Perfil psicológico del sicario o asesino a sueldo

Publicado el 14 de enero de 2020

Ana Luisa Mata Altamirano
Universidad Marista de San Luis Potosí, Taller de Psicología Jurídica
emailanamata220797@gmail.com

La figura del sicario es concebida como aquel individuo que asesina por encargo a cambio de un determinado pago, ya sea monetario o por bienes materiales, o inclusive como cobro de un favor, y en donde se establece una relación de tipo convenio que mantiene al sicario como el autor material del crimen que es pagado por un autor intelectual.

El fenómeno del sicario es un modo delincuencial que es alarmante no sólo por las muertes ocasionadas por esta práctica, sino por su establecimiento en un contexto en el que se es percibido el asesinato por encargo como una forma de vida que ofrece dinero y el reconocimiento social que buscan muchos jóvenes. Lo cual nos lleva a las cuestiones de personalidad, valores y motivaciones que los promueve a actuar a cambio de una remuneración económica. Esta práctica de asesinar por encargo nos hace darnos cuenta de la desvalorización de la vida y el valor monetario que está ganando la muerte, al grado de convertirse en una fuente regular de ingresos para algunas zonas de la población mexicana.

Es necesario resaltar que la importancia del sicario en el crimen organizado no sólo tiene una retribución monetaria, lo que este negocio ofrece, además, tiene que ver con cuestiones psicosociales como la personalidad, valores, motivación para realizar dicho acto a cambio de una retribución, que en ocasiones puede ser mínima.

Verónica Martínez (1993) realizó una investigación sobre los rasgos de la personalidad de la población de sicarios en Colombia, donde menciona que este grupo de personas empieza a desarrollar desde joven una apatía total ante la vida, debido a la escasez de futuro que ve en ella y a las pocas oportunidades que se le brinda para poder vivir de una manera digna. Esto teniendo como consecuencia una desvaloración del ser humano. Y esto no sólo se ve hacia la vida de la víctima, sino de la misma manera con respecto a ellos mismos y a su no tan favorable situación dentro del contexto social, reflejando una parte importante que es necesaria para entrar dentro del mundo del trabajo de asesino a sueldo: la ausencia del temor a morir jóvenes.

En México, un estudio realizado por la doctora Arcelia Vázquez, donde entrevistó a un grupo de sicarios reclusos, logró identificar cuatro diferentes perfiles de sicarios, de acuerdo con sus rasgos de personalidad, valores y motivación criminal.

1. El sicario marginal

Este tipo de sicario se origina de zonas con marginación extrema en los ámbitos socioculturales, académicos y económicos. En consecuencia, a su carencia de educación, son personas altamente manipulables y las pocas esperanzas de trabajo en sus lugares de origen.

En su ámbito familiar, de igual forma cuentan con una escasa o nula escolaridad y con empleos que no les proporcionan los ingresos para vivir de una manera digna. Es por eso por lo que comienzan a entrar en trabajos que, sin importarles la ilegalidad, les permiten tener más ingresos económicos, a los cuales involucran posteriormente a los hijos, quienes después van a incursionarse en otras actividades dentro del ámbito criminal, los cuales poco a poco van siendo desensibilizados hasta cometer actos que les permitan convertirse en sicarios.

Por ende, su motivación criminal primaria es la necesidad económica y la falta de oportunidades de trabajo legales. Y como mencionaba anteriormente, la motivación psicológica sería el tener poder, reconocimiento, el ser visto por la sociedad.

2. El sicario antisocial

Éste se desarrolla generalmente en ambientes donde es común el crimen, las pandillas y el abuso de drogas. Se ve comúnmente un fracaso escolar, abuso de drogas y poco respeto a las normas sociales. Dentro de este entorno, la violencia es la forma de aprender a “sobrevivir” y el cometer delitos es una forma de vida normal.

En este caso, comienzan a introducirse a ese medio a través de las pandillas y a la realización de delitos menores. Por lo que es común que este tipo cuente con un historial delictivo. En cuanto a su entorno familiar, como el anterior tipo, familiares ya inmersos en este ámbito comienzan a recluirlos, esto desde edades tempranas y que son más moldeables y menos conscientes de los riesgos y consecuencias de los actos.

Hablando más centradamente sobre la personalidad de este tipo de sicarios, suelen ser personas que desde muy temprana edad presentan rasgos oposicionistas y desafiantes, reflejado en expulsiones escolares, agresiones y conflictos con figuras autoritarias. Ya en edad adolescente pueden presentarse indicadores de trastorno disocial, vistos en las faltas sociales cometidas, como el pandillerismo, robo, peleas y uso de drogas. En la edad adulta se comienzan a presentar las conductas antisociales, cometiendo delitos mayores, como secuestros y ejecuciones. Con el tiempo se van desensibilizando ante sus actos y comienzan un incremento de agresividad en sus actos.

3. El sicario psicopático

En este caso puede o no desarrollarse en un ámbito donde los actos criminales son normales y sus familias pueden mostrar una aparente normalidad social. Existen ciertos indicadores, como la disfuncionalidad de los apegos, baja estimulación afectiva, negligencia, falta de límites y algún padecimiento psiquiátrico dentro de la familia. Cuentan con habilidades cognoscitivas que les ayudan con la planeación y ejecución de sus actos.

Su inicio en lo criminal comienza al igual que el sicario antisocial, a una edad temprana, con conducta antisocial y cometiendo delitos menores. Pero después comienzan a relacionarse con personas con puestos más altos dentro del ámbito de la delincuencia organizada, donde les ven un futuro prometedor, ya que cuentan con rasgos psicóticos como tener un encanto superficial, frialdad emocional, una gran capacidad de manipulación. Incluso este tipo de sicarios pude llegar a liderar organismos o realizar trabajos por grandes sumas de dinero. Sobre todo por su falta de empatía y culpa, pueden llegar a cometer cualquier tipo de delito, viendo sus acciones como simple trabajo.

Vázquez (2017) menciona que este tipo de sicarios presentan la llamada tríada oscura de la personalidad, donde se ven rasgos muy marcados de narcisismo, maquiavelismo y psicopatía. Para estos sicarios no importan los medios con los que se llega a realizar el delito, viéndolo de manera fácil por su egoísmo, falta afectiva y su facilidad para utilizar a las personas para su conveniencia sin importarle el bienestar de los que no sean él.

4. El sicario sádico

Este sicario es similar en cuanto a su historia y ámbito en que se desarrolla que el sicario psicopático. Pero a diferencia de ése, el sicario sádico —como lo indica su nombre— tiene un sadismo inminente al realzar sus torturas y ejecuciones. Destaca por su frialdad, crueldad y placer en su realización.

En este caso su principal motivación es de carácter psicológico, saciar sus pulsiones de odio y venganza al provocar el mayor sufrimiento a sus víctimas, incluso llega a revivirlas para seguir causándoles más sufrimiento. Esta característica es la que los hace destacar de todos lo demás mencionados. A pesar de ello, las ganancias monetarias pasan a segunda instancia como un simple reforzador de estas conductas.

La práctica que llevan a cabo estos sicarios trae como consecuencia una desvalorización de la vida y una mercantilización de la muerte. A pesar de la gravedad de este tema no existen muchos estudios dentro de México debido a la poca importancia que se le brinda, no se puede abarcar de alguna manera, empezando por mencionar que no se encuentra tipificado dentro del derecho penal. Es importante ver las cosas como son, de manera real, como hechos donde se vive un grado de violencia grande, el enfocarnos en el abandono social que se tiene, y enfocarnos en estrategias adecuadas para su tratamiento y prevención.

Por otro lado, el impacto que ha tenido este tipo de “trabajo” y que cada vez se está viendo como una opción viable ante la falta oportunidades que tienen los jóvenes en este país. La desesperanza que tienen por un futuro digno es lo que los hace buscar estas opciones, ya que obtienen resultados de manera inmediata y es un trabajo que no exige un esfuerzo grande, así como tampoco un conocimiento de algún oficio específico. Pero este tema no sólo se puede explicar únicamente por las carencias dentro del ámbito familiar o el entorno violento y criminal donde se desenvuelven o características del individuo, sino a la suma de todos estos factores que son los que permiten el surgimiento del sicario.

Bibliografía

López Muñoz, L. (2012), El sicariato: una mirada psicoanalítica.

Martínez, V. y Martínez, J. (1993), “Dimensiones psicosociales del adolescente sicario”, Revista Colombiana de Psicología (2).

Vázquez, Arcelia Ruiz et al., “Perfil del sicario en México”, Uaricha, vol. 14, núm. 34, 2017.

Vázquez, A. R. et al. (2017), “Personalidad, valores y motivación criminal del sicario en México”, Archivos de Criminología, Seguridad Privada y Criminalística (18).


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