Una mujer al frente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos: cuestión de justicia1

Publicado el 4 de octubre de 2019

Javier Quetzalcóatl Tapia Urbina
Profesor de la Facultad de Derecho, UNAM, y del Posgrado de Derecho en el
Centro de Investigaciones Jurídico Políticas, de la Universidad Autónoma de Tlaxcala
email tapiaurbina@yahoo.com.mx
twitter@JavierQ_Tapia

Hace algunos días veía publicada una fotografía en la que aparecían la senadora Mónica Fernández Balboa, presidenta del Senado de la República, la diputada federal Laura Angélica Rojas Hernández, presidenta de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, el ministro Arturo Saldívar Lelo de Larrea, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y, el licenciado Andrés Manuel López Obrador, presidente de México.

Nada más alentador que ver una imagen en la que gráficamente se comprenda parte del significado de la equidad de género, dos mujeres y dos hombres, ocupando la titularidad de los tres poderes del Estado mexicano, Poder Ejecutivo, Poder Legislativo y Poder Judicial.

Sin embargo, nuestro vigente orden constitucional también establece la existencia de organismos autónomos y, en una era en la que el discurso prevalente es el relativo a los derechos humanos, es inevitable recordar la existencia de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), cuyo proceso hacia la designación de la próxima persona titular de la misma ha iniciado en la Cámara de Senadores, actualmente con la elaboración del proyecto de Convocatoria respectivo.

En este sentido y a propósito del llamado #DiaNaranja de cada día 25 de cada mes, establecido como parte de una campaña iniciada desde 2008 por el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas, cuyo objetivo es generar consciencia para prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres y niñas, resulta ciertamente alentador observar algunos leves avances en torno a la incrustación real y concreta de las mujeres en la vida y funciones públicas de nuestro país, y mejor aun ocupando altas magistraturas como hemos visto.

No obstante, tenemos claro que son ligeros pasos hacia una verdadera cultura de la igualdad, falta mucho por hacer, sin embargo, en la perspectiva de género juegan un papel crucial los mensajes que promuevan, inviten, alienten, estimulen, etcétera, la participación e integración de las mujeres en los primeros niveles y funciones públicas del Estado mexicano.

Es por ello que, si a la luz de nuestro derecho constitucional se advierte la existencia de los organismos autónomos como la CNDH, entonces parece hace falta esa cereza en el pastel, una mujer al frente de esta institución que daría una nueva visión humanista, sensible, pero al mismo tiempo determinante, empática con las personas en situación de víctimas, pero también contundente y firme en sus valores de honestidad, imparcialidad y rectitud.

Compartimos plenamente el mensaje del presidente de la Suprema Corte cuando dice: “Para transformar el acceso de las mujeres a la justicia hay que escucharlas. No se puede tener un compromiso claro con los #DDHH sin ser feminista”. Nada más cierto, asumir el compromiso con los derechos humanos, demanda aceptar incluso desde un punto de vista cultural, que las mujeres han sido guía y fortaleza del núcleo social, fuente fundamente de la familia.

La CNDH requiere de ese auxilio, de esa visión que las mujeres adquieren por naturaleza y no necesariamente por cientos de maestrías o doctorados, está visto y probado que la preparación académica -sin duda- ha tenido un papel importante desde la construcción de esa institución promotora y defensora de los derechos humanos.

Sin embargo, esas consideraciones atinentes a méritos académicos o de la llamada investigación científica en la materia, han sido rebasadas por el galopante clima de inseguridad, impunidad y violencia que vivimos y cuya falta de pericia, empatía y experiencia en el caminar con las víctimas se ve reflejado en cualquier diagnóstico en la materia, donde los resultados son abrumadoramente graves y desalentadores.

Abrigamos la esperanza de que sea una mujer -como lo hemos dicho- con experiencia y sensibilidad para caminar con las víctimas, que dote de nuevos bríos a la CNDH. Una cuestión de justicia en todo sentido.


NOTAS:
1 Se reproduce con autorización del autor, publicado en Primera Voz, el 25 de septiembre de 2019.

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