Hernán Cortés: “Bernal Díaz del Castillo, soy yo”

Publicado el 22 de agosto de 2019

Alfonso Guillén Vicente
Profesor-investigador en la Universidad Autónoma de Baja California Sur
emailaguillenvic@gmail.com


Excelente el texto que Christian Duverger vuelve a publicar este año en Taurus sobre Hernán Cortés, escritor. Y es, además, muy oportuno, ahora que celebramos los 500 años del encuentro del conquistador con Moctezuma en la calzada de Iztapalapa.

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Duverger desarrolla una trama clara y bien estructurada para probar que Bernal Díaz del Castillo es un seudónimo que don Hernando construyó para contar su verdad sobre la conquista de México.

Para alguien que imparte Historia de México en el primer semestre de una licenciatura resulta un hallazgo afortunado porque no es lo mismo abordar el inicio del mestizaje contado por un simple soldado, que enfrentarlos con la visión misma del capitán Cortés. Así, los dichos sobre la Malinche, las referencias sobre el emperador Carlos I de España y V de Alemania, el deslumbramiento a la vista de Tenochtitlan, cobran una gigantesca dimensión en su quinto centenario.

El bien logrado trabajo del francés sobre el capitán Cortés, escritor, publicado por vez primera en 2013 con el título de Crónicas de la eternidad, toma partido, de manera entusiasta, a favor del conquistador, también en sus desencuentros y choques con los de la casa real de los Austria.

Un punto de vista muy distinto al que nos comunica otro estupendo libro: La ciudad oculta, de Héctor de Mauleón, tomo I, publicado por Planeta en 2018. Al referirse al juicio de residencia que ordenó Carlos I de España y V de Alemania, para pronunciarse sobre la gestión de Cortés como autoridad máxima de la Nueva España, dice que “el principio de su desgracia lo marca una cédula real firmada en Toledo en 1525. El rey de España ha escuchado demasiadas cosas… la matanza de indios en Cholula y el Templo Mayor… las constantes desobediencias de su vasallo y sus aparentes intenciones de ‘levantarse con la tierra’... sobre el oro que existe… en sus misteriosas arcas...” (p. 25).

A lo largo de dos décadas, 1522-1542, Hernán Cortés ha transitado del nombramiento que Carlos V le otorgó como gobernador, capitán general y justicia mayor de la Nueva España, a ser marginado por las denominadas Nuevas Leyes, que el emperador ha construido antes de dejarle el poder a su hijo, Felipe II.

Christian Duverger reconoce que ese nuevo aparato legal trae la “prohibición formal de la esclavitud de indios”, pero destaca que “Carlos V reivindica de hecho la plena propiedad de todas las tierras americanas y considera que todos los habitantes son sus vasallos” (pp. 148-149). Por eso considera que las normas reales de 1542 “son en realidad leyes de despojo de los encomenderos, esos conquistadores que se autorrecompensaron por su conquista adjudicándose tierras”; pero que “para los indios, que su amo lleve el nombre de encomendero y que viva en México o que se llame corregidor y viva en España, ¡no hay diferencia!”.

Con ágil y amena redacción, Duverger nos conduce al capítulo que titula: “Cortés escritor: Valladolid: 1543-1546”, cuando el conquistador “se vuelve a la posteridad”; quiere fijar el recuerdo de su vida en la tierra y esculpe su estatua para la eternidad”. Es entonces que Cortés “decide crear un personaje de ficción detrás del cual podrá refugiarse” (pp. 160 y 162). Ese es Bernal Díaz del Castillo con su “Historia verdadera…”.

Hernán Cortés ha sido derrotado en la política por los Habsburgo, pero su pluma nos permite asomarnos a una historia de México distinta, la que hubiera existido si su proyecto cristaliza bajo la conducción de sus hijos. La del mestizaje idílico, la que reconoce el valor de lo indígena a la par del castellano. La verdad es que Duverger sorprende al afirmar que con las Nuevas Leyes de 1542 “todo su trabajo (el de don Hernando) por promover la democracia electoral y conservar instituciones indígenas representativas se tira por la borda” (p. 149).

No estoy tan seguro que el Conquistador haya soñado un reino con esas cualidades, pero con su inolvidable relato bajo seudónimo ha sembrado la idea de que era posible un mundo colonial alternativo, muy distinto al del Virreinato de la Nueva España, la institución que los Austria crearon para delegarle todo el poder.


Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ilayali G. Labrada Gutiérrez