La sexualidad se transita

Publicado el 10 de abril de 2018

Miguel Ángel Morales Sandoval
Profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM
y presidente de “Diversidad con Igualdad y Equidad México”, A.C.
msandovalm@derecho.unam.mx

“Me gustaría hablar de la sexualidad como elección, pero todos sabemos que la orientación se transita”, esas fueron palabras de un amigo del cual prefiero omitir su nombre; al hacerle extensiva mi sorpresa por la publicación en su muro de Facebook en torno a su relación sentimental con otro hombre; me llevó a reflexionar sobre el tema y si de verdad es correcto hablar de la sexualidad como una transición y no como una elección.

Durante estos años, he tenido la oportunidad de dialogar con diferentes personas, algunos expertos en la materia, psicólogos, sociólogos, psiquiatras, y otros no tan expertos, pero que cuentan con la experiencia de vida, la cual otorga otro tipo de conocimientos; he constatado, a través de reflexiones, que en muchas ocasiones las personas “padecen” su sexualidad, han sido innumerables las veces que he escuchado las historias desgarradoras de muchos que señalan, en opinión de ellos mismos, que la razón por la cual son homosexuales es porque de pequeños sufrieron algún abuso sexual, pareciera ser que la decisión de auto determinarse gay está fundado en un hecho de fondo doloroso y profundo que no tuvo solución a tiempo.

Sin embargo, considero que muchas personas no han trabajado lo suficiente con ellas mismas, a veces es necesario reconocer que se necesita la ayuda de expertos para poder superar situaciones fortuitas y desagradables con el propósito de aceptar lo que pasó, aprender de lo sucedido, perdonar a los agresores y, lo más importante, perdonarse a sí mismos. Con ello, discurro, y con apoyo de muchos testimonios, que inconscientemente muchas personas toman la elección de ser homosexuales como una forma de castigo hacia ellos mismos por no defenderse en el momento de la agresión. No obstante, es importante concienciar a la persona agredida de que en aquel momento no pudo hacer nada para protegerse, no porque no quisiera, sino porque no era capaz de hacerlo, y de esta forma lograr que la persona logre comprender y llegar al perdón.

Pese a que es difícil llegar al perdón y, aún más difícil, darse cuenta que tal vez el discurso que se había ido manejando por muchos años sobre una sexualidad ya elegida, cambie de un momento a otro. Debemos entender en palabras de mi estimada doctora Alma Elena Bedolla, “Hablando de sexualidad, nadie ha firmado nada con sangre”, y es cierto, nadie está obligado a elegir de forma definitiva su orientación sexual (debe considerarse la diferencia que existe entre orientación sexual e identidad genérica, pues es frecuente que el sentido de estos términos se confunda. La orientación sexual se refiere a la atracción emocional, romántica, sexual o afectiva duradera hacia otros, mientras la identidad genérica hace alusión a la percepción subjetiva que un individuo tiene sobre sí mismo en cuanto a su propio género, que puede o no coincidir con sus características sexuales), refiriéndome a la atracción emocional, romántica, sexual o afectiva hacia otros; y que si en algún momento de su vida alguien decide ser homosexual y al otro día decide dejar de serlo, se encuentra en todo su derecho sin ser juzgado y señalado, porque somos libres de tomar las decisiones que mejor nos beneficien y convengan para nuestra vida.

De igual manera, he tenido a bien observar este tipo de casos y llegar a la conclusión que la forma en que desees manifestar tu sexualidad es la correcta, siempre y cuando sea por decisión propia, por gusto, porque es lo que te sienta mejor como persona, y no por situaciones de un pasado sin resolver y un futuro de incertidumbre. La sexualidad no se padece, no se sufre, se vive y se disfruta, por eso es que se transita.

Asimismo, es importante mencionar que “lo que se ve, no se juzga”; hace unos días tuve la oportunidad de visitar Tepoztlán, Morelos, donde conocí a Esteban Hinojosa, escritor de novelas infantiles, quien en mi más humilde opinión, es la persona más sencilla que podemos imaginar, puesto que ha luchado desde su trinchera por medio de cuentos en pro de la defensa de la diversidad sexual y la erradicación de los prejuicios, que en palabras de él son lenguaje, y en palabras mías siguen siendo un factor determinante que conforman la ideología actual de nuestra sociedad mexicana. Esteban es un claro ejemplo de que cuando alguien logra tomar en sus manos la responsabilidad de su vida y ser feliz, se nota. Las personas que viven su sexualidad son seres más plenos, que no buscan el reconocimiento de nadie porque ya tienen el más importante: el suyo.

Con frecuencia, la gente se pregunta si es necesario definirse o etiquetarse, pienso, como lo he mencionado anteriormente, que desde el punto de vista de los derechos humanos, no es necesario, ya que todos somos iguales y con eso es suficiente. Ahora bien, es importante referir a Abraham Maslow con su famosa pirámide, donde sitúa las necesidades del ser humano estableciendo en la cúspide a la “autorrealización”, definida como el deseo de ser más lo que uno es, para convertirse en todo lo que uno es capaz de convertirse, señalando que las necesidades no satisfechas alteran el comportamiento de las personas y, así, una necesidad no resuelta puede desencadenar problemas psicológicos y emocionales. Por lo tanto, y por más que se proclame que todos somos sujetos iguales, a niveles psicoemocionales, para sentirnos desarrollados como seres humanos, requerimos llegar a ser nuestra verdadera esencia, obviamente definiéndonos a nosotros mismos; esto es muy importante, ya que para comenzar a realizarnos como personas necesitamos saber quiénes somos.

En definitiva, definirse sirve para poder realizarse como persona, así, en el momento en que decides tu sexualidad por ti mismo y no por imposiciones o por creencias erróneas heredadas, la vida fluye de mejor manera, tu vida cambia porque el timón lo tienes tú.

Formación electrónica e incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ilayali G. Labrada Gutiérrez, BJV