La Antirepública de Platón de los philodoxos mexicanos

Publicado el 31 de octubre de 2018

Gustavo Eduardo Castañeda Camacho
Maestro en Derecho por la UNAM
email gustavo.castaneda@outlook.com

Alfred North Whitehead, uno de los filósofos más importantes del siglo XX, en su trabajo seminal Proceso y realidad, señaló que “toda la filosofía occidental es una serie de notas a pie de páginas de las obras de Platón”. Tal vez, una aserción de tal magnitud nos parezca desproporcionada, en vista de que podemos rastrear en la historia precedente a Platón barruntos de la filosofía. Por ejemplo, sin ir más lejos de Grecia, en La ilíada, el más antiguo de los poemas homéricos, encontramos referencias y cuestiones filosóficas hasta en el escudo de Aquiles; sin embargo, las palabras de Whitehead no distan mucho de la realidad, ya que la obra escrita de Platón no sólo tiene un gran nivel de profundidad, sino que, es vasta en documentos, pero sobre todo en temática. Por ello, son pocos los audaces que se atreven a poner en tela de juicio que aquel aristocrático ateniense llamado Platón, es el auténtico padre de la filosofía occidental.

Los escritos de Platón son en su mayoría diálogos (a excepción de la Apología de Sócrates y las trece cartas), y en ellos se exponen conjeturas y problemas inagotables para el género humano, como la virtud, el amor, la ciencia, la amistad, la belleza, la justicia, etcétera. Aunque su pensamiento es de la edad antigua, muchos de sus postulados y proposiciones permanecen incólumes, y los que han quedado obsoletos por los desarrollos científicos no nos dejan de deslumbrar por su agudeza y genialidad.

Precisamente, la meditación platónica en torno a la justicia es una de las más perspicaces y vigentes. En La República (libro I), Platón nos presenta a Sócrates preguntándose y dialogando con otros personajes sobre la naturaleza de la justicia y sus implicaciones en el ser humano. Al inicio de esta obra se muestra a Sócrates insatisfecho con las definiciones habituales de dicho concepto, como la del sofista Trasímaco, interlocutor que afirmaba que lo justo es “la voluntad del más fuerte”, o la manifestación del poeta Simónides, quien la explica como “el dar a cada uno lo que se le debe”, esta interpretación nos recuerda a la célebre definición del jurista romano Ulpiano: “justicia es la perpetua y constante voluntad de atribuirle a cada quien lo suyo”. Ante este descontento, Sócrates plantea que el estudio de la justicia tendría mayor rendimiento si se hiciera en el plano del Estado, antes que en el alma de cada sujeto. Así, su problemática deja de ser un tema individual, y se asume como un asunto político y ético, de modo que Sócrates proyecta un prototipo de Estado perfecto, el cual entiende lo que es bueno y práctica la virtud. Cabe señalar que el Estado que propone Platón solamente puede ser alcanzado por los buscadores de la verdad y del bien absoluto: los philosophos. Contrarios a éstos se encuentran los philodoxos, quienes se ocultan en la opinión supina (doxa) y en los valores contingentes.

Huelga decir que para Platón, la justicia debe ser vista desde el Estado e implica perfección ética, soslayando así las formalidades jurídicas con las que asiduamente la asociamos; es decir, su ejecución no está en la ley, sino en la educación. Así, podemos abandonar la idea de que la justicia se descubre en el derecho y se reduce a lo que indique un juez.

Mucho antes de que se formara la nación mexicana, Platón había diseñado un Estado modélico, al que todos como sociedad deberíamos tratar de aspirar. No obstante, nuestra clase política (philodoxos), más “docta” que el propio Platón se ha empeñado en rebatir sus razonamientos, y en contraposición al Estado ideal platónico, han hecho de México un lugar distópico, superando lo imaginado por Aldous Huxley o George Orwell.

En innumerables prédicas políticas hemos escuchado de forma retórica que “México tiene sed de Justicia”. ¿Será que los philodoxos mexicanos incitan a su pueblo a conquistar su anhelo de justicia? Porque de ser así, pienso que como si fuesen conejillos, ponen a los ciudadanos en un espectáculo de feria, a correr con desenfreno detrás de una coca-cola y un gansito, para así apagar su sed de hambre y de justicia. Mientras que las televisoras les ayudan a no distraerse de su objetivo, con reality shows y programas de concursos. ¿Qué justicia y qué Estado habrán elucubrado? Seguro, uno remoto a La República de Platón. ¡Pobre de México! Tan lejos de los philosophos y tan cerca de los philodoxos.


Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ilayali G. Labrada Gutiérrez