La transversalidad en la educación de los derechos humanos: aplicación de la axiología

Publicado el 13 de enero de 2020

Isi Verónica Lara Andrade
Doctora en Métodos de Solución de Conflictos y Derechos Humanos,
PNPC, CONACYT
emailisis.lara1234@gmail.com

Oscar Rafael Hernández Meneses
Estudiante de Maestría en Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de
México, PNPC, CONACYT.
emailDerechoycomplejidad@outlook.com

En la actualidad existe una gran pérdida de valores, la problemática que se presenta por esta situación se ve reflejada en el desinterés de los jóvenes por aprender y entender el conocimiento, pero sobre todo de respetar y ser empáticos; en muchas ocasiones, esto genera violencia en el aula de clases, por ejemplo conductas discriminatorias y sexistas.

Otra de las problemáticas en los estudiantes es la desvinculación con su entorno, desde la preservación y protección al medio ambiente, como la indiferencia a los problemas sociales dentro de su comunidad.

Ante esto es necesario que el docente genere modelos de intervención para combatir los problemas percibidos en el aula o en la institución educativa; por ello, basado en la filosofía aplicada a la educación, los docentes pueden diseñar estos modelos de intervención.

La propuesta que se va a desarrollar en este ensayo es un modelo deductivo orientado a transformar la realidad, mediante estrategias que permitan integrar el aprendizaje al desarrollo de las competencias. Con base en la problemática detectada, explicada en párrafos anteriores, se debe aplicar un modelo de intervención que permita de manera transversal el conocimiento de los derechos humanos como conceptos de valores; es importante que aparte de la implementación de la asignatura de derechos humanos, medio ambiente y sociedad, dentro de los planes de estudio de las diversas carreras que ofrece la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, con lo cual se ha dado un gran paso en el tema de cultura de paz, de igual manera todos los catedráticos en las diferentes carreras debemos introducir la enseñanza de los derechos humanos en nuestras asignaturas, para ello es necesario un modelo de intervención desde el enfoque de la axiología, sustentado en los diversos argumentos de los filósofos más importante en el tema, y ¿por qué desde la axiología? Por ser la ciencia de la filosofía que estudia los valores, y los derechos humanos están investidos de valores, al implementar éstos en la enseñanza fortalecemos la formación educativa del estudiante.

La educación en México busca que los estudiantes “adquieran herramientas para aprender a lo largo de la vida, a través del desarrollo de competencias relacionadas con lo afectivo, lo social, la naturaleza y la vida democrática” (Secretaría de Educación Pública, Administración Pública de Servicios Educativos, México, CONALTG, 2016, p. 2).

En consonancia con las tendencias registradas a nivel mundial, el nuevo currículum de la educación en México se ha planteado bajo un enfoque de educación por competencias. El modelo por competencias requiere la movilización y dirección de los componentes: conocimientos, habilidades, actitudes y valores, hacia la consecución de objetos concretos; son más que el saber hacer o el saber ser, porque se manifiestan en la acción de manera integrada.

Se pretende que las competencias se desarrollen en todos los niveles de educación y a lo largo de la vida, procurando que se proporcionen oportunidades y experiencias de aprendizaje significativas para todos los estudiantes, una de ellas que para propósitos de este trabajo se presenta como competencias para la convivencia. “Su desarrollo requiere: empatía, relacionarse armónicamente con otros y la naturaleza; ser asertivo; trabajar de manera colaborativa: tomar acuerdos y negociar con otros; crecer con los demás; reconocer y valorar la diversidad social, cultural y lingüística” (ibidem, p. 18).

Por lo que respecta a la escuela como institución, tiene la obligación de garantizar un trato digno, libre de prejuicios y discriminación por cualquier índole, así como el acceso a una educación sin distinción de raza, sexo, edad, religión, idioma, lengua, origen étnico, discapacidad, circunstancias de nacimiento, entre otros. La eduación actual requiere una actualización hacia el nuevo paradigma humanista de los derechos humanos, que nos lleve a una cultura de paz y valores para una convivencia que permita desarrollarnos.

El paradigma humanista considera a los alumnos como seres individuales, únicos y diferentes de los demás, con iniciativa, con necesidades personales de creer, con posibilidad para desarrollar habilidades y solucionar problemas creativamente. Los alumnos no son seres que sólo participan cognitivamente, sino personas que poseen afectos, intereses y valores particulares, por lo que se les debe considerar en su totalidad, valores que se están perdiendo cada día más, problemática que se ve reflejada en la violencia en los establecimientos educativos, erradicarla es una tarea compleja.

Se trata a final de cuentas de vivir la cultura de paz, no sólo en el aula, también en otros espacios, en la manera como se tratan los profesores, los padres de familia, los directivos, en la impartición de reglas y límites en la familia, en los espacios públicos donde impere ante todo el respeto.

A nivel internacional, la cantidad de programas encaminados hacia una cultura cotidiana de los derechos humanos para la paz es elevada, prueba de ello son, por ejemplo, el Plan Mundial de Educación en Derechos Humanos impulsado desde 2004 (Organización de las Naciones Unidas —ONU—, Programa Mundial de Educación en Derechos Humanos, resolución A/RES/59/113, 10 de diciembre de 2004) y la Agenda 2030 de las Naciones Unidas con sus 17 objetivos del desarrollo sostenible que impulsan la eficacia cotidiana de los derechos humanos, teniendo a la “educación en derechos humanos” como un factor estratégico.

A nivel nacional, uno los ejes rectores de la educación en México se aprecia en el artículo 3°, párrafo segundo, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que establece:

La educación que imparta el Estado tenderá a desarrollar armónicamente, todas las facultades del ser humano y fomentará en él, a la vez, el amor a la patria, el respeto de los derechos humanos y la conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y en la justicia…

Estos valores son producto de cambios y transformaciones del ser humano. Aristóteles considera que el esfuerzo humano por obrar bien logra una conducta digna del hombre, mientras Kant establece el cumplimiento del deber como lo único que asegura la dignidad del que así actúa.

Al hablar de dignidad estamos hablando de la base de los derechos humanos, por su importancia la UNESCO prescribe la inclusión del conocimiento de los derechos humanos en los planes de estudio de todos los países como una manera de fomentar su vigencia en las normas de convivencia cotidiana que permitan a cada persona realizar sus potencialidades y convivir en paz. Aristóteles, nos habla de un ideal educativo, donde todos los seres humanos estén orientados a realizar completamente sus potencialidades.

La Cátedra UNESCO de Educación para la Paz ofrece las siguientes líneas y criterios de acción para lograr una convivencia pacífica en la escuela: “clima de seguridad, respeto y confianza; relaciones de apoyo con las familias y la comunidad; educación emocional; prácticas para el crecimiento; la apertura y la tolerancia; la resolución no violenta de conflictos y la participación democrática”.

La reforma curricular de la educación consolidó un enfoque formativo y preventivo que incluye la educación para la paz, el medio ambiente, los derechos humanos, la democracia, la igualdad entre los géneros, la prevención de adicciones, la sexualidad responsable y la convivencia intercultural.

El desafío es, precisamente, en la enseñanza de los derechos humanos para construir una verdadera educación para la paz y que eleve la dignidad de los actores educativos, conscientes de sus derechos y deberes; además de aprender a convivir y vivir juntos, lleva consigo un conjunto de aprendizajes que se vincula con el desarrollo de habilidades involucradas al ejercicio de los derechos humanos y a la construcción colectiva de la paz social.

Parecería entonces adecuado dar a la educación dos orientaciones complementarias: el descubrimiento gradual del otro y, durante toda la vida, la participación en proyectos comunes, un método quizás eficaz para evitar o resolver los conflictos latentes.

El descubrimiento del otro pasa necesariamente por el conocimiento de uno mismo; por consiguiente, para el desarrollo en el niño y el adolescente de una visión cabal del mundo, la educación, en tanto si la imparte la familia como si la imparte la comunidad o la escuela, primero debe hacerse descubrir quién es. Sólo entonces podrá realmente ponerse en el lugar de los demás y comprender sus reacciones. El fomento de esa actitud de empatía en la escuela será fecundo para los comportamientos sociales a lo largo de la vida.

Por último, la forma misma de la enseñanza no debe oponerse a ese reconocimiento del otro: los profesores que, a fuerza de dogmatismo, destruyen la curiosidad o el espíritu crítico, en lugar de despertarlos en sus alumnos, pueden ser más perjudiciales que benéficos.

Vivimos, además, en una época bastante conflictiva, violenta, intolerante, injusta e inestable, con frecuentes y graves problemas de convivencia. La situación actual del mundo reclama una actuación escolar en este punto. Un tema o enseñanza clave para la vida es la paz o convivencia pacífica. El ser humano, social por naturaleza, necesita aprender a relacionarse con los demás. Se trata de una necesidad básica. El éxito de la vida radica en la consecución de la armonía consigo mismo, con los demás y con su medio ambiente. En el artículo “Los cuatros pilares de la educación”, Jaques Delors señala que la violencia que impera en el mundo contradice la esperanza que se había depositado en el progreso de la humanidad, de ahí la idea de enseñar la no violencia.

Para lograr esto se requiere tomar conciencia en la enseñanza de los derechos humanos que busca satisfacer la necesidad para organizar la comunidad; un orden y disciplina a la convivencia humana; para la igualdad, discriminación y por último para la búsqueda de la paz, el desarrollo, la libre determinación de los pueblos, un ambiente sano ecológicamente equilibrado —derechos de solidaridad— (Moscoso Salas, Gustavo, “Los principios rectores de la hermenéutica de los derechos humanos”, en Fernández Ruiz, Jorge (coord.), Estudios de filosofía del derecho, México, UNAM, 2012, p. 239).

Todos estos derechos humanos son grandes valores, comprenden bienes sociales: la paz, la autodeterminación, la identidad nacional y cultural, la coexistencia pacífica y la cooperación internacional; el desarrollo, a la solución de los problemas alimenticios, demográficos, educativos y ecológicos; en cuanto al medio ambiente, se establecen los derechos al patrimonio común de la humanidad y a un medio ambiente de calidad que permita una vida sana.

La apuesta para la defensa y protección de los derechos humanos es precisamente, en este punto, en su enseñanza en las instituciones educativas de todos los niveles y de una manera transversal, es decir que se incluya en todas las carreras profesionales, puede ser en una asignatura en especial, pero lo óptimo es que en cada asignatura incluyamos un momento de derechos humanos, así lograremos una verdadera cultura de los derechos humanos.

Es importante reconocer el derecho, como bien señala Habermas; la moral no puede garantizar un acatamiento universal, necesita recurrir al derecho, ya que sólo puede exigirse el cumplimiento de las normas con obligatoriedad jurídica: el derecho descarga al individuo de la tarea de fundamentar normas, porque ya están institucionalizadas, cosa que no puede hacer la moral.

Para lograr este conocimiento y reconocimiento en los derechos humanos se propone un modelo de intervención educativa basado en un modelo deductivo y de indagación; el primero enseñará los conceptos como las habilidades, mientras que el segundo enseñará al alumno a investigar problemas y a recolectar y ordenar datos, todo ello con enfoque axiológico, ya que los valores son inherentes a la condición humana. La ausencia de fundamento axiológico supone el signo más grave, más inequívoco de la crisis de la educación.

La filosofía de la axiología permitirá estimar los valores. Como dice José Ortega y Gasset, los valores no pueden ser captados por la razón, no es un objeto, sino algo que se adhiere a la cosa o diríamos también al ser.

La axiología en la pedagogía tiene la tarea de realizar en el educando bienes culturales (se entienden estos valores como de justicia y amor, etcétera), tomando en cuenta condiciones sociales de la cultura humana. La ética de la pedagogía tiene el papel de hacer valer en la enseñanza los valores morales y jurídicos, tales como la verdad, equidad, justicia, etcétera.

El artículo “La estética y la meta-cognición en la educación de la sociedad del conocimiento” nos habla de un modelo educativo para las próximas generaciones donde se deberá potenciar las capacidades de cada ser humano de manera individual, pero, a la vez, deberá permitir la confluencia de todas estas capacidades individuales como una sola fuerza. El mismo sólo se podrá constituir si construimos e implementamos un currículo capaz de direccionar todos los esfuerzos hacia el desarrollo de las competencias de cada persona, capaces de potenciar al máximo la dimensión humana, capaz de conocer, interpretar y transformar la realidad, lo que implica estimular la creatividad, la imaginación, el pensamiento divergente, para resolver los problemas que plantea, demanda o se proyectan en el contexto actual y futuro.

El nuevo modelo educativo a desarrollar requiere ser organizado e implementado con base en el concepto de competencias, entendiéndolo como la combinación de destrezas, conocimientos, aptitudes y actitudes, y a la inclusión de la disposición para aprender, además del saber cómo, posibilitándose que el educando pueda generar un capital cultural o desarrollo personal, un capital social que incluye la participación ciudadana, y un capital humano o capacidad para ser productivo.

Hoy más que nunca, dada la magnitud de los problemas y retos que enfrenta nuestro país, es indispensable acentuar este perfil axiológico en todas etapas y actividades de la formación profesional. La excelencia académica, la integridad personal, la conciencia moral y el compromiso social deben dar paso a un nuevo género de profesionales (http://pedagogiafefuv.blogspot.mx/2012/05/fundamentos-axiologicos-en-la-educ).

Y todo ello será desde la perspectiva de los valores que dan sentido y coherencia a nuestras acciones, son cualidades para llevarnos a un estado mejor el día de mañana, permitiendo una enseñanza más profunda. La educación será factible en la medida en que los valores proporcionados por la ética y la estética se coloquen en el centro de la enseñanza.

Desde Platón se entiende la ética como la reflexión sobre la conducta humana orientada a resolver tres problemas básicamente:

• Cómo llevar las riendas de la propia conducta.
• Cómo integrar los intereses individuales en un proyecto en común, que haga posible la convivencia social.
• Cómo alcanzar la felicidad.

El filósofo Levina propone la ética como filosofía primera y que es necesario comprender el ser a partir de lo otro del ser, es decir, que hay que correr siempre el bello riesgo y lanzarse a pensar el más allá del ser y la responsabilidad por los otros, que es anterior a todo compromiso, libre, la negación de todo egoísmo que va hasta la sustitución. La relación ética es irreductible, por lo cual somos responsables del otro sin esperar reciprocidad.

Para David Hume, en el hombre existe de manera natural un sentimiento hacia el bien propio y el de los demás, de tal manera que lo bueno es aquello que tiene utilidad para la vida social. Esta inclinación natural se refuerza con el hábito y la educación, que forjan en el individuo una convivencia social.

Edgar Morin, en su reseña “Los siete saberes necesarios para la educación del futuro”, nos habla de trabajar para la humanización de la humanidad; efectuar el doble pilotaje del planeta: obedecer a la vida y guiar la vida; lograr la unidad planetaria en la diversidad, respetar en el otro, a la vez, tanto la diferencia como la identidad consigo mismo; desarrollar la ética de la solidaridad; desarrollar la ética de la comprensión y enseñar la ética del género humano.

Otro instrumento formativo en la educación es la que nos proporciona la estética, que etimológicamente se refiere específicamente al sujeto de sensibilidad o percepción; Kant denomina a la estética como la ciencia de todos los principios a prori de la sensibilidad, de la receptividad.

Hilda Patiño determina que el arte aparece como un camino para educar y humanizar el hombre, no sólo le da entendimiento y comprensión, sino que se conmueve y emociona, se apasiona y produce. Es en la producción y contemplación estéticas donde el sujeto se manifiesta como espíritu activo y transformador.

La contemplación de la estética permite que el sujeto se prenda, es decir, la fascinación, ímpetu, nutrición y apetencia sobre el tema planteado; para Shopenhauer la contemplación estética aparta al hombre de la cadena infinita de las necesidades y de los deseos, con una satisfacción inmóvil y completa.

De igual manera, Alfonso López, en su artículo denominado “El valor formativo de la experiencia estética”, señala que la creatividad es siempre dual, supone un sujeto dotado de potencias y un entorno capaz de otorgarle diversas posibilidades. Una persona puede estar muy bien dotada, pero a solas no puede ser creativa. Necesita recibir posibilidades de fuera, es decir, de realidades que en principio le son distintas, distantes, externas y extrañas. Cuando logra intimidar con las posibilidades surge la creatividad, ese aprendizaje constituye una de las tareas decisivas de la formación humana. Percibir una realidad o una acción y descubrir en ellas un valor no es difícil, sobre todo cuando tal valor implica agrado para quien lo asume.

Asimismo, Anselmo Bandera Comerón apuesta por lo estético en el proceso docente en la formación integral del profesional universitario, percibe la conciencia estética como una forma particular del reflejo sensible-figurado de la realidad formado históricamente por efecto de las necesidades de la práctica social, en cuya dimensión adquiere un significado independiente, como forma particular de la relación entre el hombre y el mundo externo, sobre la base del conocimiento. En conclusión:

Primero. El catedrático en la enseñanza de los derechos humanos debe crear las condiciones para que los alumnos aprendan a vivir con esta perspectiva; que actúen y que, con base en estos principios, con sus acciones transformen la realidad social en función de una buena convivencia.

Segundo. La educación tiene que cumplir un doble propósito, enseñar la diversidad de la especie humana y contribuir a una toma de conciencia de las semejanzas y la interdependencia entre todos los seres humanos.

Tercero. Desde la axiología diseñar el modelo de intervención ante la problemática de pérdida de valores; se propone la enseñanza de los derechos humanos de forma transversal, es decir, en todas las carreras y asignaturas mediante campañas o proyectos que el alumnado realice, enfocado a la concientización y sensibilización de diversos temas como cultura de paz, donde se promueve el valor del respeto y tolerancia, cultura al medio ambiente sano, promoviendo el cuidado y preservación de nuestro ecosistema, todo ello mediante trabajos de investigación donde el alumno se empape de la problemática y con la información obtenida de la investigación hacer campañas y carteles donde expongan su temática.

Cuarto. En las campañas se abordarían los valores implícitos en los derechos humanos; como actividad, realizar el ejercicio de hablarse y tratarse con respeto en el salón de clase. De igual manera, mantener el salón en orden, recoger la basura e iniciar con campañas de recolección y clasificación de la basura para el reciclaje, realizar carteles o fotografías donde el alumno pueda manifestar su creatividad con el tema de los derechos humanos y exponerlos en una parte visible de la institución educativa.


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Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ilayali G. Labrada Gutiérrez