Del espectáculo a las propuestas1

Publicado el 25 de abril de 2018


María Marván Laborde

Investigadora del Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM,
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Nuestra cultura del debate es realmente neonata, se remonta apenas a 1994 y las reglas de los debates adolecen de los mismos males que aquejan a todo nuestro sistema electoral. Un exceso de reglas que entorpecen la comunicación política.

De cualquier manera, ver y discutir los debates son un ejercicio democrático que no hay que dejar pasar. La actuación personal de las y los participantes algo dice de su carácter, de su capacidad de reacción, de su inteligencia y desde luego, también, de sus propuestas.

El próximo domingo hablarán de seguridad pública, violencia, combate a la corrupción, democracia, pluralismo y grupos en situación de vulnerabilidad. Son muchos los temas a abordar, así que a lo primero que habrá que poner atención es a la priorización que hagan los candidatos.

En seguridad pública creo que hay tres preguntas de primera importancia. La primera de ellas tiene que ver con la Ley de Seguridad Interior, en términos cuantitativos y cualitativos es la ley más cuestionada desde que tenemos Tribunal Constitucional. Es indispensable regular la acción del Ejército en actividades de seguridad pública supliendo la ineficiencia e insuficiencia de los cuerpos policiacos, con dos objetivos: planear la salida del Ejército de las calles y exigir el irrestricto respeto a los derechos humanos.

La segunda tiene que ver con qué instituciones proponen para acometer el problema. Deberá o no tenerse una Secretaría de Seguridad Pública, inicialmente se creó en 2000, es producto de los gobiernos del PAN. El PRI determinó su cierre y regresó sus funciones a la Secretaría de Gobernación a una Comisión más bien fallida. Algunos candidatos opinan que se debe de rehacer ésta, ¿por qué? ¿cuál es el diagnóstico? López Obrador propone, además, la creación de la Guardia Nacional (ya prevista en la Constitución, por cierto). Tan importantes serán las instituciones como los esquemas de coordinación que entre ellas exista. ¿Qué carta de navegación nos proponen?

En tercer lugar, hay escuchar qué tienen que decirnos respecto al papel del gobierno federal en términos de cooperación y exigencia hacia los gobiernos locales y municipales. No basta un sí o un no al mando único de la policía. No es suficiente decir que los policías necesitan capacitación y sueldos dignos. Eso ya lo hemos escuchado, urge saber qué proponen y por qué creen que es algo diferente que ahora sí puede funcionar.

En cuanto al combate a la corrupción, es urgente confrontar a cada partido con sus peculiares resistencias a la implementación del Sistema Nacional Anticorrupción. Por obvias razones, en este tema habrá muchos ataques; no está mal que cada quien asuma las responsabilidades que le corresponden; pero además de éso, es preciso clarificar su proyecto para acometer un problema estructural que requiere mucho más que la honestidad de la cabeza del Ejecutivo, misma que deberíamos dar por sentada; hasta vergüenza nos debería dar que esto sea una oferta de campaña.

Los niveles de violencia a los que ha llegado México son motivo de alarma. Cada uno de los postulantes deberá comunicarnos cuáles son los rasgos esenciales de lo que consideran son las causas de la violencia en México. ¿Cómo distinguen, si lo hacen, la violencia de la delincuencia organizada de la violencia, llamémosla así, del fuero común. De su diagnóstico podemos prever cómo trazarán las rutas que permitan disminución en esta materia. El número de homicidios dolosos en 2017 es comparable con las cifras de una guerra fratricida. Interesa saber desde su perspectiva, ¿qué planes de pacificación pueden ser viables?

Qué nos dirán del tema de la democracia y el pluralismo, especialmente cuando, de acuerdo con Latinobarómetro, el aprecio por la democracia en México está en tan sólo 38%. Ciudadanas y ciudadanos están francamente decepcionados de los partidos y de la democracia. Es urgente que hagan compromisos claros para revalorarse a los ojos de los ciudadanos y esos compromisos pasan, necesariamente, por la lealtad a los principios democráticos del Estado de derecho. Compromiso escaso, casi inexistente, entre los partidos y candidatos.


NOTAS:
1 Se reproduce con autorización de el autor, publicado en Excélsior, el 19 de abril de 2018.


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