La balística de heridas

Publicado el 23 de noviembre de 2018

Citlalli Contreras Rodríguez
Estudiante de la especialidad en derecho penal, Universidad Autónoma de San Luis Potosí
email citla_1992@hotmail.com

La tarea principal de la balística forense es la reconstrucción de los hechos que produjeron una herida de bala, fatal o no. Está divida en balística interior, balística externa y balística de efectos o terminal. La primera de ellas consististe en el estudio del proyectil en el arma; es decir, los fenómenos que ocurren dentro del arma hasta el momento en que el proyectil sale por el cañón. La balística externa estudia los fenómenos que recaen sobre el proyectil a través del aire; es decir, desde la punta del objetivo hasta el objetivo. Por último, la balística de efectos o terminal es aquella que estudia la penetración del objetivo por el proyectil, aquí encontramos la balística de heridas, que, como su nombre lo dice, estudia la producción de heridas y efectos del proyectil en los tejidos del cuerpo humano o bien, la ciencia de la penetración de un objetivo biológico. Por lo tanto la balística de la herida puede definirse como la interacción del tejido y el misil.

Todo médico forense debe saber cómo se produce una herida por arma de fuego y aunque los principios de balística de heridas no son tan complicados, las balas toman una posición especial entre los objetos relevantes en la traumatología debido a sus características físicas. En comparación con otros agentes hirientes, la masa es pequeña y la velocidad alta. A diferencia de otros objetos contundentes acelerados, este permite una penetración profunda en el tejido.

Los efectos biológicos son determinados por las características y parámetros del proyectil, como la masa, el calibre, la velocidad, el material o su tipo de construcción; y los parámetros del tejido a tomamr en cuenta son la densidad, la elasticidad, su viscosidad y su estructura anatómica.

Las heridas provocadas por disparo de arma de fuego son penetrantes o bien perforantes. Las heridas penetrantes suceden cuando un proyectil entra en un objeto y no sale; en las heridas perforantes, el proyectil pasa completamente a través del objeto. Por ejemplo, un proyectil que golpea en la cabeza puede pasar a través del cráneo y el cerebro antes de depositarse debajo del cuero cabelludo; en consecuencia, produce una herida penetrante en la cabeza, pero una herida perforante en el cráneo y el cerebro.

Al tiempo que el proyectil se mueve a través del cuerpo, golpea tejidos e impulsa hacia afuera el tejido circundante produciendo una cavidad temporaria, más grande que el diámetro del proyectil. Éste es el concepto de “herida producida por un proyectil disparado por arma de fuego”.

Dos diferentes mecanismos de herida pueden ser distinguidos cuando un proyectil penetra en un medio denso como el tejido. Ambos representan aspectos distintos del mismo proceso fluido y dinámico, por lo que puede considerarse como abstracciones teóricas esenciales para la comprensión de la balística de heridas. El primero de ellos es la cavidad temporal, en la cual el tejido ubicado en el lado de la trayectoria se acelera temporalmente radialmente. Este desplazamiento radial del tejido crea una cavidad fusiforme o cónica después de que el proyectil haya pasado. La elasticidad del tejido causa que la cavidad se colapse inmediatamente, de ahí el nombre de cavidad temporal. La energía cinética transferida al tejido se gasta después de varios ciclos de expansión y contracción comparable a un péndulo: la cavidad temporal se dice que pulsa o “respira”.

Por otro lado, en lo que es conocido como tracto permanente, el tejido ubicado en línea con la trayectoria es aplastado por la acumulación de presiones excesivas en frente de la punta del proyectil en movimiento. El tejido está completamente desintegrado, resultando morfológicamente en el tracto permanente.

Al distinguir estos dos mecanismos de lesión se hace evidente que la energía de golpe, o energía transferida al tejido, determina el potencial de un proyectil para la ruptura del tejido.

Ahora, existen tres puntos cruciales para la realización de este potencial de herida. El primero es la relación de distribución de la energía entre el mecanismo de aplastamiento y estiramiento. La porción de la energía transferida utilizada en la cavitación y el estiramiento depende de los parámetros balísticos como la velocidad, la masa y la construcción, y generalmente aumenta con la creciente velocidad y la decreciente masa.

Por lo tanto, las balas que tienen la misma energía pero están compuestas por diferentes velocidades y masas, o incluso los proyectiles con velocidad y masa idénticas, pero de diferente construcción, producirán lesiones muy diferentes en tejido idéntico.

El segundo punto crucial es la ubicación de la transferencia de energía a lo largo del canal de disparo, considerando el aspecto espacial de una lesión por arma de fuego, y la tercera es el grado de elasticidad de los tejidos involucrados, porque las características del tejido también determinan la severidad de una herida. En términos de la analogía utilizada antes, hace una diferencia qué tipo de tejido es golpeado por un puño. Cuanto más flexible y elástico sea el tejido, menor será el daño por la misma cantidad de energía transferida al mecanismo de estiramiento.

Los principios generales de balística de la herida descritos anteriormente son modificados por la orientación, la deformación y la fragmentación de un proyectil y por el contacto con el hueso, lo que aumenta el área de la sección transversal del misil; es decir, la superficie frontal de la bala que entra en contacto con el tejido. En contraste con las esferas, las balas comúnmente giran alrededor de un eje lateral cuando se mueve en un medio denso como el tejido.

La deformación aumentará el área de la sección transversal del misil debido a la expansión y una bala fragmentada también aumentará su área de sección transversal, aunque distribuida entre múltiples misiles de menor masa y reducida profundidad de penetración. Estos llamados misiles secundarios producirán múltiples canales de disparo secundario, que, aparte de su efecto directo de herida, representa puntos de menor resistencia y, por lo tanto, aumentará la susceptibilidad para el estiramiento posterior del tejido. Hay un efecto sinérgico de misiles secundarios y cavitación.

Comparado con el tejido blando, el hueso es un material duro y denso, que reduce la profundidad de penetración de las balas que la golpean. Dependiendo de la construcción, material y velocidad del proyectil, el contacto óseo favorece la deformación, fragmentación y aumento de la rotación con los efectos mencionados anteriormente. Con frecuencia, el contacto con los huesos causa misiles secundarios adicionales en forma de fragmentos de hueso.

Como puede ser observado, la balística de las heridas comprende un campo de conocimiento que nos ayuda a dilucidar los efectos del proyectil una vez que éste ha hecho contacto con su objetivo, el cual, en este caso, es el tejido del cuerpo humano, basándose tanto en las características que reviste al proyectil disparado por un arma de fuego como en las que pueden encontrarse en el tejido pues no es el mismo efecto que tendrá un misil al penetrar la piel, como el que tendrá al penetrar el hueso.

Referencias

Ruiz Speare, J., Heridas por proyectiles de armas de fuego, México, Alfil, 2007.

Di Maio, V., Heridas por arma de fuego. Aspectos prácticos sobre las armas de fuego, balística y técnicas forenses, trad. de María Susana Ciruzzi, Buenos Aires, La Rocca, 2007.


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