La importancia de la espiritualidad en la educación

Publicado el 12 de junio de 2019

mams
Miguel Angel Morales Sandoval
Licenciado en Pedagogía y en Derecho, maestro en Derecho y profesor
investigador en las materias de Educación, Derechos Humanos y Derecho Familiar, UNAM
email msandovalm@derecho.unam.mx
blogger Miguel Sandoval

Desde hace tiempo atrás hemos sido testigos de la enorme ola de violencia que azota a México, no es una novedad que todos los días veamos en los medios electrónicos y de difusión muertes de un sinnúmero de personas; hemos llegado al punto en que el ver a una persona muerta a unas calles de nuestra casa nos parezca algo común.

El pasado 1 de abril, la revista electrónica Sputnik señaló que la violencia en México se ha incrementado a niveles récord comparado a cualquier otro inicio de año, ya que en lo que va del mes de enero y febrero fueron asesinadas 5,803 personas, un aumento del 13% comparado con el mismo periodo del año pasado, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.1

Asimismo, la revista electrónica Índice Político señala en su artículo “Análisis a fondo: ¿aún seguimos aguantando?”, de Francisco Gómez Maza, que al menos siete periodistas y nueve defensores de derechos humanos en el país han sido asesinados en estos últimos cuatro meses, por lo que hace un llamado a la sociedad mexicana señalando que “no es posible que los mexicanos sigamos siendo gobernados por corruptos, que sigamos a merced de los asesinos y ladrones, secuestradores, violadores, de la delincuencia, aunque parece que estos infortunios los tendremos encima ad infinitum, porque ninguna ley detiene la corrupción ni el diabólico accionar de los perversos”.2

Desde mi punto de vista como abogado sería contradictorio señalar que la ley es infructuosa ante estas circunstancias; sin embargo, la verdad es que el sistema normativo enorme y complejo que opera en nuestro país, en muchas ocasiones no pasa de sólo ser letra muerta, ya que en la vida diaria se resuelve de otra forma o conforme a los protocolos que la misma sociedad impone a raíz de la falta de eficacia de la ley.

En razón de lo anterior, creo que está por demás hablar de los derechos humanos y la reforma del 10 de junio de 2011, que trajo consigo el bloque de constitucionalidad y el principio pro persona, que aunque favoreció a la sociedad mexicana, no es del todo funcional; tenemos como claro ejemplo el nuevo sistema penal acusatorio, basado en derechos humanos, que desde mi punto de vista benefició más al agresor que a la víctima.

Necesitamos trabajar de manera vehemente para crear una sociedad donde el deber ser sea lo más cercano posible al ser de la misma, reconociendo que esta acción, aunque parezca por demás repetitiva, no depende sólo de las autoridades, también depende de cada uno de nosotros.

Respecto a lo anterior, creo importante señalar, como lo indicó Gómez Maza: la ley ya no es suficiente para combatir la violencia y la corrupción; por lo que ofrezco en este ensayo, como pedagogo, la propuesta de modificar el modelo educativo, implementando además de la educación socioemocional que se ha venido trabajando en las escuelas de educación básica, la necesidad de adicionar talleres o clubs que fomenten e impulsen el sano desarrollo de la espiritualidad de los menores. Es importante enfatizar que no estoy hablando de religión, estoy abordando el tema de nutrir el alma del ser humano con buenas costumbres, de ser empático con los demás seres vivos y con su entorno, abordado desde un punto de vista espiritual.

Tal vez al leer el párrafo anterior parezca algo fuera de todo principio de laicidad, sin embargo, sí es importante diferenciar religión de espiritualidad. La verdadera espiritualidad es la que produce en el ser humano una transformación interior; modificando sus circunstancias y su cultura, desde su propia historia, su entorno familiar, social, político y cultural.

Por lo general, espiritualidad significa tener convicciones, poseer valores, buenos comportamientos, así como un gran sentido humano de cercanía, acogida y de meditación. Por su parte, la religión significa creer en un ser superior, acoger doctrinas, ideas y enseñanzas, así como instituciones, jerarquías, ritos y celebraciones. Hay espiritualidades sin religión y religiones sin espiritualidad.3

Es importante mencionar que mis años de experiencia como profesor de alumnos de educación básica hasta media superior y superior me han ayudado a reflexionar y entender que todos y a cualquier edad necesitamos trabajar con nosotros mismos, más allá y sin demeritar trabajar en las ciencias exactas y naturales, así como en el lenguaje. Una educación espiritual fortalecería en el alumno su moral, sus valores, su empatía, sus emociones y sobre todo su conciencia.

Hace dos años tuve la oportunidad de conocer Tailandia y su gente de manera muy cercana, por consecuencia me atreví a investigar el sistema educativo tailandés con el interés de encontrar el punto clave de cómo los tailandeses viven una vida apegada a una moral incorruptible y valores completamente ajenos a los que tenemos en México; debo decir que mi viaje a este país asiático me dio otra visión del entorno social, político y cultural del cual estamos lejos de adquirir y a la vez tan cerca si logramos difundir la información correcta para cambiar conciencias en nosotros los mexicanos.

Tailandia está situada al sudeste de Asia continental, su población aproximada es de 67.2 millones de habitantes, cuenta con una capital moderna llamada Bangkok, con aproximadamente 11 millones de habitantes; en relación con su religión, la mayoría son practicantes del budismo en un 89% de la población; es un reino maravilloso que cuenta con templos budistas, fauna exótica y playas espectaculares con una historia fascinante y una cultura única, por lo que para entender su educación sólo me basaré en dos pilares fundamentales: su cultura y su religión.

Tailandia tiene una cultura muy variada, influenciada en su mayoría por el budismo, logrando adaptar el laicismo en el desarrollo del país; desde mi punto de vista y para el de muchos otros, considero que el budismo, más allá de ser una religión, es una filosofía impregnada en muchas creencias espirituales, una forma de vivir la vida libre de dogma, basada en un marco flexible, moral y ético en el que las personas tienen la libertad de seguir su propia fe.

Cuando menciono que está basado en un marco flexible me refiero a que el budismo sigue siendo la principal pero no oficial religión del Estado, ya que la Constitución del país garantiza a todo ciudadano el derecho a elegir la religión de su preferencia, sin temor a la persecución. La tolerancia religiosa, uno de los principios de la fe budista, ha permitido que los ciudadanos puedan tener paz y seguridad para practicar la religión de su elección; la única persona en Tailandia a la que se le requiere seguir las creencias budistas es al rey, como lo indica su carta magna.

Lo anterior en razón de que la práctica del budismo enfatiza la compasión y la tolerancia, de acuerdo con las enseñanzas de Siddhartha Gautama, conocido como Buda “el iluminado”, teniendo como principal objetivo aliviar el sufrimiento de todas las personas, independientemente de su religión y sus creencias. Como resultado, el pueblo de Tailandia es sumamente respetuoso con las creencias religiosas de los demás.

En palabras de mis amigos Yuan Siamza y Kitti Praphruettrakul, el budismo establece que los actos realizados para satisfacción propia, como el egoísmo, la gula, la avaricia y el deseo, conducen al dolor y al sufrimiento, mientras que el amor, la tolerancia y la compasión llevan a la felicidad y el bienestar, por lo que al erradicarlos uno puede lograr la paz interior y conseguir el Nirvana.

El budismo es muy importante en la vida de su pueblo y en su desarrollo cultural; la mayor parte del arte tailandés es budista, los monjes veteranos son muy venerados, al grado de ver sus fotografías colgadas en las casas, el templo de la comunidad es el centro tanto de la vida religiosa como de las relaciones sociales. De esta forma sabemos la razón por la cual el gobierno de Tailandia, a través del Departamento de Asuntos Religiosos, asigna anualmente fondos para financiar la educación religiosa y para construir, mantener y restaurar monasterios.

La educación, por consecuencia, está totalmente ligada a estos dos pilares supracitados; no es raro ver a los profesores realizando visitas guiadas con sus alumnos a los templos budistas de mayor importancia, en donde les enseñan valores, su cultura, su historia, así como la filosofía del budismo y la importancia del mismo; de hecho, es una de las salidas escolares primordiales que se debe hacer con el objetivo de que los alumnos interactúen con un monje budista y les enseñe las reglas de buena conducta y la meditación.

La meditación es una de las prácticas esenciales entre la población budista de Tailandia. Es importante señalar que, por ejemplo, a diferencia de las ceremonias cívicas en México, cada mañana a las 8:00 a.m. los estudiantes tailandeses cantan el himno nacional mientras se iza la bandera; en una escuela tuve la oportunidad de observar que al término el cántico, los niños realizan un saludo de forma respetuosa como se acostumbra, uniendo las palmas de las manos y posteriormente se disponen a realizar una pequeña meditación antes de iniciar sus clases.

Antes de ingresar al aula, así como antes de entrar a cualquier casa thai o templo, debemos quitarnos los zapatos; es impresionante la tranquilidad de los estudiantes y el respeto que generan hacia los demás, tan complejos de entender como su idioma.

La meditación no sólo está presente en la escuela, también lo está impregnada en los roles de género de la sociedad thai; por ejemplo, es la norma de la tradición tailandesa para el hombre desde el pasado que antes de contraer matrimonio es considerado como hombre crudo, por lo que debe realizar un retiro espiritual de seis meses como un monje, entonces se le llama hombre real. Un paradigma completamente diferente al que tenemos en México sobre lo que significa ser un hombre real u hombre verdadero.

A consecuencia de lo anterior, la seguridad en Tailandia es alta, los tailandeses son gente agradable que no busca problemas, si acaso se puede hablar de algún intento de robo o de alguna estafa menor, pero las probabilidades de que eso suceda son casi nulas. Las mujeres no sufren de acoso ni hostigamiento y en consecuencia tampoco de violencia.

Me encuentro plenamente consciente de que en México, en relación con la niñez, hay otras situaciones que apremian, como es el caso de la violencia infantil; según estadísticas, 5 niñas o niños de cada 100,000 habitantes mueren a causa de la violencia, y es que en nuestro país el 63% de niñas, niños y adolescentes recibe un castigo físico o humillante; cada 24 horas, 3 niñas, niños o adolescentes mueren a causa de la violencia.

En los últimos años fueron atendidas en el servicio de salud 317,996 niñas y adolescentes por situaciones relacionadas con la violencia sexual. Asimismo, 4 millones de niñas, niños y adolescentes viven bajo entornos violentos en el país.4

Necesitamos erradicar la violencia desde la raíz y no encuentro otra solución más asertiva que iniciando desde las escuelas con talleres para los alumnos y sobre todo para los padres, necesitamos abrir conciencias, difundir la información adecuada, no podemos crecer si no empezamos por la enseñanza desde una nueva perspectiva, así como la difusión de nuevas ideas que nos permitan reflexionar y conseguir un verdadero cambio en nuestra sociedad.

NOTAS:
1 Véase https://mundo.sputniknews.com
2 En https://indicepolitico.com/analisis-a-fondo-10-vs-60-000000/
3 Lugo García, Héctor Eduardo, “Espiritualidad versus religión”, consultado en: https://www.vidanuevadigital.com/2014/07/18/espiritualidad-versus-religion-hector-eduardo-lugo-garcia/
4 Save de Children, Las múltiples caras de la exclusión, 2018, consultado en: https://www.savethechildren.es/sites/default/files/imce/docs/infanciasrobadas2018_resumenejecutivo_es.pdf


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