Cualidades en el ejercicio de la abogacía1

Publicado el 5 de septiembre de 2019

Javier Quetzalcóatl Tapia Urbina
Profesor de la Facultad de Derecho, UNAM, y del Posgrado de Derecho en el
Centro de Investigaciones Jurídico Políticas, de la Universidad Autónoma de Tlaxcala
email tapiaurbina@yahoo.com.mx
twitter@JavierQ_Tapia

El 26 de agosto último, leía una nota periodística publicada en la página web del medio CNN politics, relacionada con la juez de la Corte Suprema de Justicia estadounidense Ruth Bader Ginsburg (RBG), de 86 años de edad, defensora de los derechos de las mujeres y reconocida por sus opiniones legales, sus discursos y posturas dentro del ala liberal de la propia Corte, quien después de haberse sometido a un tratamiento para el cáncer de páncreas, reapareció para recibir un título honorario de la Universidad de Búfalo, School of Law (Escuela de Derecho), de la Unión Americana (EUA).

En el referido medio se incluyó el fragmento de una entrevista a la juez RBG, en la que se le cuestionó ¿cuáles eran las características que comparten los jueces exitosos?, respondiendo con gran sabiduría: paciencia, disposición para escuchar y aprender, y compasión. Precisó que la ley existe para gobernar y servir a la sociedad, no es una especie de ejercicio abstracto que afecta a personas reales, los jueces deber ser conscientes de cómo la ley afecta a las personas.

Lo anterior trajo a nuestra memoria un pasaje de la magnífica obra de Miguel de Cervantes, cuando Don Quijote de la Mancha le da algunos consejos a Sancho Panza antes de que fuese a gobernar su ínsula. Precisamente algunos de ellos redondeando la cualidad de la compasión, le aconseja: “Hallen en ti más compasión la lagrimas del pobre, pero no más justicia que las informaciones del rico”, “Si a caso doblares la vara de la justicia, no sea con el peso de la dádiva, sino con el de la misericordia”.

Han pasado más de cuatro siglos desde que saliera a la luz la obra de Cervantes y las palabras de la juez RBG son un auténtico recordatorio de la incuestionable importancia que tiene la buena formación de los nuevos cuadros o las nuevas generaciones de abogadas y abogados, puesto que se trata de cualidades que se enfatizan en la actividad juzgadora, pero que atañen a una labor fundamental para todo este gremio: La protección de las personas y sus derechos.

De ahí la importancia de dicha formación bajo principios y valores bien cimentados, con bases de conocimiento teórico pero encajados en una filosofía humanista, dotados con la suficiente dosis de humildad para ser pacientes, receptivos y comprensivos ante los infortunios de las personas y la sociedad misma. El ejercicio de la abogacía, descansa en estas virtudes cuyo resultado se hará patente con el producto de una conciliación o una sentencia justa.

En la actualidad se viven tiempos de tempestades discursivas, donde cada persona sea profesionista o técnico, político o apolítico, economista o ingeniero, médico o abogado, carpintero o electricista, etcétera, todos asumen su propio entendimiento y su propia verdad. Conciliar todas esas realidades y discursos, es tan sólo una de las virtudes del abogado para la conservación de la paz.

La compasión en la actividad de los jueces y abogados en general, no es una simple práctica de la lamentación ante la adversidad sufrida por otros, sino un ejercicio de razonamiento y deliberación coherente entre la realidad de las personas y la realidad jurídica imperfecta.

Nuestra sociedad altamente participativa dentro del discurso de la protección de los derechos humanos en nuestros tiempos, requiere del fortalecimiento de estas cualidades y virtudes, no sólo en los jueces sino en los abogados en general, con el fin de orientar el rumbo hacia la equidad y la justicia.


NOTAS:
1 Se reproduce con autorización del autor, publicado en Primera Voz, el 28 de agosto de 2019.

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