Abuso sexual infantil

Publicado el 14 de enero de 2020

Andrea Paola Herrero Ibarra
Universidad Marista de San Luis Potosí, Taller de Psicología Jurídica
emailandreaherrero_ibarra@hotmail.com

El abuso sexual es toda agresión física o psicológica contra la sexualidad del niño, que afecte su bienestar y viole sus derechos para satisfacer los deseos de un adulto (Besten, 2001). Puede o no incluir tocamiento genital o de otro tipo en el cuerpo del menor, que el agresor muestre sus órganos sexuales u obligar al niño a tocarlos, cualquier tipo de penetración o intento de ella con alguna parte del cuerpo o con objetos, realizar o enseñar pornografía al niño, que pueden ocurrir en un mismo momento o por separado, en una sola ocasión o durante un periodo prolongado de tiempo (Arredondo, 2002).

Un abuso sexual conlleva una gran cantidad de consecuencias psicológicas, cognitivas y conductuales para la víctima, los cuales pueden ser vistos a corto, mediano y largo plazos. Por lo tanto, para llegar a la forma de prevención adecuada con el impacto, sensibilización y concientización preciso para hacer la diferencia dentro de los diversos sectores de nuestra sociedad, es necesario establecer las características o los indicadores de los niños al estar siendo abusados sexualmente, así como las consecuencias en los infantes de un abuso sexual. Cuando el niño o la niña se vincula en actividades sexuales que no comprende, que no se encuentra aún desarrollado o preparado y sin la oportunidad de dar su consentimiento, lesionando su integridad y el desarrollo del menor, se habla de abuso sexual.

Generalmente los abusadores sexuales utilizan la manipulación psicológica y el engaño para implicar a los niños en actividades sexuales. La violencia que se aplica a los niños maltratados es toda forma de perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, incluido el abuso sexual (Ibáñez, 2015).

Consecuencias de abuso sexual infantil en los menores

La violencia sexual repercute profundamente en la salud física y emocional del menor; al igual que las lesiones, se asocia a un mayor riesgo de diversos problemas sexuales y reproductivos con consecuencias que se manifiestan tanto de forma inmediata como muchos años después de la agresión (Gil, 2017). Dentro de las secuelas del abuso sexual infantil se encuentra consecuencias a corto, mediano y largo plazos.

• Consecuencias a corto plazo: sentimientos de tristeza y desamparo, cambios bruscos de estado de ánimo, irritabilidad y rebeldía, vergüenza y culpa, ansiedad, miedo generalizado, baja autoestima, rechazo del propio cuerpo, bajo rendimiento escolar, dificultades de atención y concentración, conductas agresivas, rechazo a figuras adultas, consumo de drogas o alcohol, huidas del hogar, conductas autolesivas o suicidas (Gil, 2017).
• Consecuencias a mediano plazo: trastorno depresivo, trastornos de ansiedad, trastornos del sueño como terrores nocturnos e insomnio, trastornos de la conducta alimentaria, distorsión del desarrollo sexual, temor a la expresión sexual, intentos de suicidio o ideas suicidas, problemas escolares, trastornos del aprendizaje, huidas del hogar, deserción escolar e inserción en actividades delictuales, consumo de drogas y alcohol, interés excesivo por juegos sexuales y masturbación compulsiva, trastorno de estrés postraumático (Gil, 2017).
• Consecuencias a largo plazo: disfunciones sexuales, baja autoestima y pobre autoconcepto, depresión mayor, trastornos de ansiedad, trastorno de estrés postraumático, fracaso escolar, promiscuidad sexual, alcoholismo, drogadicción, inadaptación social, relaciones familiares conflictivas (Gil, 2017).

Al enfocarnos en las manifestaciones comportamentales, emocionales y psicológicas de los niños que son víctimas de estos sucesos podemos encontrar que presentan cambios repentinos y bruscos en la conducta, problemas escolares o rechazo a la escuela, relaciones deficientes con los compañeros, llantos frecuentes, sobre todo en referencia a situaciones afectivas o eróticas, miedo a estar sola/o, a los hombres o a un determinado miembro de la familia, rechazo al padre o a la madre de forma repentina, conductas y conocimientos sexuales inadecuados para la edad, regresión a una etapa de desarrollo anterior, relatos indirectos o directos de ser o haber sido víctima de abuso sexual, excesivo interés en temas sexuales, terrores nocturnos, conductas de evitación como: resistencia a regresar a la casa después de la escuela, huidas de casa, comportamientos relacionados al estrés, trastornos del sueño, comportamiento hiperactivo, hipervigilancia, inseguridad, comportamientos hostiles o agresivos, trastornos somáticos, depresión con o sin ideación suicida, fantasías o conductas regresivas, autolesiones, erotización inadecuada de las relaciones sociales, trastornos de la conducta alimentaria (Gil, 2017).

¿Por qué en ocasiones el menor no habla del abuso?

Es importante comprender que la mayoría de las víctimas de abuso sexual infantil calla el suceso del abuso; esto en gran medida depende de la edad del menor, el tipo de vínculo que tiene con el abusador y las concepciones sociales que tiene sobre la infancia y la sexualidad. Generalmente, cuando se guarda silencio por parte del niño, probablemente sea porque aún no tiene edad suficiente para comprender lo que está sucediendo, no sabe expresar con palabras lo sucedido, ha sido persuadido o amenazado para que no hable, por vergüenza o culpa; en caso de creer ser cómplices o que han provocado los hechos, piensan que nadie les va a creer o que van a ser castigados por eso (Gil, 2017). Es por eso que la indefensión y vulnerabilidad de la víctima será mayor entre menos edad tenga, la falta de educación sexual, la tendencia a la sumisión y el aislamiento son características que dificultarán el poder hablar sobre estos abusos.

Prevención

Es importante que además de detectar un abuso sexual infantil tempranamente, se desarrollen habilidades dentro de nuestra sociedad para prevenir esta clase de delitos. Prevenir es la posibilidad de favorecer actitudes y hábitos de vida saludables, crear condiciones de desarrollo alternativo de las personas y de los grupos sociales; es el conjunto de estrategias (recursos, servicios, programas, acciones) que una sociedad experimenta para promover la salud de sus miembros y reducir a mínimos socialmente aceptables las probabilidades de que aparezcan problemas relacionados con el abuso sexual (Gil, 2017). Dentro de las acciones que menciona Rosa Angélica Gil dentro del Protocolo de Prevención del Abuso Sexual Infantil a Niñas, Niños y Adolescente dentro del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia, encontramos que es necesario evitar todo tipo de agresión y violencia que ponga en riesgo su integridad física y emocional, enseñarlos a ser tratados cotidianamente en el concepto y ejercicio de sus derechos, los niños deben saber que hay personas que los aman y los protegen, debemos enseñarlos a que hablen con precisión y claridad sobre lo que es el abuso sexual, los riesgos y las medidas de protección, ayudarlos a fomentar una autoestima alta, informarles que existen diferentes muestras de afecto y caricias sexuales, que deben identificarlas y rechazar aquellas que no los hagan sentir bien, explicarles que hay secretos que lastiman y que no pueden quedar como secretos, por ejemplo: que alguien quiera acariciar sus partes íntimas o privadas, fomentar el desarrollo integral de una familia que les ofrezca respaldo, confianza, credibilidad y seguridad, ser educados en el respeto por el cuerpo: “mi cuerpo es mi territorio”; enseñarlos a que deben decir “no” cuando se sientan vulnerados, esto como una forma de establecer límites de respeto a sí mismos y con los otros; de igual forma, es importante hablar claro con los niños, sin tabúes ni prejuicios sobre temas de sexualidad.

Enfocándonos en una prevención primaria centrada en los niños, es necesario que de acuerdo a la edad que éstos tengan sea la manera en la que debemos aproximarnos a ellos para poder prevenir de una manera adecuada este tipo de abusos. Entre más chicos sean, hasta la edad aproximada de 5 años, es necesario enseñarles los nombres apropiados de las partes del cuerpo, así como cuáles son las partes privadas del cuerpo y a decir no a situaciones que no los hagan sentir bien o que invadan su persona, a partir de los 5 años es conveniente que se les explique la seguridad lejos de casa, así como las diferentes muestras de afecto y caricias sexuales, responder sus preguntas de forma sencilla para ellos y ofrecerles la confianza y la seguridad para que platiquen de aquellas experiencias en donde se hayan sentido vulnerables; de igual forma, es necesario enseñarles acerca de la seguridad personal (Gil, 2017).

Es importante que tanto padres como profesores, psicólogos, médicos o prestadores de servicios dentro de ámbitos en los cuales trabajemos con niños logremos ver esas alertas y esos cambios presentados en los menores que son víctimas de abuso sexual; de igual forma, llevar a cabo prevención primaria no es suficiente para disminuir este tipo de delito, hablamos de una población muy vulnerable, las consecuencias que se derivan en las víctimas son muchas y conllevan a problemas que muchas veces persisten por el resto de sus vidas. Es necesario darle énfasis a la sensibilización y concientización de que esta clase de delitos sucede más de lo que esperaríamos, y la mayor parte de las veces ocurre dentro de la misma familia; de igual forma, abarcar dentro de los ámbitos educativos en los que esta población vulnerable se encuentra serviría para lograr desarrollar mayores prevenciones primarias de esta situación, enfatizando el autocuidado, la educación sexual y el mantener a los padres informados de las señales de alerta y las maneras más efectivas de abordar con sus hijos la prevención. Es un tema que tiene mucho campo de trabajo, y además desde el punto de la psicología se tienen oportunidades muy grandes para poder abarcar los diferentes niveles de prevención.

Referencias:

Arredondo, V. (2002), Guía básica de prevención del abuso infantil, Programa Regional de Prevención del Maltrato Infantil del Servicio Nacional de Menores, pp. 1-42.

Botello, L. (2007), Un manual para la acción. Prevención de abuso sexual de niñas y niños. Una perspectiva con enfoques de derechos, México, FAI Save the Children México.

Gil, R. A. (2017), Protocolo de Prevención del Abuso Sexual Infantil a Niñas, Niños y Adolescentes, Ciudad de México, Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia.

Ibáñez, C. (2015), Victimización por abusos sexuales en la Iglesia. Prevención. Eguzkilore.

Viñas Velázquez, B. M. et al. (2015), “Sexualidad positiva y prevención de abuso sexual infantil en la frontera norte de México”, PSIENCIA. Revista Latinoamericana de Ciencia Psicológica, 7.


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