La moción de censura a Mariano Rajoy: cuando sucede lo impensable

Publicado el 29 de junio de 2018

Ignacio García Marín
Doctor en Gobierno y Administración Pública, Universidad Complutense de Madrid.
Profesor de Derecho y Relaciones Internacionales en la Universidad Anáhuac campus Sur y Norte,
nachogarciamarin08@gmail.com

El pasado 31 de mayo, comenzó en Madrid el debate de la moción de censura presentada por el grupo parlamentario socialista (PSOE) contra el entonces presidente del gobierno, Mariano Rajoy Brey, del conservador Partido Popular. Éste es un procedimiento habitual en los regímenes parlamentarios, donde el presidente del gobierno es elegido y votado por los diputados, electos a su vez por los ciudadanos. Por lo tanto, es el parlamento el que otorga la confianza al presidente y lo puede retirar cuando lo considere conveniente.

No obstante que este instrumento tenga un reconocimiento en todos los sistemas parlamentarios, no significa que sea empleado de manera habitual, siendo el caso español ejemplo de ello. Efectivamente, desde 1978 nunca había sido superada con éxito por los promoventes dicha iniciativa, siendo las tres ocasiones de mociones presentadas hasta la fecha. En Europa puede encontrarse una situación similar, destacándose a Helmut Kohl como el último líder destacado en llegar por esta vía en 1982.

Por la dificultad de plantear con éxito una moción de censura, y por los mecanismos de defensa con los que suelen contar los presidentes del gobierno, se trata de una herramienta constitucional no excesivamente empleada. Ello ha provocado a menudo que su ejecución se desvíe tradicionalmente del espíritu de su creación, ya que tanto en España como en el resto de Europa parlamentaria pueden encontrarse numerosos casos de mociones de censura presentadas si se sabe de su imposibilidad para prosperar. El motivo, a menudo, tiene sesgos electorales, desde confirmar el rol opositor de un grupo parlamentario concreto, hasta acrecentar la relevancia de una situación problemática para el país o el oficialismo. Además, así como Italia suele mostrar recurrentemente ante la pérdida del apoyo del congreso, los presidentes han tendido a convocar nuevas elecciones, suponiendo con ello una crisis para el Ejecutivo y el Legislativo.

La particularidad española añade un elemento racionalizador proveniente del ordenamiento jurídico alemán: la necesidad de presentar, exitosamente, a un candidato alternativo que sustituya al actual presidente, conformándose una moción constructiva; es decir, este tipo de moción de censura requiere un consenso doble, el cual se deberá conducir en la misma votación al cese del presidente y a la concesión de la confianza por parte del Congreso de los diputados a un nuevo contendiente. La necesidad de encontrar este doble consenso es a menudo la mayor dificultad para que prospere la moción de censura.

A este respecto, han de realizarse una serie de apreciaciones. Por un lado, el mandato del presidente entrante tendrá una duración máxima a la que reste de legislatura, dicho de otro modo, su permanencia en el nuevo cargo está aunada al mandato de los diputados. Esto, claro, no es obstáculo para sucesivas reelecciones, ya que tras la convocatoria de nuevas elecciones inicia un nuevo ciclo parlamentario, siendo en España de cuatro años para los cargos electos, sin límite de reelecciones.

Es importante destacar que hasta ahora no se ha hecho mención sobre los ministros o secretarios de gobierno, únicamente del presidente. Para ello, ha de tomarse en cuenta el procedimiento de investidura en el ordenamiento español, que, a través de los artículos 113 y 114, principalmente, establece que la confianza de la cámara baja recae sobre el presidente, pero no sobre los ministros, recayendo, por lo tanto, la responsabilidad del gobierno en el propio presidente. Esta situación igualmente se encuentra en la moción de confianza, ya que es el candidato a la presidencia quien es presentado ante la cámara mediante un programa de gobierno, el cual, no es constitucionalmente obligatorio.

Los ministros tienen siempre un rol secundario, tanto en lo que se refiere a la entrada de un nuevo gobierno como en su salida, encontrándose aquí un elemento claramente presidencialista, especialmente en lo que a protagonismo se refiere. En este sentido, puede, además, destacarse que ni el presidente ni sus ministros, requieren ser diputados electos para el ejercicio de sus funciones. De igual modo, no existe incompatibilidad con dicha naturaleza. El presidente puede serlo, a propuesta del rey de España, cualquier ciudadano español mayor de edad que pueda contar con el respaldo suficiente de la cámara baja y haya nacido en el territorio español.

Tras este resumen procedimental de la exitosa moción de censura en España, toca abordar su clave política. Como se destacó previamente, la moción fue debatida en la cámara baja del Legislativo español, —bicameral asimétrico con supremacía de la cámara de representación ciudadana—, siendo votada finalmente al mediodía del viernes 31 de mayo de 2018. Tras esta votación, el entonces presidente Mariano Rajoy, entró en funciones, no pudiendo además presentar su dimisión. Ese mismo día, por la tarde, la presidenta del Congreso, en un acto tradicional y protocolario, informó personalmente al rey de España del resultado de la moción de censura, siendo el día siguiente la fecha establecida para que el nuevo presidente asumiera su cargo.

Ahora bien, ha de centrarse la mirada en la parte política. El desencadenante de que fuera presentada esta moción de censura y, más importante aún, de que tuviera un recorrido exitoso, es doble. Por un lado, la sentencia del caso Gurtel, la cual ha destapado la gran red de corrupción existente en el Partido Popular, tanto a nivel nacional como local, ha situado la imagen del presidente y de su organización política hasta el mínimo, siendo un verdadero escándalo en la arena política española y europea la existencia de varias contabilidades secretas en dicha organización. A ello, han de sumarse la asunción de que el propio presidente recibió pagos opacos de la hacienda española durante años. Además, éste no ha sido el único escándalo de corrupción que ha rodeado al Partido Popular en estos años, por lo que para gran parte de la entonces oposición parlamentaria era una cuestión de regeneración y limpieza institucional.

Por otro lado, y en términos de aritmética parlamentaria, hay que tener en cuenta la evolución en el sistema de partidos español en los últimos años, pasándose de un bipartidismo imperfecto a un multipartidismo moderado. En efecto, en las últimas décadas y especialmente desde finales de los años ochenta, el Congreso español estuvo dominado por dos grandes organizaciones partidarias: el PSOE de centro izquierda y el Partido Popular de derecha. Habitualmente, si alguna de estas formaciones no lograba la mayoría absoluta por sí misma, eran las pequeñas formaciones nacionalistas quienes terminaban por decantar la balanza de un lado o de otro. Sin embargo, a raíz de la crisis económica de reciente superación, Podemos se configuró como un importante nuevo actor de izquierda y, Ciudadanos, en el centro derecha. Ambas formaciones ya han tenido importantes éxitos en elecciones subnacionales, destacándose Ciudadanos como primera fuerza parlamentaria en Cataluña (con un marcado discurso anti-independencia) y, Podemos con la alcaldía de las principales ciudades españolas (Madrid, Barcelona, Valencia y Zaragoza).

¿Qué efectos ha tenido la aparición de estos nuevos actores en el Congreso de los diputados? De manera marcada y clara, la pérdida de curules por parte del Partido Popular y el PSOE que, aun siendo los dos principales grupos parlamentarios, su poder de negociación se ha reducido drásticamente, necesitando ahora tejer mayores alianzas para sacar adelante acuerdos legislativos. Además, el discurso constitucionalista y pro-estabilidad que PSOE y PP abanderaban, es compartido por Ciudadanos, así como la agenda social y de reforma constitucional por Podemos. Se trata de un tablero partidario dominado previamente por dos organizaciones que en la actualidad han de compartir escenario con otras dos emergentes fuerzas políticas.

La facultad del Congreso para cesar al presidente del gobierno, así como la minoría parlamentaria con la que contaba el oficialismo; a eso súmese que la pésima imagen de Rajoy en estos años, le dificultaba los apoyos parlamentarios, más allá de la evidente recuperación económica y del golpe de Estado perpetrado por el independentismo catalán. Se entiende que se le haya quitado del cargo. Siendo la recuperación económica una realidad estable y el desafío catalán bajando por momentos de gravedad, —aunque no desapareciendo— la soledad del presidente se evidenció en la primera oportunidad para cesarlo.

Finalmente, ha de subrayarse la importancia que este hecho ha tenido en la arena política española, pues además de ser la primera moción de censura exitosa desde 1978, también ha sido la primera vez que un presidente no ha sido diputado y su bancada oficialista no es la primera fuerza en la cámara baja. A ello, súmese la disparidad de apoyos parlamentarios con lo que contó la moción, lo que en todo caso no evidencia que vayan a formar parte del gobierno. Sí parece claro que existen intereses muy heterogéneos, por lo que un gobierno de más de doce meses se antoja de difícil equilibrio, ya que el consenso puede comenzar a quebrarse a través de la negociación presupuestaria en 2019.




Formación electrónica e incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ignacio Trujillo Guerrero BJV