Retos del sistema de pensiones mexicano

Publicado el 25 de julio de 2019

Carolina López de Llergo Pérez
Universidad Anáhuac / Basham, Ringe y Correa S.C.

Introducción

Todos los días miles de personas comienzan su vida laboral, de los cuales 56.6% pertenecen al sector informal del mercado laboral (ENOE, 2018). Esto implica que casi seis de cada diez trabajadores no cuentan con un seguro médico, tampoco con las facilidades que provee el Estado para acrecentar su patrimonio, ni con un ahorro para su retiro. Por si no fuese suficiente, estos trabajadores se encuentran en una situación de irregularidad fiscal.

Aunque no es excusa, la burocracia mexicana no facilita la inclusión en el mercado formal. En México es complicado trabajar en la formalidad debido a la existencia de toda una serie de trámites, impuestos y requisitos que pueden frustración y en ocasiones corrupción. Esto genera un incentivo negativo para los trabajadores y hace mucho más atractiva la elección por el sector informal. Desafortunadamente, esto también tiene consecuencias sobre el sector formal de los trabajadores, ya que la carga de la recaudación fiscal recae solo en ellos.

No es un secreto que la sociedad mexicana carece de la cultura del ahorro. Los ciudadanos no cuentan con una reserva económica para hacer frente a eventualidades personales y mucho menos para solventar su vejez. De acuerdo con información de CONEVAL (2018) el 53.4% de la población de la tercera edad en 2016 vivía a en una situación de pobreza. La ausencia de una cultura del ahorro es responsabilidad no solo de los individuos mismos sino del Estado. El gobierno cuenta con instrumentos para hacerlo: se pueden diseñar mecanismos más inclusivos dentro de la estructura de la seguridad social, lanzar campañas educativas para jóvenes y adultos, puede fomentar el ahorro voluntario de manera que se complementen los mecanismos de contribuciones obligatorias que ya existen, etcétera.

En México existen dos instituciones que tienen a su cargo la seguridad social del sector formal: el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE). Las empresas del sector formal tienen la obligación de afiliar a sus colaboradores al IMSS para brindarles un estado mínimo de seguridad social garantizando así el acceso a servicios de salud, facilidades para incrementar su patrimonio y procurando su subsistencia en edad avanzada mediante sistemas de pensiones.

Las AFORES: el pilar del sistema de retiro en México

La vida laboral de los trabajadores y las finanzas públicas están profundamente ligadas. Tan solo en el sexenio del presidente Enrique Peña Nieto (2012-2018), los recursos del Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR) representaron el 15% del Producto Interno Bruto (PIB) a finales de 2018.

Los sistemas de pensiones han cambiado y evolucionado a lo lago de los años, aunque no se ha logrado crear un sistema que sea sostenible para una estructura poblacional como la mexicana, que cuenta con bono demográfico en cuanto a la población joven.

Las personas que iniciaron su vida laboral y empezaron a cotizar semanas de trabajo entre 1973 y el 30 de junio de 1997 pueden esperar una pensión para su retiro equivalente al promedio de su Sueldo Base de Cotización (SAB) en los últimos 5 años trabajados pagados por el IMSS, siempre y cuando cumplan con 500 semanas cotizadas y 60 años de edad, entre otros requisitos.

Este sistema de pensiones de 1973 provocó un déficit actuarial que constituye propiamente deuda pública entre los gobiernos estatales para con la federación. La inviabilidad financiera del sistema de 1973 provocó la necesidad de un cambio de modelo pensionario. No obstante, los trabajadores que cotizaron durante el periodo vigente de esta ley gozan de un derecho adquirido, es decir, que podrán recibir su pensión bajo estos términos hasta llegar a la edad de retiro. A más tardar en el año 2040 se jubilará la última generación que empezó a cotizar bajo el régimen de la Ley de 1973.

En 1992 entró en operación el Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR) como un auxiliar al sistema de pensiones (PENSIONISSSTE, 2018), el cual trabaja con la información de las cuentas individuales de cada trabajador y del registro de la administradora o institución de crédito a la que se encuentra afiliada. Estos datos se encuentran resguardados por PROCESAR, la empresa que por medio de licitación pública opera la base de datos del SAR.

Inspirado en el modelo de pensiones chileno, en el año de 1995 se promulgó la nueva Ley del Seguro Social que entraría en vigor el primero de julio de 1997 (Ley de 1997) la cual modificó sustancialmente el sistema de pensiones y puso en marcha la creación de varias figuras financieras que a partir de ese año participarían en la administración de los fondos para el retiro (CONSAR, 2018a; Broseta, 2016).

Bajo este esquema se modificaron los requisitos para poder acceder una pensión de retiro: la edad necesario para jubilarse aumentó de los 60 a los 65 años de edad y el número de semanas trabajadas bajo un esquema de empleo formal paso de 500 (entre 9 y 10 años) a mil 250 semanas (25 años). Entro los cambios estructurales más importantes se encuentran la creación de la subcuenta de aportaciones voluntarias y la modificación del sistema de reparto (instalado en 1973) a un sistema de cuentas individuales, capitalizadas y totalmente financiadas (CEFP, 2004).

Para operar las cuentas individuales se crearon las Administradoras de Fondos para el Retiro (AFORES), entidades financieras privadas bajo la supervisión y regulación de la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (CONSAR). Las AFORES administran los fondos para el retiro de los trabajadores a través de la cuenta individual que les proporciona el IMSS, ya que el pago de las pensiones bajo el sistema de 1997 se llevaría a cabo a través de la AFORES, siendo la cantidad que reciba el trabajador lo correspondiente al monto que tenga acumulado cada individuo en su cuenta individual.

Las AFORES cuentan actualmente con cinco Sociedades de Inversión Especializadas en Fondos para el Retiro, denominadas SIEFORES, que son fondos de inversión en donde las AFORES invierten los recursos de los trabajadores para generar rendimientos (CEFP, 2017). Existen 5 SIEFORES que de acuerdo a rango de edad en el que se encuentre el trabajador será el riesgo de la inversión que haga la AFORE.

De acuerdo con CONSAR (2018b), los recursos que utilizan las AFORES para sus inversiones provienen de aportaciones hechas al seguro social, es decir, los trabajadores reciben aportaciones en su cuenta individual, la cual se divide en 3 subcuentas: Subcuenta del Retiro, Cesantía en Edad avanzada y Vejez (RCV), Subcuenta de Aportaciones Voluntarias y Subcuenta Vivienda. Este último es administrado por el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (INFONAVIT).

A su vez, la subcuenta de RCV se divide en dos: a) cesantía en edad avanzada y vejez, la cual recibe aportaciones tripartitas, es decir del Estado, del Patrón y del trabajador, y b) el retiro que recibe aportaciones por parte del patrón por un monto del 2% del salario base de cotización del trabajador. Este último fondo, el de retiro, y el de aportaciones voluntarias son los fondos que administran las AFORES una vez que el capital es retirado de la cuenta concentradora y enviado a la AFORE que cada trabajador determina para su conveniencia.

Las AFORES están reguladas por la CONSAR en cuanto a la forma en la que invierten el capital de los trabajadores. Las inversiones realizadas durante el periodo 2008-2018 se distribuyeron entre renta nacional variable, deuda privada nacional, deuda internacional, renta variable internacional, estructurados y bibras, deuda gubernamental.

De acuerdo con el descrito en CEFP (2019), la función que cumplen las AFORES al invertir y reinvertir el capital genera comisiones: comisiones por saldo de la cuenta, comisiones por flujo de aportaciones y comisiones por rendimiento obtenido. Un trabajador que enfrenta la decisión de qué AFORE elegir debe considerar el esquema de comisiones al igual que el rendimiento de acuerdo con sus preferencias. En marzo de 2008 se modificó la ley de las AFORES y se estableció una comisión única sobre el saldo acumulado.

La experiencia de Chile

Como se mencionó anteriormente, el sistema de pensiones que se estableció en 1997 en México fue inspirado en el sistema pensionario chileno. No obstante, Chile tuvo que reformar su sistema de pensiones en 2008 ante la inviabilidad el mismo.

En Chile el porcentaje de contribución que hacen los trabajadores es del 10% del salario base de cotización, mientras que en México es del 6.5%. Tanto Chile como México se enfrentan a problemas socioculturales similares y los cuales representan focos críticos para el éxito o el fracaso de un sistema pensionario.

• Los beneficiarios no lograban cubrir los requisitos de semanas cotizadas mínimas para poder hacer uso de su ahorro para el retiro.

• La esperanza de vida de los beneficiarios ha aumentado constantemente a lo largo de los años por lo que las AFORES deben de financiar al beneficiario por más tiempo.

• Las densidades de contribución son muy bajas: aquellas personas que se encuentran en la economía informal no están cotizando semanas y aquellos que si lo hacen no realizan aportaciones voluntarias.

En la reforma al sistema de pensiones de 2008 destacan tres puntos importantes que buscaron solucionar los problemas mencionados: a) se eliminó la pensión mínima que permitió a un mayor sector de la población a acceder a una pensión sin importar el número de semanas cotizadas, esto como incentivo para reducir la informalidad; b) Se introdujo un pilar solidario denominado pensión básica solidaria (PBS) que es otorgada por el gobierno a personas que no tienen acceso a un esquema de pensiones por cuenta individual. De esta manera Chile aspira a disminuir la pobreza entre los adultos mayores, y c) se otorgaron incentivos fiscales y bonificaciones al ahorro voluntario con el fin de alentar a la población a una cultura del ahorro.

Las pocas personas que cumplían los requisitos para pensionarse con una AFORE, recibían una taza de remplazo del 30% del salario promedio con el que se cotizó. Después de la reforma del sistema en 2008, el porcentaje se elevó a 45% del salario promedio con el que cotizó. Los organismos internacionales como la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) establecieron que lo ideal es que el trabajador reciba el 70% del salario promedio con el que cotizó.

La OCDE ha hecho una serie de recomendaciones al gobierno de México con el fin de optimizar el sistema de pensiones entre las cuales destacan:

1. Evitar la fragmentación, es decir que el sistema de pensiones sea distinto para todos los mexicanos sin importar el giro o sector de la empresa.

2. Incrementar la seguridad social para los adultos mayores mediante la coordinación de programas sociales para aumentar las contribuciones.

3. Amortiguar la transición al nuevo sistema de pensiones.

4. Incrementar las contribuciones al sistema de un 13% a 18% del salario base de cotización para garantizar al beneficiario una taza de remplazo mayor al 50% de salario final.

Reforma del Sistema de Ahorro para el Retiro en México

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, causó inquietud al presentar ante la Cámara de Diputados la iniciativa que modificará al Sistema de Ahorro para el Retiro (Cámara de Diputados, 2019). La cual pretende realiza tres cambios importantes:

1. Incentivar el ahorro voluntario a través de estímulos fiscales para ser deducibles del impuesto ISR.

2. Sustitución de las SIEFORES por fondos de inversión especializados para el retiro (FIFORES) que preserven el valor adquisitivo de los trabajadores, es decir que las AFORES invertirán el capital de los trabajadores en un solo fondo durante toda su vida laboral y esto permitirá a la administradora tener una mejor planeación y estrategias de inversión para producir mayores rendimientos.

3. La inclusión de comisiones por saldo administrado y por desempeño de las inversiones.

El incentivo fiscal que se otorga a los beneficiarios por aportaciones voluntarias puede ser una medida apropiada para estimular la cultura del ahorro en México, ya que el beneficiario preferiría invertir su dinero en su fondo de ahorro en lugar de una institución bancaria ya que tendría el beneficio de realizar la deducción del impuesto ISR, incrementar el saldo en su cuenta de retiro y beneficiar al gobierno en la aportación de capital para inversión de infraestructura y que repercutiría en el crecimiento del PIB nacional a corto plazo.

A su vez, la inclusión de un fondo único puede representar un mayor riesgo de las inversiones al no tener una diversificación de las mismas, mientras que también podría resultar en una desincentivo para los usuarios a hacer aportaciones voluntarias porque el rendimiento sería unificado entre las personas que aportan más y las que aportan menos.

La inclusión de las comisiones que cobran las AFORES incentiva a que inviertan los fondos de los trabajadores en productos de inversiones que traigan mayores beneficios pero que a su vez también implican un mayor riesgo.

Conclusión

México tiene que focalizar y orientar su sistema de pensiones considerando sus similitudes con Chile en cuanto a los desafíos socioculturales que enfrentan ambos países. También es importante tomar en cuenta la tasa de informalidad laboral que prevalece en México, lo cual resulta en menores contribuciones al fondo para el ahorro y disminuye la capacidad del Estado para invertir el capital. Aunado a lo anterior, el actual sistema pone a los adultos mayores en una posición vulnerable debido a la falta de seguridad social y a la dificultad de acceso a una pensión digno por el hecho de no cumplir con los requisitos de cotización establecidos.


Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ilayali G. Labrada Gutiérrez