Los nuevos retos del gobierno de Andrés Manuel López Obrador

Publicado el 5 de febrero de 2019

José Armando Meléndez Obregón
Alumno del Centro de Posgrado de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí
emaillicmeob@gmail.com

El primer domingo de julio del año pasado fue electo como presidente constitucional el Lic. Andrés Manuel López Obrador, tras haber contendido por tercera vez en una elección presidencial, obteniendo un 53.1% de los votos, en una amplia ventaja con sus adversarios, según datos oficiales del Instituto Nacional Electoral.

El efecto AMLO fue producto del descontento social que permeaba a lo largo de los tres sexenios anteriores; desde el cambio que se dio con el entonces candidato Vicente Fox Quezada, en el año 2000, cambio que fue una decepción para los ciudadanos, derivado que la calidad de vida y la situación económica no eran perceptibles para los ciudadanos, y al parecer seguían las mismas prácticas del Partido Revolucionario Institucional que nos gobernó durante 70 años, en un supuesto país democrático.

Sin embargo, llegaron la elecciones del 2006, mismas que fueron llevadas a cabo en un ambiente de desconfianza en los organismos electorales, con una fuerte intervención de los medios de comunicación, así como la división de opiniones entre los ciudadanos. En ese entonces el tan cuestionado triunfo de Felipe Calderón Hinojosa, fue un gobierno que llamó a una guerra a los cárteles del narcotráfico, y que para muchos especialistas lo único que dejó fue una fuerte división entre grupos criminales y un gran aumento de violencia en el país.

En el 2012 se realizó una campaña televisiva para colocar entre los electores la figura presidencial de Enrique Peña Nieto; se habla de que se concertaron millonarios contratos televisivos a fin de lograr influir en el voto de los ciudadanos y así maquilar el cambio de visión de aquel viejo PRI autoritario del cual éramos rehenes los habitantes de este país, un partido el cual nos mostraron renovado y con caras nuevas, mercadotecnia electoral que le dio el triunfo al candidato de este viejo régimen, aun con las esperanzas de que bajaran los precios de los insumos, luz, gas, gasolina, y se subieran los sueldos a la clase trabajadora, pero este gobierno se vio en graves y escandalosos casos de corrupción, en donde se veían involucradas personas muy cercanas al presidente y que nunca fueron, ni han sido, llamadas a enfrentar la justicia.

Cansados los ciudadano de discursos de doble moral, así como de discursos e imágenes que llevaban a la simulación de bienestar social, gran parte de la población volteó y escuchó las palabras tan trilladas del que algún día llamaron “peligro para México”, comunista, aprendiz de Hugo Chávez, que tal vez el triunfo que le dio a ganar la presidencia de México a Andrés Manuel López Obrador no fue la confianza del cambio, sino una derrota de los partidos y corrientes políticas que ya habían ejercido el poder, que seguía en su discurso un afán de cambio, el cual estuvo en sus manos y no fue perceptible por la mayoría de los ciudadanos que ejercieron su voto para cambiar nuestras autoridades federales. Y es que llama la atención que el triunfo del líder morenista lo ha posicionado en obtener mayorías relativas en ambas cámaras, asimismo, de haber obtenido diferentes gubernaturas, como lo son Ciudad de México, Morelos, Chiapas, Tabasco y Veracruz.

Alcanzados por lo que muchos llaman “efecto López Obrador”, tal pareciera que nos encontramos en un verdadero cambio de personas en el ejercicio del poder, y así como por sus iniciales, AMLO es el presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, pero ¿cual es el mayor reto para nuestro presidente?, pues llevar acabo un gobierno que impacte efectivamente en el sentir de la población, porque como dice la conocida frase “prometer no empobrece”. Y es que al Ciudadano Mexicano le vuele a nacer la esperanza de que su economía, las condiciones de trabajo, la atención médica y el reconocimiento de los derechos humanos sean prioridades para los gobiernos y que sean perceptibles por ellos mismos.

Porque el doble discurso ya no alcanza a perpetrar en los pensamientos de muchos de los mexicanos, aquellos ataques masivos de la comunicación televisiva, en donde hacían creer al ciudadano que las cosas marchaban de un país en vías de desarrollo, donde la opinión publica crítica era reprimida, donde los medios de comunicación estaban al servicio del presidencialismo.

Pero en el momento actual en el que nos encontramos, las redes sociales se han convertido en un medio de comunicación libre de los ciudadanos, donde comparten muchas de las veces su sentir y el actuar de muchas de nuestras autoridades, donde se deja ver las situaciones de crisis en todo el país y donde se refleja en su mayoría lo que la gente piensa de la situación en la que se encuentra.

Por eso uno de los grandes retos de AMLO es llevar acabo una restructuración legal, y de políticas públicas, que sí lleguen a impactar en el sentir del ciudadano, porque los primeros ciudadanos que mostrarán el repudio serán los que confiados en su discurso, accedieron a llevarlo a las riendas del poder público, para demostrar que sí se pueden hacer las cosas bien, porque si bien es cierto el mexicano, por naturaleza cultural, es un ser que ha aguantado diferentes crisis, también no tenemos que dejar pasar que el pensamiento del mexicano ha ido evolucionando, y que ya no se puede engañar a la ciudadanía con un discurso disuasivo, en el cual pretenda el gobierno que el gobernado imagine estar bien, cuando las cosas en el país estén en declive.

La importancia de que AMLO cumpla es que ha hecho creer a los mexicanos que las cosas van a cambiar, y le han mostrado un voto de confianza, porque a pesar de los medios de comunicación “fifís”, como él los ha nombrado, no han dejado de sacar de contexto sus planteamientos en una nueva forma de organización gubernamental, para los ciudadanos la percepción de cambio no ha sido afectada por este tipo de notas. Según una nota de El Financiero, el presidente López Obrador llega con una aprobación del 66% de la aceptación ciudadana, que lo ha colocado como uno de los presidentes con mayor aceptación al inicio de su gestión.

Motivo por el cual dicha aceptación que obtiene nuestro presidente de la Republica es que tiene el mayor de los retos que cumplir y hacer cumplir con todas y cada una de sus promesas de campaña, que aunque la restructuración de un Estado es una complejidad que muchas de las veces pudiéramos decir que es utópica, lo cierto es que no hay justificación que le haga, en un momento dado, decir que no se pudo lograr, porque como se mencionó, tiene un poder que desde hace mucho no se veía.

“Andrés Manuel, no nos puedes fallar” es el reclamo de los que el día primero de diciembre del año pasado salieron a vitorear la toma de protesta del ciudadano presidente, y sí, él no puede fallar, porque sería una decepción social, que quizá el mexicano ya no esté dispuesto a soportar, derivado de que el fracaso de los gobiernos anteriores no dio pauta para que la mayoría de los ciudadanos creyeran en ellos. Y sí, Andrés Manuel, no nos puede fallar, porque el gobernado a depositado su esperanza en un verdadero cambio gubernamental, que influya en el pensamiento de todo aquel ciudadano que quiera ser parte de este cambio; que no sólo sea un entusiasmo político, que se ve trastocado por el optimismo, pero que se encuentra lejos de la realidad.

Porque al nuevo presidente le espera un país con 54.4 millones de pobres, le espera una deuda externa de 453 mil 548 millones de dólares, el esclarecimiento de 43 desaparecidos, la alza en feminicidios en el Estado mexicano, la deportación masiva por parte de los Estados Unidos de América, un nuevo tratado de comercio internacional entre Estados Unidos y Canadá, el reconocimiento de derechos a personas de la comunidad LGBT, el déficit enorme de cobertura en salud, la despenalización del aborto, la legalización de la marihuana, el conflicto entre cárteles criminales, el apoderamiento de caciques sindicales, el muro fronterizo, la depreciación del dólar, la atención a víctimas del delito, la efectiva aplicación de la reforma penal, la creación de la reforma constitucional donde desaparecen las juntas de conciliación y arbitraje, la revisión de contratos millonarios dentro del gobierno, la implementación de medidas de seguridad efectivas, en donde el ciudadano perciba la seguridad de su persona y sus pertenencias

Pero lo más importante que tiene que cumplir este gobierno es que el ciudadano recobre la confianza en sus instituciones, ministerios públicos, jueces, magistrados, ministros y policías; que no quede en el discurso, sino que de verdad haya cambios estructurales perceptibles para los ciudadanos.

Sí, Andrés Manuel tiene muchos retos por delante en la administración que en la actualidad le toca encabezar, retos que son considerados por sus opositores como difíciles de cumplimentar. Pero si la realidad es otra, si lo que está encabezando este movimiento es realmente efectivo, si realmente el cambio que a muchos les ha dado esperanza llega a tener éxito, si realmente el espíritu de este gobernante es llevar a un país a una cuarta transformación, si realmente los opositores son los que temen porque se les acaben privilegios de los cuales han vivido, sexenio tras sexenio… tal vez no lo podamos saber, sólo la historia nos dará respuestas. Sin embargo, desearle el fracaso a un gobierno es como mentarse la madre a uno mismo, porque todos somos parte de este gobierno, seamos de cualquier pensamiento político, el fin común debe de ser la unión de esos pensamientos políticos; también el reconocer que las políticas implementadas por un partido o por una corriente política no fueron las correctas es un acto de aportación a la construcción social en la que nos encontramos.

Tal vez nos encontremos en una crisis social, donde las diversas corrientes de pensamiento nos han llevado a creer en forzar al igual a que piense igual que el otro, y ha sido uno de los grandes fracasos de este país. ¿Por qué no empezar a conjuntar ideas que lleven a un buen rumbo? Y es que es sencillo, a un país le empieza a ir bien desde los extractos mas bajos de la sociedad, mismos que podemos visualizar como engranajes que aportarían grandes beneficios a toda la sociedad; que sean gobernados que tengan las misma oportunidades.

Sí, se dice y se exige que este gobierno recomponga lo putrefacto del Estado, reactive y promueva lo exitoso, porque ese hombre que a lo largo de su vida ha sido un fuerte crítico de la situación del estado en el que nos encontramos ahora tiene las riendas de un Estado que se nos ha dicho ha sido fallido, y del cual nos encontramos decepcionados.

El constructivismo social de un Estado no es nada sencillo, son los hombres los que han puesto sus pensamientos e ideas, así como sus experiencias para llevar a cabo una organización en la que su principal objetivo es lograr un beneficio colectivo, en armonía y justicia, y aunque muchas de las ocasiones, o bien la historia nos ha enseñado que en este constructivismo que nos encontramos ha habido descontentos, muertes e injusticias, no debemos dejar pasar que también han producido cambios, reconocimientos de derechos, trasformación de pensamientos.

Y sí, la lucha no es fácil, pero como ciudadanos debemos forjar nuestros propios cambios, que muchas de esas veces nos cuesta más trabajo cambiar nuestra forma de pensar, tolerar lo que otros piensan y reconocer derechos de otras personas.

A Andrés Manuel le esperan grandes retos, de los cuales, tal vez, muchos se queden como promesas de campaña, pero ¿y si realmente llega a cambiar y a transformar la vida pública del Estado, a transformar la idea del capitalismo de que el Estado es una empresa, de que un político es el que vive bien sin hacer nada, de que llegar a una dependencia de gobierno es pasar por malos tratos, de que el delinquir es sinónimo de impunidad?

Se han visto cambios importantes y relevantes en un gobierno, se tiene la esperanza de que esta cuarta transformación que tanto se nos ha mencionado realmente sea efectiva, y no sólo lo deben desear los que simpatizan con el presidente, sino todo aquel que ocupe el territorio mexicano; ya no es tiempo electoral, es tiempo de poner manos a la obra, porque México necesita de todos, de una oposición responsable, de periodistas críticos y objetivos, de una sociedad interesada en la vida pública del país y que no tenga miedo de exigir al gobierno.

Éxito para la nueva administración, un éxito que alcanzaría a todos los gobernados, no importa las diferencias de pensamiento, de condición social, sexual, religiosa, de género. Pero cada ciudadano debe de ser parte de este sentimiento de esperanza en el cual nos debemos poner a trabajar, a respetar, a tolerar, a reconocer los derechos de los demás para que los míos sean reconocidos, que no se nos olvide que somos seres humos que a lo largo de la historia hemos intentado obtener una sana convivencia.

Los retos del nuevo presidente son enormes… tan enormes, pero la esperanza está depositada en este nuevo gobierno, el que no puede fallar, porque el fracaso de este gobierno acabaría con las esperanzas de poder creer en una persona que cambie las cosas, ya que hemos agotado todos los posicionamientos de pensamiento político, y caeríamos en un descontento social, el cual podría provocar una crisis de la democracia y la forma en la que nos organizamos.


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Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ilayali G. Labrada Gutiérrez