Sucursales del Banco del Bienestar: ¿campaña propagandística o programa de
inclusión financiera del sector popular?

Publicado el 24 de enero de 2020


María Susana Dávalos Torres

Investigadora del Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM
email sdavalos@unam.mx

El lunes 6 de enero, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció a través de su conferencia de prensa matutina que el Banco del Bienestar contará con 2 mil 700 sucursales para 2021, para lo cual se destinarán 10 mil millones de pesos a la construcción de las primeras mil 300 sucursales. Se desprende de lo dicho por el presidente que se invertirá en la compra de terrenos y la construcción de los establecimientos, los que quedarán ubicados cerca de una escuela o centro de salud para que funcionen como “centros integradores de servicios”.

El presidente justificó este proyecto con base en “La geografía de la inclusión financiera. Análisis geoespacial de disponibilidad de infraestructura financiera en las localidades de México”, documento que fue elaborado por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, según el cual, “21 millones de personas (19% de la población) no cuentan todavía con infraestructura (financiera) en un radio de 2 km, 14 (13%) en un radio de 4 km y 7 millones (6%) en un radio de 7 km, esto es, que hay gente que tiene que recorrer hasta 7 kilómetros para poder tener acceso al servicio de banca y crédito”.

La medida ha causado reacciones negativas por el dinero que se destinará a este proyecto a expensas de rubros apremiantes como el de salud. La cuestión entonces es saber si existen alternativas o no a la inversión en la construcción de casi 3 mil sucursales del Banco del Bienestar en todo el país, sin tener que sacrificar recursos para otras áreas que requieren atención inmediata.

La función de la banca tanto del Estado (de desarrollo) como la privada (múltiple) es canalizar los recursos del público ahorrador a actividades económicas productivas. La banca del Estado, además, tiene una función importantísima por mandato del artículo 25 constitucional: “el fomento del crecimiento económico y el empleo y una más justa distribución de la riqueza”.

Existen varios bancos del Estado, cada uno orientado a atender diferentes sectores. Por ejemplo, Nafin se enfoca al apoyo del sector industrial, Banobras está dirigido al financiamiento de infraestructura y servicios públicos, y Bancomext atiende el financiamiento del comercio exterior, por mencionar algunos. El Banco del Bienestar (antes Bansefi) es una institución de crédito de banca de desarrollo, cuyo objetivo es facilitar el ahorro y préstamo a sectores sociales que no tienen acceso al servicio de banca y crédito.

Durante sexenios, permitir el ahorro y darle acceso a crédito a grupos de escasos recursos ha sido un reto que ha motivado el diseño e implementación de instrumentos que permitan llegar a este sector, no sólo a través del sector público, sino también a través del sector privado. Así, en 2001 fue expedida la Ley de Ahorro y Crédito Popular, por medio de la cual se crearon la Sociedad Financiera Popular (Sofipo) y la Sociedad Cooperativa de Ahorro y Préstamo (Socap); en 2008 se reforzó la regulación de las uniones de crédito por medio de la Ley de Uniones de Crédito. En 2008 se reformó la Ley de Instituciones de Crédito para crear la llamada “banca de nicho” o “bancos del sector”.

La “banca de nicho” es aquella que solamente lleva a cabo ciertas operaciones bancarias, pues su actividad está dirigida a diversos sectores económicos, entre los que se encuentra el sector popular. En este último caso, la Ley de Instituciones de Crédito permitió que empresas distribuidoras y de autoservicio como Coppel, Elektra y Walmart operaran en el sector bancario con la finalidad de aprovechar los establecimientos con los que cuentan en todo el país. La “banca de nicho” en México marcó un antes y un después en cuanto a la bancarización del sector popular, pues le permitió el acceso al crédito y algunos productos financieros.

En 2008 también se introdujo al sistema bancario la figura del corresponsal bancario, esto es, la realización de operaciones bancarias como depósitos y retiros a través de establecimientos comerciales, aprovechando sus redes de distribución hasta en los lugares recónditos del país. Es así como una gran cantidad de transacciones bancarias se hacen a través de empresas como OXXO, 7-Eleven, Sanborns, Sears e incluso Telecomm (Telégrafos de México). Ha sido tal el éxito de los corresponsales bancarios que tienen presencia en al menos 800 municipios en donde no hay sucursales bancarias. Incluso, en 2012, de la alianza estratégica entre grupo FEMSA, Banamex y Visa, se lanzó la “tarjeta saldazo”, que es una tarjeta bancaria distribuida por OXXO y respaldada por Banamex dirigida al sector popular, pues para obtenerla no es necesario contar con historial crediticio ni comprobar ingresos.

Finalmente, a principios de 2018 se expidió la Ley para Regular las Instituciones de Tecnología Financiera, conocida como “Ley Fintech”. Las “fintech” (vocablo que proviene de “financial” y “technology”, es decir, tecnología financiera) son empresas dedicadas a ofrecer productos y servicios financieros a través de Internet, tales como pagos y transferencias de recursos, entre muchos otros. No son bancos, pues no llevan a cabo todas las operaciones que lleva a cabo un banco, sino que se especializan en un tipo de operación.

Las fintech son posibles gracias a los medios electrónicos de comunicación, pues permiten alcanzar a un gran número de usuarios sin importar los espacios físicos. Para algunos expertos, las fintech son el futuro de los servicios financieros, pues, por ejemplo, se ha calculado que para este año el 90% de los usuarios de teléfono celular habrán usado por lo menos una vez alguna fintech para llevar a cabo algún pago.

En México, según la última Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares 2018, elaborado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en colaboración con el Instituto Federal de Telecomunicaciones, en México hay 74.3 millones de usuarios de Internet de seis o más años, 73% de esa población utilizó el teléfono celular, y 8 de cada 10 usuarios contaban con celular inteligente. En nuestro país, solamente existen 54 fintech autorizadas para operar, pero se espera que en un futuro cercano se consoliden como una alternativa al servicio de banca y crédito por la sencillez en su manejo, la especialización en los productos y servicios, y la facilidad para acceder a ellas.

Para resumir lo que hasta aquí se ha expuesto, durante los últimos 20 años se ha innovado para incrementar al número de personas que pueden acceder a un producto o servicio financiero hasta llegar a un 68% de la población, de acuerdo con la Encuesta de Inclusión Financiera (ENIF 2018).

¿Qué ha sucedido con la banca de desarrollo o banca del Estado? La banca de desarrollo hasta hace unos años desempeñaba funciones de segundo piso, es decir, no prestaba servicio de banca y crédito directamente; sin embargo, después de la crisis de 2008 se reconsideró el papel de la banca del Estado y a partir de 2014 se han llevado a cabo esfuerzos novedosos de inclusión financiera. Así, se han implementado programas novedosos de financiamiento a pequeñas y medianas empresas. Por ejemplo, el programa “Cadenas Productivas” de Nafin, que consiste en una plataforma de Nafin para dar liquidez a proveedores y distribuidores, ha sido adoptado por otros países de Latinoamérica. También se ha redefinido el papel de la banca de desarrollo respecto de sectores que deben atenderse como el de las mujeres, los niños y jóvenes y las comunidades indígenas. Por ejemplo, a través de Bansefi, ahora el Banco del Bienestar, no sólo se financiaba a las sociedades populares de ahorro y préstamos, sino que distribuían recursos de programas sociales. Desde 2010, Bansefi hizo uso de corresponsales bancarios tales como la red de tiendas Diconsa, estaciones de servicio PEMEX y oficinas telegráficas TELECOMM para poder acceder a todos los beneficiaros de los programas sociales. Bansefi incursionó en 2014 la banca móvil.

Llama la atención que el documento “La geografía de la inclusión financiera”, en el que está basada la propuesta del presidente en turno para construir 2 mil 700 sucursales del Banco del Bienestar (casi el doble que el banco privado más grande en México, que cuenta con mil 834 sucursales), no distingue entre banca privada y banca de desarrollo, su función, el tipo de sectores a los que están dirigidos ni el número de usuarios con el que cuenta cada uno.

Cualquier esfuerzo de inclusión financiera del sector popular es valioso, pero invertir en la construcción de 2 mil 700 sucursales del Banco del Bienestar en detrimento de otras áreas que deben atenderse de manera urgente, como el de la salud, pudiendo hacer uso de alternativas menos costosas, se parece más a una campaña propagandística que a un programa serio de inclusión financiera del sector popular.

Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ilayali G. Labrada Gutiérrez