Recuperar la autoridad de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos1

Publicado el 4 de octubre de 2019

Javier Quetzalcóatl Tapia Urbina
Profesor de la Facultad de Derecho, UNAM, y del Posgrado de Derecho en el
Centro de Investigaciones Jurídico Políticas, de la Universidad Autónoma de Tlaxcala
email tapiaurbina@yahoo.com.mx
twitter@JavierQ_Tapia

Hace una semana dábamos cuenta del inicio de la pasarela de organizaciones de la sociedad civil ante la Comisión de Derechos Humanos del Senado de la República, a propósito del inicio del proceso para la elección de la persona que será próxima titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).

El día de ayer, 17 de septiembre, nuevamente se dieron cita en el Centro Nacional de Comunicación Social, A.C., diversas organizaciones, especialistas, defensores de derechos humanos y otros, ante medios de comunicación, a fin de hacer un llamado al Senado mexicano para que dicho proceso de designación se realice bajo principios de transparencia, rendición de cuentas, certeza jurídica, máxima publicidad, participación ciudadana, parlamento abierto, igualdad y equidad de género, etcétera.

Habiendo visto tanto la conferencia de prensa como el pronunciamiento firmado por las organizaciones, hay tres puntos que queremos destacamos, en el siguiente sentido.

1. El clamor uniforme y al unísono, en cuanto que se desea un proceso cimentado en una convocatoria participativa, que no de lugar a opacidades, pues de lo que se trata es brindar certeza, seguridad y transparencia a dicho proceso.

2. La participación ciudadana y especialmente de las víctimas en estos procesos es crucial, lo cual -por supuesto- en una sociedad tan golpeada por los fenómenos de la inseguridad, la violencia y la impunidad, suena a un legítimo y obligado reclamo al Estado en su conjunto. Escuchar a todas y todos, pero muy especialmente a las personas que han sido o se encuentran en calidad de víctimas, es dotar de fuerza legitimadora la decisión que habrá de adoptar el Senado de la República con el nuevo nombramiento.

3. Una exigencia que no podemos dejar de resaltar y compartir, es la relativa a que el Senado deberá establecer y dejar de suma claros los criterios de valoración de las candidaturas, con objeto de que la equidad de género esté plenamente garantizada.

En este último punto, hay que señalar que nuestra aspiración seguirá siendo que el discurso político de la igualdad sustantiva sea una realidad en decisiones tan trascendentes como ésta, que den impulso al reposicionamiento de la mujer en la cosa pública, máxime si se trata de la defensa y protección de los derechos humanos.

Nadie en su sano juicio pude estar en desacuerdo con el posicionamiento de estas organizaciones. El poder de un organismo como la CNDH descansa en su autoridad moral y política, sin la una y la otra, las consecuencias están a la vista de todos, un instrumento fundamental del Estado mexicano debilitado, desgastado e incluso superado en sus capacidades de respuesta tanto preventiva como reactiva.

Ambos componentes -la moral y la política- son elementos claves en el funcionamiento y fortalecimiento de una institución como la CNDH, un binomio inseparable que requiere ser trabajado integralmente, es decir, no se trata de concepciones contrapuestas. A los ojos de la sociedad o más aún a los ojos del ciudadano de a pie, la autoridad moral de la CNDH tiene como sustento, ni más ni menos que su eficaz y eficiente desempeño. En otras palabras, si el organismo cumple su cometido se habrá ganado la autoridad moral ante la sociedad.

La autoridad política de la CNDH se funda en una idea relacionada con la estructura constitucional de lo público, es decir, sus recomendaciones aun no siendo vinculantes (obligatorias) poseen una fuerza política -en ocasiones mucho más efectiva que la fuerza de una sentencia- en tanto que van dirigidas a los titulares de las dependencias, organismos o entidades públicas, y cuya publicidad trasciende y genera consecuencias de naturaleza política.

De ahí la importancia de la sensibilidad (como herramienta para recuperar o alcanzar la autoridad moral de la CNDH) y la experiencia (como vehículo necesario para lograr la autoridad política), en la persona que ocupe la titularidad de la CNDH.


NOTAS:
1 Se reproduce con autorización del autor, publicado en Primera Voz, el 18 de septiembre de 2019.

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