El pensamiento crítico en los estudios de derecho

Publicado el 2 de septiembre de 2019

Víctor Manuel Rangel Cortés
Posdoctorante en la Facultad de Derecho, UNAM
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vrangel1982@gmail.com

La investigación es la habilidad más importante en la formación de los licenciados, maestros y doctores en derecho. Debiera gozar de mayor relevancia que la memorización de leyes o códigos, los cuales, como quiera que sea y más con el Internet, siempre pueden ser consultados.

Pero no sóolo es cuestión de ir a buscar en los libros y redactar ensayos con opiniones sin argumentos que lo único que hacen es replicar lo que muchos otros ya han dicho. El estudioso del derecho debe poner en tela de juicio cualquier tema, esa debe ser su naturaleza, acostumbrarse a hacerlo todo el tiempo y a resolver esos cuestionamientos. Para los que estudiamos esta carrera es importante dudar de las resoluciones de un juez, de un fiscal, de la contraparte y tal vez hasta del propio cliente.

El pensamiento crítico ayuda a desarrollar la habilidad de identificar problemas a partir de la duda, su posterior solución y, a partir de ésta, plantear nuevas.

Por otro lado, la formación de investigadores con esta característica es primordial para generar conocimiento novedoso y socialmente responsable. Generalmente, el desarrollo de esta cualidad cognitiva se deja para los programas de posgrado como el de la UNAM y algunas otras instituciones.

Entonces, ¿qué es el pensamiento crítico? La “Declaración de consenso de los expertos en relación con el pensamiento crítico y el pensador crítico ideal” señala que se trata de un juicio autorregulado con ciertos objetivos del cual se derivan la capacidad de interpretación, análisis, evaluación e inferencia; asimismo, provoca la presentación de argumentos sustentados en pruebas claras y pertinentes.

Igualmente, implica que el investigador logre un distanciamiento entre su trabajo y el discurso ideológico de la política y economía. De esta manera, permite tener un acercamiento con la realidad y mantenerse al margen de los intereses particulares. Sobre todo, la ciencia debe ser objetiva y no políticamente correcta.

Los estudios críticos ayudan a encontrar respuestas. Por ejemplo, hoy día tenemos una reforma en materia de derechos humanos muy importante como la de 2011; sin embargo, la realidad es que en México siguen las violaciones a tales derechos. En consecuencia, ¿para qué se consolidó esa reforma y se han escrito muchos libros al respecto y que dicen lo mismo? La respuesta más sencilla sería decir que se debe a que el derecho pertenece al mundo del deber ser y hay una diferencia entre éste y el mundo del ser.

Un investigador con pensamiento crítico intentaría encontrar la respuesta en factores que se encuentran más allá del derecho como la economía o la política. Así, una respuesta a la pregunta planteada en el ejemplo anterior la podríamos encontrar en la criminología crítica.

Otro ejemplo es el caso de la famosa Ley de Seguridad Interior. Esta legislación, hasta antes de la sentencia dictada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, dice lo mismo que la Ley de Seguridad Nacional. ¿Por qué al gobierno mexicano le interesó contar con dos legislaciones así? La respuesta la podemos encontrar en un proceso de militarización legalizado no sólo en nuestro país, sino en América Latina, según lo expresado. Ahora ya es posible vislumbrar que nada es casualidad o mero error de nuestros actores políticos.

Es importante considerar que el pensamiento crítico no es hablar mal de las cosas, es generar nuevo conocimiento. Simplemente, hay que dudar y resolver el cuestionamiento con base en una metodología adecuada y el manejo de elementos teóricos preexistentes para inferir argumentos sólidos.

Además, vale la pena señalar que de acuerdo con la taxonomía de Bloom estamos frente al nivel cognitivo más elevado:

1. Conocimiento.

2. Comprensión.

3. Aplicación.

4. Análisis.

5. Síntesis.

6. Evaluación.

Claramente, el primer nivel de conocimiento es el más bajo, mientras que el más alto es el de evaluación, precisamente en donde se encuentra la crítica.

De esta forma, cuando hacemos trabajos con un enfoque crítico nos movemos en el círculo más elevado del conocimiento. Lo cierto es que gracias al acercamiento con la realidad que lo caracteriza, permite aceptar cosas buenas, pero también señalar las malas, aunque duelan. Pero cuidado, aceptarlas no quiere decir conformarse, sino que hay que corregirlas para no generar nuevos problemas.

Como dice, la esencia del pensamiento crítico es la capacidad de interpretación, análisis, evaluación, inferencia, explicación y autorregulación.

Cualquier abogado debe tener espíritu crítico, es decir, no aceptar cualquier cosa como verdad. Debe ser curioso y deseoso por obtener datos confiables que le permitan presentar o defender su postura con argumentos bien construidos y no con ideas falsas. Interpretar la ley, analizar un hecho, evaluar un testimonio, hacer inferencias de acuerdo con la lógica y encontrar la explicación que le otorgue la razón a su cliente es fundamental. De hecho, en un interrogatorio o contrainterrogatorio la clave está en saber exactamente qué queremos saber y qué preguntas son las adecuadas para lograr ese conocimiento. Para eso sirve el pensamiento crítico.

Mientras tanto para el investigador del derecho su compromiso es buscar siempre la verdad con objetividad, integridad e imparcialidad.

Hoy día quienes tenemos al derecho como objeto de estudio debemos involucrarnos con los temas de la agenda pública nacional desde el punto de vista crítico. Pero además exige que en las aulas se impulse este tipo de pensamiento y con ello hacer a un lado las cátedras de memorización. Esto es un reto muy importante sobre todo si tomamos en cuenta que las tesis de investigación son una especie en peligro de extinción, incluso a nivel posgrado.

México vive tiempos de transición. Lo peor que puede suceder es la sumisión de la academia ante el poder político. Como ya se dijo antes, no se trata de ir en contra del sistema de manera simplista, sino de señalar los errores a efecto de prevenirlos o solucionarlos.

El cambio democrático que, por lo menos en apariencia, ha llevado a la izquierda a la Presidencia de nuestro país no debe ser obstáculo para que el pensamiento crítico se arraigue en el pensamiento universitario. Igualmente, la libertad de expresión debe emerger como un valor intrínseco de la era que recién comienza y evitar que la democracia disfrazada de absolutismo la limiten.

Hay que recordar que, en términos de psicología social, la verdad se construye a través del discurso y se impone a la sociedad. Un investigador del derecho no puede caer en ese juego. Por el contrario, debe refutar esa verdad con pruebas.

En una sociedad dividida en chairos y fifís sería un error rotular a los intelectuales “liberales” como “peligros para la sociedad”. También sería un grave error que aquellos brillantes académicos que fueron críticos en los gobiernos anteriores, hoy cambien su postura y defiendan lo indefendible. Ningún bien le haría eso a México.


Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ilayali G. Labrada Gutiérrez