Mesoamérica viva: ciencia, arte y religión

Publicado el 6 de agosto de 2020


Jorge Alberto González Galván

Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM,
email jagg@unam.mx


No sé qué fue primero, si la palabra o la imagen. Mi hipótesis es que primero fue la imagen (en sentido contrario a la narrativa bíblica). Me baso en que el “registro” de la palabra fue a posteriori (como los niños): en la infancia de la humanidad la oralidad fue la reina de las costumbres y no la escritura (como ahora).

La expresión primera, ahora lo sabemos, como en el antiguo Egipto, fue la imagen, para quienes dibujar y escribir era la mismo. Esto viene a cuento porque el libro Palabra e imagen de Mesoamérica en el firmamento del siglo XXI, de Humberto Ortega-Villaseñor, nos remonta (y actualiza) a un quehacer humano inmemorial: al hacedor de símbolos. Ami Ronnberg nos recuerda, por ejemplo, que el ser humano de ayer y hoy utiliza la imagen como expresión de identidad, donde incluye una tabla de estambres hecha por huicholes (wirárikas) que representan el diluvio, junto a imágenes bíblicas y mesopotámicas (El libro de los símbolos. Reflexiones sobre las imágenes arquetípicas, Taschen, p. 51).

Hoy nadie pensaría que hay culturas superiores o inferiores, evolucionadas o atrasadas. Nos corresponde simplemente problematizar sobre sus originalidades, complementariedades y contradicciones. Hoy sabemos también que lo divino, sagrado, desconocido o innombrable y sus manifestaciones no son productos “inconscientes”, como todavía se cree (Signos y símbolos. Guía ilustrada de su origen y significado, Dorling Kindersley, p. 11), sino que son consecuencias del ejercicio dinámico de nuestra inteligencia emocional que siempre ha estado ahí para darnos una versión, con imágenes, primero, y luego con palabras de quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos; cómo comportarnos: qué evitar, qué hacer.

Los premios y castigos son históricos: dependiendo de quién y cómo los utilicen, seremos considerados como esclavos o sujetos de derechos. La Mesoamérica que el libro recupera nos habla de la concreción intuida de un orden que debe corresponder con lo que se observa en la naturaleza. Hay ciencia, diríamos hoy, pero también manipulación: no pienses, yo te explico, sólo obedece. Ésta ha sido, desafortunadamente, una constante de la humanidad, aquí y allá, ayer y hoy.

El fin de este libro no es hacer sociología ni ciencia política del poder: nos quiere abrir los ojos del pasado para ver el presente y sus maravillas. En su primer capítulo evoca la casa aislada (¿abandonada?) que habitamos, vista desde el cosmos, y su energía proyectada en el microcosmos: nahualismo, tonalismo, materializada en pinturas del autor y en poesía de Raúl Aceves Lozano, que como apunta Octavio Paz no aspiran a la verdad, sino a la resurrección del instante. Los libros de Carlos Castaneda son también el presente de esta tradición (“Las enseñanzas de don Juan…”).

En el capítulo segundo, el autor navega sin temor en un campo donde Miguel León Portilla y Alfredo López Austin abrieron brecha: la filosofía náhuatl, su arte religión y derecho. En el capítulo tercero nos habla de cómo el misticismo y la estética en manos del pintor-creador se ponen al servicio de una idea: propaganda de subsistencia (que ha existido y existirá). El capítulo cuarto nos lleva a las profundidades del ser y su laberinto: ¿quién soy y cuál es mi meta? Aquí Kierkegaard es la referencia. El cierre del capítulo quinto es un tobogán propio de los estudios de las culturas comparadas: recepciones e imposiciones, resistencias y sincretismos (Cristo/Quetzalcóatl, dioses vinculados como desafío intelectual).

La conclusión, como yo la entiendo, cuando se menciona la necesidad de “desesquematizar” la realidad, sería no tanto una ruptura, sino su resemantización, donde los significados se construyan de manera incluyente sin prejuicios culturocentristas: desafío vigente en el mundo y en México, ya que el reconocimiento constitucional de los derechos de los pueblos indígenas en un proyecto de nación pluricultural; este libro nos proporciona, para su desarrollo, elementos de salvación y discusión rigurosa y provocadora.


Ciudad de México, a 24 de julio de 2020


Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ignacio Trujillo Guerrero