La vida y el tiempo de don Porfirio vistos por Carlos Tello Díaz

Publicado el 15 de octubre de 2019

Alfonso Guillén Vicente
Profesor-investigador de la Universidad Autónoma de Baja California Sur
email aguillenvic@gmail.com

Los dos volúmenes que ha publicado Carlos Tello Díaz sobre Porfirio Díaz. Su vida y su tiempo, La guerra y La ambición, son, en mi opinión, un excelente y exhaustivo trabajo sobre la historia de México, desde 1830 a 1884.

El autor se propone describir a su personaje dentro de un proceso que continúa lo iniciado con Benito Juárez y Sebastián Lerdo de Tejada, y no como una ruptura entre la República restaurada y el porfiriato. Pero cuando uno termina de leer los dos textos se queda con la impresión de que existe una enorme distancia entre el Porfirio Díaz de la Reforma, la Intervención, la lucha contra El Imperio y su primer periodo presidencial (1876-1880), y aquel que empieza a vivir después del Mátalos en caliente, la muerte de su esposa Delfina y sus grandes negocios hechos al amparo de su compadre Manuel González, el presidente de la República en el periodo 1880-1884.

Los dos volúmenes de Tello descansan, eso sí, en un impresionante trabajo de consulta de fuentes primarias que se suma a una redacción ágil y amena, no exenta de la empatía del autor a un personaje muy polémico.

Me parece que es igualmente valioso el dibujo de don Porfirio o la reseña de cada uno de los actores del México decimonónico, que la descripción del tiempo histórico que viven. Por eso no tiene desperdicio la gran cantidad de páginas de ambos textos. Con la gran virtud de que el índice propuesto permite al lector acudir a distintos personajes o episodios, sin necesidad de seguir, necesariamente, el orden cronológico. Igual puede ir uno al Coronel Manuel González o al Sitio de Puebla (La guerra), que explorar el lado íntimo del general Díaz acudiendo a La muerte de Delfina o a “Carmelita”, la hija de otrora enemigo: Romero Rubio (La ambición).

No entiendo entonces que el autor pueda atender la sugerencia hecha por el académico de El Colegio de México, Javier García Diego, en el sentido de que puede preparar una “versión mínima” para publicar; porque no alcanzo a ver algo que pueda sacrificarse del trabajo de Tello Díaz que, por lo demás, forma una unidad compleja y bien lograda.

En el proceso de construcción de un personaje de alcance nacional a partir de la realidad oaxaqueña, aprecio, gracias al trabajo de Tello Díaz, la presencia importante de los caciques del Norte de México, donde resalta, desde luego, el tamaulipeco Manuel González, el neolonés Jerónimo Treviño, el zacatecano Trinidad García de la Cadena y Donato Guerra, sin dejar de lado al jalisciense Ignacio L. Vallarta y, en general, a los caudillos que los acompañaron en la rebelión tuxtepecana, como el sudcaliforniano Manuel Márquez de León.

Los textos en cuestión se apegan bien al tiempo que va viviendo don Porfirio cuando se recuerda que nació en un país que mucho tenía de la Colonia, en 1830, y al ritmo de la vida en la provincia. Pero no estoy tan seguro de que uno pueda afirmar, para ciertas decisiones que tomó el general Díaz como el fusilamiento de los marinos sublevados en Veracruz en 1879, que “las relaciones más importantes que marcan su vida fueron, a menudo, relaciones de ese tipo: paternales… con la mayoría de sus compañeros de armas… con Delfina y con Carmelita… así fue, también su relación con el pueblo de México” (La ambición, p. 491). A menos que su confesión al periodista Creelman: “Fuimos duros, a veces fuimos duros hasta la crueldad”, se aprecie como una medida correctiva con miras a educar a la gente.

Por otro lado, en los sucesos y personajes del siglo XIX explorados en los dos volúmenes de Carlos Tello se nota un esfuerzo por apegarse a la máxima del general respecto a la guerra: “No se puede juzgar de sucesos pasados sino colocándose en la situación que guardaban las cosas cuando ellos tuvieron lugar, y esto no es fácil hacerlo cuando han pasado muchos años y todo ha vuelto a su estado regular y normal” (La Guerra, p. 385).

Después de terminar de leer la obra que hasta ahora ha difundido Tello Díaz sobre don Porfirio, opino que las etapas más interesantes de su vida —y aquí discrepo con el autor— son las que nos han sido contadas en los volúmenes multicitados. Conocí al general Díaz Mori, generoso en la guerra aun con sus enemigos; honesto con los fondos que la gente le aportaba; preocupado por el bienestar de los pueblos que gobernó en Oaxaca y en todos los estados que formaban la Línea de Oriente. El lado más oscuro del personaje estaba por venir, en la etapa que gobernó el país en forma ininterrumpida.


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