Estado egocéntrico

Publicado el 5 de febrero de 2019

Mayra Saraí Romero Uresti
Alumna del Centro de Posgrado de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí
emailsaraiuresti@hotmail.com

El siguiente tema de reflexión apoyará mi tesis, que señala las omisiones en que el Estado ha incurrido en la prevención, atención, sanción y erradicación de violencia contra las mujeres, con base a la temática desarrollada en la clase señalada al rubro.

El Estado categoriza al sujeto de derecho con base a la teoría de estratificación social, por lo que, dependiendo en el estrato en el que se encuentre, lo dota de una “cultura” que el sujeto cree que ha sido su propio aprendizaje. Sin embargo, se dice que no se debe más que al proceso de culturalización impuesta por el Estado; es decir, que el sujeto piensa y/o actúa de la manera en el que Estado requiere, creando en cada sujeto una cultura colectiva para cada estrato o sociedad en particular, un modelo a seguir en cada una, por lo que, dependiendo de la posición en la que el sujeto se encuentre en tal categorización, será su beneficio económico, y en la mayoría de los casos, el educativo, ya que esta “cultura” definida en cada nivel limita al sujeto en cuanto a sus derechos, oportunidades y deseos, así como en la creencia de que no podrá obtener mayores beneficios a lo largo de su vida. Así, en ésta estratificación existe una cultura social dominante, que se encuentra en la cima de la pirámide o en centro del núcleo, que tendrá el poder y todo el conocimiento, con la finalidad de allegarse a más oportunidades y, por ende, al enriquecimiento económico, restringiendo en mayor cantidad los derechos y oportunidades al estrato de la periferia.

Esta jerarquía social marca una desigualdad estructurada a beneficio de unos pocos, y entre ellos, los movilizadores del Estado, mismo que de forma organizada no proporciona a los sujetos de otros estratos sociales los medios que de manera escalonada necesitan para alcanzar las expectativas de la sociedad, creadas en el proceso de socialización que genera el consumismo, prestigio, propiedad, poder, reconocimiento, etcétera, y que dicho proceso también es creado por el Estado.

El sujeto, al no cumplir con las expectativas sociales, buscará la manera de obtener los medios que el Estado no le proporcionó para alcanzar tales, por lo que comienza a realizar conductas antisociales conocidas como delitos (robo, delincuencia organizada, cohecho, extorción, homicidio, drogas, fraude, etcétera), es así como también el Estado genera procesos de discriminación y criminalización hacia los sujetos que pertenecen a los estratos más bajos o de la periferia, restringiendo aún más sus derechos y oportunidades, retrasando el proceso de dignidad humana.

Por lo tanto, existe un descontrol social que genera caos, y un desequilibrio en lo individual y en lo colectivo. El sujeto que ahora se dedica a delinquir cuenta con la ausencia de refuerzos positivos (familia, medios para alcanzar sus objetivos, educación, trabajo, trato digno, vivienda digna, entre otros), contando únicamente con refuerzos negativos, como la ausencia de límites que regulen su conducta, ya que el Estado, de la misma manera, crea esa ausencia de límites en estos estratos sociales, tolerando de manera estructurada la criminalidad, no ejerciendo justicia, procesos judiciales faltos de legalidad, entre muchos otros, por lo que en este modelo, para esta sociedad en particular, existe un proceso de exclusión de la estructura del Estado; en consecuencia, aumenta la criminalidad y nacen los fenómenos sociales.

No obstante, el Estado menciona la estratificación social como “necesaria” para asegurar la existencia de la criminalidad y los fenómenos sociales, con la finalidad de justificar la necesidad de su creación, por lo que se vale de los mencionados procesos como mecanismos de gobernanza para la sobrevivencia de éste.

En consecuencia, se basa en la creación de la norma jurídico-penal, que busca que la ley disuada al sujeto de delinquir; se menciona al derecho como un discurso de dominio y control social, y se dice legitimado al existir aceptación por la sociedad, ya que promete eficacia (funcional) y seguridad jurídica, mientras no se salga del parámetro de la legalidad, por lo que la criminalidad se convierte en un mecanismo especifico de control formal y el fenómeno social en uno informal.

La violencia contra las mujeres ha trascendido del ámbito privado al público, el problema se ha mantenido a lo largo varios años y existe en la agenda pública nacional e internacional como algo que debe atenderse de carácter emergente, por lo tanto, dicha violencia se dice un fenómeno social, que al parecer, de la misma manera, ha sido creado por el Estado, ya que al igual que el estrato de la periferia, el Estado ha limitado a las mujeres en cuanto a sus derechos, oportunidades y deseos, así como en la creencia de que no podrá obtener mayores beneficios a lo largo de su vida. Asimismo, existe una cultura social dominante, que en este caso son los hombres, que tendrá el poder y todo el conocimiento, con la finalidad de allegarse a más oportunidades y, por ende, al enriquecimiento económico, restringiendo en mayor cantidad los derechos y oportunidades a la categoría de las mujeres.

De igual forma, ha creado una desigualdad estructurada a beneficio de los hombres, que son los movilizadores del Estado (sistema patriarcal), mismo que de forma organizada no proporciona a las mujeres los medios que necesitan para alcanzar las expectativas de la sociedad, creadas en el proceso de socialización que genera el consumismo, prestigio, propiedad, poder, reconocimiento, etcétera, y dicho proceso también es creado por el Estado.

Se menciona que el Estado fue el primero en ejercer violencia psicológica contra la categoría mujeres, realizando acciones como: bromas hirientes; hacia la capacidad intelectual de la mujer, chantajear; ya que sostiene que la mujer solo debe de estar en su casa cuidando a sus hijos, mentir y engañar; en cuanto al pleno goce y ejercicio de sus derechos o de la existencia de los mismos, ignorar; en el lenguaje oral y escrito, así como en sus múltiples luchas para el ejercicio de sus derechos, celar; de que cumpla sus deberes domésticos, que no descuide el hogar aunque trabaje en el ámbito público, culpabilizar; ya que si es violada o asesinada es culpa de la mujer por vestirse así, andar a altas horas de la noche, embriagarse, etcétera, ridiculizar y ofender; humillar en público; cosificarla como un objeto sexual, intimidar, amenazar por medio de la moral o la fuerza, por lo que, ha generado procesos de discriminación y criminalización de parte de la sociedad hacia las mujeres, creando este fenómeno social como medio de control informal.

En consecuencia, no sólo no le proporciona los medios, sino que le son negados y los derechos restringidos por el hecho de ser mujer, retrasando el proceso de dignidad humana.

Por lo tanto, la mujer no cuenta con refuerzos positivos (medios para alcanzar sus objetivos, educación, trabajo, trato digno, entre otros), contando únicamente con refuerzos negativos, ya que el Estado ha permitido prácticas de machismo y misoginia que han convertido a las mujeres en seres vulnerados. Las instituciones encargadas de prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, la minimizan u omiten realizar actuaciones, por motivo de que las y los servidores públicos que operan estas Instituciones permiten, toleran y perpetúan la violencia de género, debido a los procesos sociales que han permitido su naturalización, aceptación e, incluso, legitimación de ésta violencia, misma que se refleja en sistemas jurídicos y procesos judiciales insensibles a las necesidades de las mujeres víctimas de violencia de género. La inacción, la indiferencia, las políticas y procedimientos contradictorios de las instituciones sociales continúan perpetuando el ideal de la posición subordinada de las mujeres y el derecho de los hombres a dominar y controlar.

No obstante, como ya se dijo que la estratificación social es “necesaria” para asegurar la existencia de un fenómeno social y que el Estado se vale de los mencionados procesos como sus mecanismos de gobernanza y de control informal, de tal suerte que parece que la atención para la prevención, atención, sanción y erradicación de la violencia contra las mujeres generará en la sociedad dominante que tiene el conocimiento y oportunidades una mayor cantidad de ingresos económicos al tratar de erradicarla.

Por lo anterior, si bien el Estado ha identificado el problema y la manera en que se podrá resolver, siendo que se encuentra dentro de un proceso de culturalización que el Estado ha diseñado, dando el ejemplo a la sociedad de la manera en cómo tratar a las mujeres, creando así también un proceso de imitación; en este caso, de manera colectiva, los hombres imitan al Estado, y por consecuencia, el trato digo a las mujeres y el pleno ejercicio de sus derechos humanos son vulnerados.

Por lo tanto, es necesario que la sociedad busque conocimiento mediante el cual comience a cuestionarse las expectativas que el Estado impone a los sujetos de gobernanza. Tanto a hombres como a mujeres ha impuesto roles sociales que deben de cumplir: la mujer al cuidado de los hijos y labores del hogar, y el hombre a ser fuerte y proveedor. Estos roles sólo benefician a la clase o estrato social dominante, ya que necesitan a un hombre que haga el trabajo y provea a su familia; es decir, proveedor, que sólo le proporcione lo necesario para subsistir, no se menciona inteligente, no quiere que piense, que en vez de ser proveedor podría ser inteligente y enriquecedor de su familia. El lenguaje es muy importante, y por tanto, limita a los sujetos. A la clase alta le beneficia, ya que el proveedor únicamente trabajará para enriquecer al estrato social dominante, y este proveedor requiere un apoyo que trabaje en el hogar y que genere más mano de obra, pero es importante que este trabajo no sea remunerado, ya que ese dinero le corresponde a la mencionada clase, por lo que ha impuesto estos constructos sociales para su propio beneficio.

Como se menciona, el Estado está simulando reconocimiento de derechos y oportunidades para hombres y mujeres de todos los estratos sociales; se menciona que todos somos iguales, pero la realidad es que simula que lo somos, en virtud de este pluralismo jurídico de que, al parecer, cada modelo o estrato social tiene un sistema de derecho informal que el Estado conoce y maneja a su beneficio mediante los mencionados mecanismos de gobernanza. Es fuertemente necesario replantearnos los modelos establecidos, obteniendo una nueva manera de pensamiento mediante un proceso reflexivo.

Romper con la expectativa social es romper con el control social establecido. Estas expectativas crean procesos de criminalización y violencia, y la manera de erradicarla es primero visibilizarla, darnos cuenta de los mecanismos que el Estado implementa como manera de control, enriquecernos unos a otros, no sólo a unos cuantos, y reflexionar la existencia y el pleno goce de los derechos humanos.

Es necesario que esta sociedad, de este determinado tiempo y de este espacio, reconozca los otros sistemas jurídicos, visibilice este control social y que debilite el vicio del Estado de sobrevivencia, que se dice que crea un mal para simular un bien y una necesidad.

No hay que hacerlo por la fuerza, sino mediante conocimiento y con un proceso reflexivo de derechos humanos. La verdadera hazaña es desaprender lo aprendido, lo impuesto de manera individual y colectiva en cada uno de los sujetos de derecho por el Estado. Si bien es necesario un Estado de derecho y una autoridad, los modelos implementados sólo han beneficiado a pocos y perjudicado a toda la sociedad, de manera toral a las mujeres y a las niñas, que por beneficio económico siguen en situación de subordinación ante el hombre, así como sus derechos violados y restringidos.


Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ilayali G. Labrada Gutiérrez