esa calidad, renunciaron a ser arropados por una entidad de interés público, llamada partido, para solicitar su registro.

En innumerables ocasiones el INE ha sancionado a partidos y candidatos por lo que se conoce en derecho como la culpa in vigilando, expresión en latín que define que quien no fue capaz de vigilar que las cosas se hicieran bien tiene la misma responsabilidad jurídica que quien hizo las cosas mal.

Es menos malo para la democracia que la boleta para la elección presidencial lleve sólo tres nombres a que lleve cuatro, cinco o seis que incluya a alguien que hizo trampa.


NOTAS:
1 Se reproduce con autorización de el autor, publicado en Excélsior, el 15 de marzo de 2018.


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