Informe sobre los derechos humanos. La expresión del maniqueísmo de una administración extremista

Publicado el 4 de mayo de 2018

Mohamed Abdillahi Bahdon
Doctorando en Sociología de la Educación de la Universidad de Murcia
bahdonabdillahi@gmail.com

El buen sentido hace la diferencia entre la proclamación solemne y la práctica. La proclamación solemne refleja al lado oscuro de las relaciones políticas y sociales. El ser humano, y sobre todo las/os dirigentes, navega entre discursos de intención y la realidad del poder, una realidad que se aleja mucho del sueño discursivo ante un público, sujeto a manipulaciones de todo tipo.

Desde más de cuarenta años, el Departamento de Estado de los Estados Unido publica un informe sobre la situación de los derechos humanos en distintos países; curiosamente no se menciona a Estados Unidos. Es un documento que sirve a la diplomacia estadounidense, responde a su política del bien (Estados Unidos) y del mal (el resto del mundo), reflejando el espíritu maniqueo de la política interior y exterior de este país. Según el gobierno de Estados Unidos, el informe de los derechos que el Departamento de Estado publica anualmente “no tiene por objeto jugar los gobiernos o de hacer presión sobre ellos, pero de informar el Congreso estadounidense, que decidió en los años setenta que los derechos del hombre tendrían un papel importante en la política exterior del país”.

Cada año, su publicación leva polémicas en muchos países. En 2018, el informe critica la situación de los derechos humanos en China y en Rusia, habla de la vulneración y de violación de los derechos humanos por los gobiernos de estos dos países. ¿Es una novedad? No, es de sobra decir que China y Rusia no respetan los derechos humanos. Pero se puede hacer otra lectura a las notas sobre éstos dos países constituyen claramente un acto político en un contexto internacional difícil, tanto en el ámbito económico como en la gestión de conflictos y crisis en Corea del Norte y Siria. Las administraciones estadounidenses se presentan como los jueces limpios del mundo juzgando a los malos.

En reacción a estas acusaciones, el gobierno chino ha publicado, este mes un informe sobre los derechos humanos en Estados Unidos, criticando la postura del gobierno estadounidense como guardián y juez de los derechos humanos en el mundo, y afirma “graves infracciones a los derechos civiles y la discriminación racial sistemática… las graves deficiencias de la democracia estadounidense, la ampliación de la brecha entre ricos y pobres, las discriminaciones y los ataques contra grupos específicos como las mujeres, los niños/as y la personas con discapacidad así como las violaciones continuas en contra de los derechos humanos en otros países.”

En 2017, la publicación del informe enfureció al gobierno marroquí. Contestó a las críticas vertidas por las personas que recogen la información y la publican, pidió rectificaciones. Al no recibir respuesta, el gobierno marroquí convocó el embajador de Estados Unidos en Rabat.

En la publicación de 2018, Turquía es uno de los países más criticado por el informe. El ministerio turco de Asuntos Exteriores ha reaccionado en estos términos: “el informe del Departamento de Estado, publicado el 20 de abril, está lleno de acusaciones y de alegaciones erróneas hacia Turquía… No es un azar que la publicación de tal informe venga de un Estado que alberga al jefe de una organización terrorista, Fethullah Gülen, ya que para el presidente Recep Tayyip Erdoğan, es él el principal responsable de la tentativa de su derrocamiento fallido en julio de 2016.

Marruecos y Turquía son dos aliados de Estados Unidos, el secundo es miembro de la OTAN, y son países musulmanes. Por otra parte, no hay crítica alguna contra otros aliados como Hungría, Polonia o Austria, donde la extrema derecha controla el poder y vulnera los derechos humanos; hay dos tipos de aliados, los que tienen relaciones étnicas (de Occidente) y los otros, los periféricos, aliados objetos. Los discursos y actuaciones de los gobiernos de estos tres países se parecen mucho al gobierno de Trump: contra el Islam y la inmigración, sobre todo de los países del Sur.

Cuando a la situación de los derechos humanos en su aliado en oriente próximo, Israel, nunca hubo críticas como otros países de la misma región. La ceguera de las administraciones estadounidenses o más bien el trabajo del lobby judío ha llevado a la ocultación de la graves violaciones en el Estado judío. Hay un cambio formal, que resulta de la nueva relación diplomática entre las administraciones extremistas en Washington y en Tel Aviv. No hay referencia a la expresión territorio ocupados por Israel, se ha borrado Cisjordania, Jerusalén Este y Gaza. Ahora se usa éste título: “la situación de los derechos humanos en Israel, en el plato de Golán, en la ribera occidental y en la franja de Gaza”.

En el informe del año pasado incluía una mención particular de la discriminación contra las/os ciudadanas/os árabes israelíes, originarias/os de Etiopia, del pueblo falacha (judías/os negras/os), sin olvidar las inquietudes sobre el tratamiento de las/os refugiadas/os, las personas que piden exilio y las/os migrantes en situación irregular; cuestión de actualidad en el Estado hebreo.

Leyendo este informe, uno llega en su análisis a esta pregunta: ¿Qué son los derechos humanos para el Departamento de Estado de Estados Unidos? Consultando en su página web, uno cae en este texto, encontramos esta nota solemne:

“La protección de los derechos humanos fundamentales fue la piedra angular del establecimiento de los Estados Unidos hace más de doscientos años. Desde entonces, un objetivo central de la política exterior de los Estados Unidos ha sido la promoción del respeto de los derechos humanos, consagrado en la Declaración Universal de Derechos Humanos. Los Estados Unidos entienden que la existencia de los derechos humanos contribuye a garantizar la paz, disuadir la agresión, promover el estado de derecho, combatir el delito y la corrupción, fortalecer las democracias y prevenir las crisis humanitarias.

Debido a que la promoción de los derechos humanos es un interés nacional importante, Estados Unidos busca:

-Responsabilizar a los gobiernos de sus obligaciones en virtud de las normas universales de derechos humanos y los instrumentos internacionales de derechos humanos;

-Promover un mayor respeto por los derechos humanos, incluida la libertad frente a la tortura, la libertad de expresión, la libertad de prensa, los derechos de las mujeres, los derechos del niño y la protección de las minorías;

-Asistir en los esfuerzos para reformar y fortalecer la capacidad institucional de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, y

-Coordinar actividades de derechos humanos con aliados importantes, incluida la UE, y organizaciones regionales”.

Esto es un anuncio más que uno condena de la acción de la diplomacia de los Estados Unidos.

¡Qué bello mensaje! Pero, ¿quién le cree? Estados Unidos y algunas de sus colonias en Europa.

Si los gobiernos deben ser responsables para cumplir sus obligaciones en materia de derechos humanos. El gobierno estadounidense debe ser también responsable. La detención de centenares de personas en Guantánamo sin juicio es una ilustración de su irresponsabilidad.

Es importante velar por la promoción de los derechos humanos, pero no hace falta mirar la puerta del vecino. Las/os ciudadanas/os estadounidenses y las/os residentes extranjeras/os sufren mucho de tortura, de falta de libertad de expresión, de prensa, los derechos de las mujeres, los derechos del niño y la protección de las minorías, ¿cómo el gobierno estadounidense puede profesar una promoción de algo que no se hace en su territorio? Hacer una promoción (de los derechos humanos) no es influir en las decisiones de los dirigentes; por ejemplo, en las políticas de natalidad; hacer promoción no es cerrar los ojos sobre los actos abominables de las dictaduras amigas como la del general Agustín Pinochet en Chile, o la del régimen del apartheid de Sudáfrica o de Israel; promocionar no es publicar un informe infame, hay que pasar a los actos; reconocer la libertad de emigrar o de instalarse en otro país es respetar un derecho humano importante para el ser humano; la libertad de investir en otros países para las grandes corporaciones empresariales no es un derecho humano si no respeta la dignidad humana, las culturas de los pueblos y el medio ambiente.

La noción de estado de derecho ha vuelto a ser una retórica en los discursos políticos de las/os dirigentes políticos. Por lo que está pasando en Estados Unidos, uno puede dudar que exista el estado de derecho. Y no es una equivocación decir que la élite económica y política de este país no busca un cambio de la cultura de la impunidad. ¿Cuántos militares y policía, que cometieron crimines en el mundo y en Estados Unidos han sido enjuiciadas/os? Ninguna/o.

Es importante meter el énfasis en la cooperación en vez de la violencia, hay que estar dispuesto a dialogar con los otros Estados del mundo, respetando sus soberanías. Otra expresión de moda, pero con el tiempo, se ha transformado como la expresión de la violencia de la minoría gobernante en todos los países: reforma. Si la reforma es una panacea a los problemas estructurales de las sociedades humanas, la situación cambiaría ya. Lo jurídico y lo social no se pueden gestionar de la misma manera que una empresa, que compite con otras, sobornando a dirigentes y violando los derechos humanos de los pueblos. Si las instituciones de defensa de los derechos humanos necesitan una reforma, ésta debería resultar de un dialogo entre sus miembros, y no de un miembro particular.

La democracia ya no es un régimen donde los derechos humanos, económicos, políticos y sociales tienen un cobijo. No hace falta defender una idea que nadie cree: la relación estrecha entre democracia y derechos humanos. Cabe recordar a las sociedades occidentales amnésicas que existió una carta de los derechos humanos en el imperio de Malí: la Carta de Manden; este imperio cubría una superficie más extensa que el actual territorio maliense.

¿Qué objetividad tiene tal informe? Ninguna. Marca una diferencia entre las violaciones fragantes de los derechos humanos en Estados Unidos y el resto del mundo. Basta recordar la resurgencia del racismo, de la libertad de matar de la policía estadounidense y de la falta de justicia contra los crimines de una policía, que no asegura la seguridad, sino practica la violencia contra los grupos minoritarios y débiles. Los discursos extremistas como la salida del acuerdo nuclear con Irán, las opciones sobre la mesa para la crisis nuclear en Corea del Norte, la construcción de un muro con su vecino del sur, México, la imposición de sanciones económicas a muchos países, la financiación de grupos armados en oriente próximo, el apoyo de regímenes autoritarios como Arabia Saudita, Israel, Egipto, son ilustraciones de una administración que no respeta los derechos humanos.

En los países en decadencia moral como Estados Unidos y Europa, los derechos humanos han vuelto la última retórica de discursos políticos vacíos. En el libro, Decadencia. De Jesús a Ben Laden. Vida y muerte de Occidente, Michel Onfray analiza los elementos de la decadencia de Occidente. Uno de éstos es la violencia como acción política y diplomática de los grandes países del norte, y en particular de Estados Unidos.

El informe del Departamento de Estado de los Estados Unidos es un texto de un régimen moralista y autoritario por el discurso de su jefe, Trump, y de sus actos en la escena internacional: amenazas, ataques militares y adopción de sanciones económicas contra algunos países. Esto crea inestabilidad económica, política y social, originan conflictos armados.

El informe chino va en la misma senda que el de la administración estadounidense, refleja la violencia de este país. Las mismas críticas pueden ser vertidas hacia los gobiernos chinos. La competición de estos dos países ha relegado el respeto de los derechos humanos en el mundo.

La violencia de la globalización ha sustituido al respeto mínimo de los derechos del ser humano, cualquiera que sea su lugar de nacimiento, su cultura, su religión. La diplomacia y el interés nacional han transformado las declaraciones de los derechos humanos en una hoja de viña, que no sirve de nada después de la vendimia.


Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ilayali G. Labrada Gutiérrez