Amado Nervo, en su tinta

Publicado el 27 de mayo de 2019



Jorge Alberto González Galván

Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM,
email jagg@unam.mx

Homenaje en su centenario


Ahí están mis canciones, no tengo historia, nunca me ha sucedido nada. He sufrido como todos y amado lo suficiente para ser perdonado.

Carne maldita que me apartas del cielo, no encuentro esperanza, me persiguen las combas triunfales de tus amplias caderas.

Hace muchos años que estoy enfermo y es por el libro que tú escribiste.

Si eres carne por qué no te poseo, defínete, soy huérfano, estoy solo y tengo miedo.

Te odio con el odio de la ilusión marchita, aléjate, me invaden vergüenzas dolorosas, tiemblo sobre tus senos rosas y lloro mis virginidades muertas entre tus muslos blancos.

Dame un verso, poesía, para esta amiga mía.

La nieve misteriosa de mis versos que te sirvan de mágico amuleto: rimando risas y regando rosas.

Es un rayo de luna: la imagen del cielo que palpita en el río.

Y el Buda de basalto sonreía.

Si Dios hubiera querido que fueras mía… la que no vino aunque la llamé, la que aguardo hace un siglo en mis páginas tiene tu nombre.

Tú vienes con el alba por eso eres rosada; tú te llamaste infancia, te llamas ahora amor.

Se casa… me quita el sueño.

Pasas por el abismo de mis tristezas como un rayo de luna sobre los mares.

Y habrás de recordar, ésa es la herencia que te da mi dolor.

Tiene el vago embeleso de las damas de antaño, no le hables de amor.

Si lloramos, amemos, quizá no sea en vano.

Este es el libro de mi dolor: lágrima a lágrima lo formé; una vez hecho, te juro, por Cristo, que nunca más lloraré.

Estar sin ti es estar sin mí, por mi tristeza tú me reconocerás. Si eres más que yo mismo, como no te he de encontrar.

Quien la vio no la pudo ya jamás olvidar, por ella tuvo fin mi anhelar, pero flores tan bellas nunca pueden durar.

Muchachita mía, ¿en qué estrella estás?

El fantasma soy yo, tú no; lo sabes todo, yo no.

Nadie conoce el bien… sino perdido.

Me besaba mucho como si temiera irse muy temprano.

¿Desde qué mundo me contemplas?

Tú eras el amor de mi vida, mi verdad, mi ley, el resto ¿qué es?

Bon soir, hasta mañana… cuántas flores he llevado a tu tumba donde yacen tus formas adoradas.

Los muertos mandan, copio como un espejo tus costumbres.

Tendrá más luz que junio, más flores que en todo el mes de mayo, el día que me quieras.

Por tus ojos verdes tan llenos de paz, yo me salvaría.

Tú no me dijiste que mayo fuese eterno, nada me debes, estamos en paz.

Nota de pie de página: tomé al vuelo estas palabras escuchándolas de Alí Chumacero en un disco. Seguí (casi) su orden, pero al ver los originales, perdón, me di la licencia de podar, aclarar y a veces de completar. Mi intención ha sido redactar un texto independiente: de azar, buena fe admiración y agradecimiento.


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