Tufillo estalinista*

Publicado el 22 de junio de 2020


Luis de la Barreda Solórzano

Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM,
email lbarreda@unam.mx

Hasta donde sé, nunca un presidente de la República había caído en un ridículo como el que, atónitos, hemos presenciado. El Presidente ordena a su vocero que lea ante los medios de comunicación del país un documento anónimo que se negó a publicar El Universal —un enviado de Presidencia le pidió que lo anunciara como hallazgo propio— porque ningún diario, ningún noticiero respetable, se hubiera prestado a una treta de esa calaña.

El libelo señala, en un tono de delación de un grave delito, que los partidos de oposición, gobernadores, alcaldes, medios, columnistas, intelectuales, empresarios, consejeros del Instituto Nacional Electoral (INE) y magistrados del Tribunal Electoral de Poder Judicial de la Federación (TEPJF) se están organizando para formar un bloque que en 2021 logre una mayoría parlamentaria que haga contrapeso al Poder Ejecutivo. Se dan los nombres de los columnistas e intelectuales.

Nadie sabe quién escribió el texto ni quién lo hizo llegar al Presidente. En todo caso, no es digno de la investidura presidencial aprovechar la privilegiada tribuna de las conferencias matutinas de prensa para darlo a conocer. No hay prueba o indicio alguno de que el contenido sea veraz. Cualquiera pudo haberlo elaborado, incluso alguien de las propias filas del equipo gobernante.

¿Qué se pretendió al ordenar que se le diera lectura?

Respecto de los partidos de oposición, gobernadores, alcaldes, medios, columnistas, intelectuales y empresarios, de ser cierto lo que se dice en esas páginas, no habría nada ilegal en que unieran fuerzas para que tales partidos obtuvieran la mayor parte de los escaños legislativos. El poder contrarrestando al poder para que el gobernante se vea precisado a escuchar posturas diversas a la suya, a dialogar, a negociar, para que no actúe como monarca absoluto.

Esa es la política, eso es el régimen democrático: no la dictadura de la mayoría que toma decisiones inconsultas e inobjetables, sino los argumentos para persuadir, los pactos, el entendimiento razonable. Organizarse para ganar las elecciones es perfectamente legítimo. Denunciar que los opositores o los inconformes con el gobierno se aprestan a fortalecerse mediante la unión para obtener el mayor número posible de votos equivale a que el entrenador o los partidarios de un equipo de futbol acusasen a los equipos con los que competirán en el siguiente torneo de estarse entrenando intensamente, de tener la intención de contratar buenos jugadores y planear una buena estrategia para ganar el campeonato.

El mismo partido del Presidente, Morena, se alió con otros partidos en las elecciones de 2018, en las que su candidato resultó vencedor. Nadie acusó a ese partido ni a ese candidato de estar urdiendo algo oscuro, reprobable. Hubiera sido, desde luego, una acusación ridículamente absurda. Las alianzas entre partidos existen en todas las democracias. A nadie se le podría ocurrir siquiera insinuar que son indebidas. Son perfectamente legales.

No obstante, y a pesar de que, como ha quedado dicho, se trata de un texto anónimo que no se sabe cómo llegó al Presidente, de inmediato los diputados de Morena publicaron un manifiesto de tufillo estalinista en el que, dando por cierto lo que allí se apunta, aseveran que “las elites… en los rincones más oscuros de la política, organizan ataques, impulsan la discordia y promueven el fracaso de nuestro país”. Les llaman “trúhanes” (sic, con acento) a quienes, según el documento, conforman el Bloque Opositor Amplio.

Estos desfiguros moverían a risa de no ser porque entre los enlistados se incluye a consejeros del INE y a magistrados de TEPJF, lo que, sin duda, es una clara y grotesca jugarreta para deslegitimar a estas instituciones, que son nada menos que los árbitros electorales. El INE ha llevado a cabo elecciones impecables, entre ellas la que le dio la presidencia a quien hoy la ocupa, pero éste, otra vez, tras la lectura del libelo, volvió a injuriarlo calumniosamente.

¿Qué se pretende? ¿Se prepara el terreno para acusar que hubo fraude electoral si los resultados de las elecciones del año próximo no favorecen a Morena, o, peor aún, para capturar al INE y al TEPJF como se hizo con la CNDH o desaparecerlos arguyendo que en una democracia en la que ya está gobernando el pueblo son innecesarias las elecciones? ¡Vade retro!


NOTAS:
* Se reproduce con autorización del autor, publicado en Excelsior, el 18 de junio de 2020: https://www.excelsior.com.mx/opinion/luis-de-la-barreda-solorzano/tufillo-estalinista/1388868

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