La enseñanza de la historia en Colombia

Publicado el 25 de febrero de 2020

Hernán Alejandro Olano García
Vicerrector, Universidad La Gran Colombia
Investigador sénior, Institución Universitaria Colegios de Colombia - UNICOC.
emailhernan.olano@ugc.edu.co

Desde hace años se dio la desafortunada exclusión del pénsum educativo de la asignatura historia, mediante el decreto 1002 del 24 de abril de 1984, expedido por el presidente Belisario Betancur como política de su plan de desarrollo “Cambio con equidad”, a través de la Oficina de Currículo del Ministerio de Educación Nacional, cartera a cargo del conservador Rodrigo Escobar Navia. Inicialmente, enviados por la UNESCO en 1976, los técnicos Michel Sivenko, de nacionalidad rusa, y N. Estachusky, polaco, elaboraron el “Plan curricular para la enseñanza formal” y su objetivo primordial era el de acabar con la cátedra de historia patria.

Según la Academia Colombiana de Historia, “la Oficina de Currículo era una dependencia que navegaba en la burocracia teniendo como guía el materialismo internacional con centro en Moscú”; de esta forma, la Academia recordaba las palabras de Fidel Castro luego de derrocar a Fulgencio Batista por medio de la violencia, al rectificar su estrategia sosteniendo que la izquierda podía derrotar a los gobiernos burgueses, no usando bombas y cañones, sino “infiltrándose” en los cuerpos de profesores, y así hemos visto cómo “está demoliéndose la historia en beneficio de los que sabemos”, como lo expresaba Germán Arciniegas.

“Es inaceptable que nuestros estudiantes aprendan las tesis de Smith y sigan estudiando a Marx, pero desconozcan las líneas fundamentales y del pensamiento de Bolívar acerca del gobierno de los pueblos americanos”, añadía ese humanista.

La historia desempeña un papel fundamental en la formación de la concepción científica sobre la evolución de la contemporaneidad; por eso… Sin memoria no hay futuro... La historia es maestra de la vida. La actual cultura consumista tiende a aplanar al hombre en el presente, a hacer que pierda el sentido del pasado, de la historia; pero actuando así, le priva también de la capacidad de comprenderse a sí mismo, de percibir los problemas y de construir el mañana. Así que, queridos jóvenes, quiero deciros: el cristiano es alguien que tiene buena memoria, que ama la historia y procura conocerla (Encuentro de Benedicto XVI con los jóvenes en Sulmona, 2010).

La renuncia a la memoria y el olvido intencional del pasado, característicos de las postrimerías del siglo XX y comienzos del XXI, han contribuido al desarraigo de las generaciones jóvenes y han conducido a la construcción de un clima cultural en el que se evidencia una crisis de principios y creencias, de identidad personal, social y nacional, y de abandono de los valores que constituyeron sus fundamentos socioculturales.

En gran medida, la respuesta al hecho de no enseñar historia la encontramos en lo dicho por el psiquiatra español Enrique Rojas: “el hombre light empezará a dejar de serlo cuando cultive en su interior la sabiduría clásica, el significado del mundo romano, el amor por las tradiciones y la vuelta al pensamiento cristiano”.

Además, según la Ley 198 de 1995, a diario debe izarse la bandera nacional y ubicarse el escudo patrio a la entrada principal de los edificios donde funcionen entidades públicas nacionales, departamentales, municipales y distritales; en las guarniciones militares y de policía, y en los establecimientos educativos; así como en las sedes de las misiones diplomáticas y consulares de Colombia en el exterior.

Según esa misma Ley, a las 6:00 a.m. y a las 6:00 p.m., los canales de televisión y las estaciones de radiodifusión y las que tengan programación parcial diaria, deberán emitir la versión oficial de la versión oficial del himno nacional de la República de Colombia.

Igualmente, debe izarse la bandera:

• En los días declarados de fiesta nacional por el Congreso o por el Ejecutivo.
• En los domingos y días feriados.
• En el día declarado para la fuerza respectiva y en el aniversario del cuerpo.
• Enlutado, a media asta, en los días declarados oficialmente como de duelo nacional.
• En el edificio del Ministerio de Defensa en los días de fiesta nacional de los países amigos.

Respecto al himno nacional, por su parte, la Ley que ló adoptó fue objeto de pronunciamiento por parte de la Corte Constitucional, a través de la sentencia C-469 de 1997, declaró exequible la Ley 33 de 1920 que lo adoptó y que en su artículo 1° decía: “Adóptase oficialmente como Himno Nacional de Colombia la letra que lleva ese nombre, compuesta por el señor doctor Rafael Núñez, y la música del maestro Oreste Síndici”.

Recordemos que la Corte Constitucional, mediante sentencias C-469 de 1997 y C-511 de 1997 indicó que

Los símbolos patrios —la bandera, el escudo y el himno— son la representación material de toda una serie de valores comunes a una Nación constituida como Estado. Por ello, estos símbolos se han considerado siempre como objeto del respeto y la veneración de los pueblos que simbolizan. Y por ello, también, la mayoría de las legislaciones del mundo los protegen, y sancionan su irrespeto como falta grave, a veces como delito.

Cosa contrario había ocurrido con la sentencia C-350 de 1994, por medio de la cual, conforme a la ley 1 de 1952, “se conmemora el cincuentenario de la consagración oficial de la República de Colombia al Sagrado Corazón de Jesús y se declara una fiesta nacional”, tuvo un pronunciamiento de inexequibilidad del artículo 2° por parte de la Corte Constitucional.

La norma que se excluyó del ordenamiento jurídico decía: “Artículo 2º. Cada año se renovará la consagración oficial de la República en análoga forma y en el día en que se celebra la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, la que será nacional a partir del año venidero, y se denominará de ‘Acción de Gracias’”.

También se estableció a través del decreto del 30 de mayo de 1942 que sólo por ese año se celebrara el 12 de octubre como “día nacional del árbol”, el cual desde 1943 se celebra el 29 de abril de cada año, para conmemorar la fecha en la cual el precursor don Antonio Nariño plantó el árbol de la libertad en la capital de la República. En esa misma administración presidencial, por decreto 1340 del 30 de junio de 1940, se creó el “día nacional de la flor”, y señaló para su celebración el segundo domingo de mayo, fecha tradicional de la conmemoración del día de la madre. La flor nacional de Colombia es la Cattleya Labiateae variedad Trianae, nombre dado en honor del naturalista José Jerónimo Triana.

Belisario Betancur también sería el encargado de sancionar la Ley 12 del 29 de febrero de 1984, que adoptó los símbolos patrios de la República de Colombia y sancionó la Ley 61 de septiembre 16 de 1985 que recogió como árbol nacional de Colombia la palma de cera del quindío o Ceroxylom Quindiuense, y aunque la ley sólo se expidió en 1985, ya en 1949 había sido escogido el árbol nacional en la comisión preparatoria del III Congreso Suramericano de Botánica, celebrado en Bogotá en 1949.

Un poco después fue aprobada la ley que elevó al cóndor de los Andes como parte de los símbolos nacionales, a través de una ley que fue promovida en los años ochenta del siglo XX por el representante por Boyacá Guillermo Mendoza, pero sobre la cual no pude encontrar la referencia exacta.

Un caso especial que incluye nuestra Constitución es el artículo 188, que crea como norma superior un símbolo de la unidad nacional: el presidente de la República: “Artículo 188. El presidente de la República simboliza la unidad nacional y al jurar el cumplimiento de la Constitución y de las leyes, se obliga a garantizar los derechos y libertades de todos los colombianos”.

Finalmente, otros símbolos de la nación son: la disciplina deportiva del tejo, declarado en las leyes 613 de 2000 y 1947 de 2019, como deporte nacional en todo el territorio, obligando a Coldeportes a su divulgación y fomento. Y por medio de la Ley 908 de 2004 se declaró como símbolo cultural de la nación el sombrero vueltiao zenú.

Sin embargo, debemos hacer un reconocimiento a la enseñanza de la historia de nuestra nación. Dicha ley tiene por objeto restablecer la enseñanza obligatoria de la historia como una asignatura independiente en la educación básica y media, con los siguientes objetivos: a) contribuir a la formación de una identidad nacional que reconozca la diversidad étnica y cultural de la nación colombiana; b) desarrollar el pensamiento crítico a través de la comprensión de los procesos históricos y sociales de nuestro país, en el contexto americano y mundial, y c) promover la formación de una memoria histórica que contribuya a la reconciliación y la paz en nuestro país.

Se busca también la iniciación en el conocimiento de la historia de Colombia y de su diversidad étnica, social y cultural como nación, y el estudio científico de la historia nacional, latinoamericana y mundial, apoyado por otras ciencias sociales, dirigido a la comprensión y análisis crítico de los procesos sociales de nuestro país en el contexto continental y mundial, poniendo énfasis en la memoria de las dinámicas de conflicto y paz que ha vivido la sociedad colombiana, orientados a la formación de la capacidad reflexiva sobre la convivencia, la reconciliación y el mantenimiento de una paz duradera.

Como complemento, se creó la Comisión Asesora del Ministerio de Educación Nacional para la Enseñanza de la Historia como órgano consultivo para la regulación del currículo y el desarrollo de los lineamientos curriculares para su enseñanza en la educación básica y media académica y técnica, la cual estará compuesta por un representante de las academias de historia reconocidas en el país; un representante de las asociaciones que agrupen historiadores reconocidas y debidamente registradas en el país; un representante de las facultades y/o departamentos que ofrecen programas de historia en instituciones de educación superior, escogido a través de las organizaciones de universidades; un representante de los docentes que imparten enseñanza de la cátedra de sociales con énfasis en historia en instituciones de educación básica y media, escogido a través de las organizaciones de maestros, y un representante de los padres de estudiantes de instituciones de educación básica y media, escogido a través de las asociaciones de padres de familia.

Ahora, los próceres míticos de nuestra patria, en el bicentenario, requieren ser reconocidos nuevamente como fundadores de la nacionalidad. Antonio Nariño, quien escogió Villa de Leyva para morir, es el bogotano más universal, pero también, como Jame Rook, el coronel irlandés, héroe del Pantano de Vargas, fallecido en Paipa y el araucano José Inocencio Chincá, Boyacá es la patria, porque ella les dio la sepultura.


Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Karla Beatriz Templos Nuñez