Origen del “derecho de piso” en la obra de Mario Puzo
Publicado el 5 de agosto de 2020
Benito Ramírez Martínez
Profesor de tiempo completo titular “A”,
CULAGOS, Universidad de Guadalajara
benito.ramirez@academicos.udg.mx
@Benito_RamirezM
Introducción
En el argot delincuencial mexicano, adoptado en las notas periodísticas de “nota roja”, es común escuchar o leer la frase derecho de piso o cobro de piso, atribuyéndole el significado de una contribución o cuota monetaria que pandillas criminales exigen pagar a las personas que se dedican a los negocios legítimos a cambio de evitar ser molestados en su persona o en sus bienes; es decir, el llamado derecho de piso no es sino la manifestación más primitiva de una conducta delictiva conocida como extorsión o chantaje, que afecta principalmente a micro y pequeños empresarios que se encuentran desprotegidos por un sistema ineficiente e ineficaz de procuración de justicia en nuestro país.
Pudiera pensarse que el origen del concepto arriba mencionado se encuentra en el idioma castellano, en general, y en el uso lingüístico mexicano, en forma especial, aludiendo al derecho que alguien tiene para explotar una porción de suelo o para permitir su ocupación para desarrollar actividades de carácter económico, y que por dicha ocupación surge la obligación para otra persona de realizar un pago; sin embargo, a juicio de quien esto escribe, tal construcción gramatical tiene una génesis diferente y, adelantándome un poco en esta exposición, dicho origen es lejano para los mexicanos en el tiempo y el espacio, como se expondrá a continuación.
La literatura italoamericana
En principio, para encontrar el origen gramatical y el uso común del constructo derecho de piso debemos recurrir a la literatura; particularmente a la italoamericana, representada por su máximo exponente, Mario Puzo, quien, a través de la narración imaginaria de fenómenos gangsteriles atribuidos a grupos de delincuencia organizada surgidos en el segundo tercio del siglo XX, los cuales existieron realmente y se asentaron principalmente en la ciudad de Nueva York y mantenían importantes conexiones con la isla de Sicilia, escribió una serie de interesantes novelas que tratan sobre las dinámicas familiares y sociales de dichas organizaciones, así como sobre el carácter y los valores de los miembros de las famiglias mafiosas, identificados entre sí como hombres de honor (uomi d’onore) u hombres de respeto.
El Padrino
Para comprobar la afirmación anterior, empecemos por decir que en la obra cumbre de Mario Puzo, El Padrino, aparece textualmente la frase “Fari vagnari a pizzu” (“deberíais dejarme meter el pico”, traducción del propio autor) atribuida a Fanucci, un personaje del que se dice era miembro de una organización criminal italoamericana considerada “una rama de la Mafia que se dedicaba a extorsionar con amenazas a las familias y los comerciantes”, la cual era conocida como La Mano Negra (La mano nera) y que, en la trama novelesca, aborda al protagonista, Vito Corleone, para exigirle sutilmente una cantidad de dinero, amenazándolo con que, en caso de negativa, lo podría denunciar a la policía, pues tenía conocimiento de que Corleone obtenía importantes ingresos al formar parte de una pequeña banda de ladrones, la cual era integrada, además, por los célebres Peter Clemenza y Salvatore Tessio. Por dicha razón, Fanucci pidió a Vito “mojarse un poco el pico”; es decir, que compartiesen con él las ganancias obtenidas por sus actividades ilícitas (vagnari u pizzu).
En esta historia, Puzo puntualiza que la frase antes dicha era utilizada por la Mafia siciliana y que pizzu hacía referencia al pico de un pájaro pequeño, “como el de un canario”. Ahora bien, el autor de estas líneas asume que el término castellano “piso”, que literalmente alude al suelo donde, por ejemplo, se asienta una finca para desarrollar una actividad económica, no tiene relación alguna con las prácticas criminales de extorsión a las que se hizo mención más arriba, sino que dicha palabra, vinculada indebidamente a la existencia de un “derecho”, resulta ser un barbarismo lingüístico devenido de una similitud fonética con el vocablo siciliano pizzo o pizzu, y que la frase “Fari vagnari a pizzu” puede interpretarse literalmente como “deja mojarme el pico” o, dicho de manera metafórica: “dame una parte de tus ganancias para alimentarme”, lo cual implica una sutil extorsión, aderezada con la velada e intrínseca amenaza de que, si no se compartía esa porción de riqueza con el extorsionador, pudiera pararle perjuicios a la persona reticente y a su familia.
El Siciliano
En su libro El Siciliano, Mario Puzo hace una referencia indirecta al llamado pizzu, al describir al personaje Don Croce, un pezzonovante (pez gordo de la Mafia), diciendo “que no parecía un hombre que se ‘mojaba el pico’, es decir, que cobraba obligatoriamente un impuesto a todas las empresas comerciales de Palermo, sin descuidar siquiera los humildes tenderetes de la plaza del mercado”, con la cual queda evidenciado que “mojarse el pico” era una práctica delincuencial recaudatoria muy recurrida por los líderes de las organizaciones criminales de Sicilia, lugar de donde se importó el concepto que nos interesa, para luego ser utilizado por los gángsters italoamericanos.
Además, en el libro arriba citado podemos apreciar otro ejemplo de la práctica delincuencial de la extorsión, a través del cobro de lo que se podría llamar actualmente como derecho de piso, al dar lectura a un párrafo en el que se comenta que el referido Don Croce tenía celebrado un acuerdo de protección con el próspero Duque de Alcamo, por el cual éste pagaba a “los amigos de los amigos” (la Mafia) una “cuota” (pizzu) “para evitar que le robaran el ganado, le desvalijaran la casa o secuestraran a un miembro de su familia”.
El último Don
Puzo ejemplifica nuevamente el uso criminal del pizzu en el libro El Último Don; aunque, en este caso, con alguna variación, desprendiéndose de dicha obra que el cobro de una cuota o un impuesto ilegítimo era una práctica usual aun entre sus integrantes, al interior de las propias familias mafiosas, con el propósito de brindarles protección respecto a la persecución que la policía pudiese realizar en los negocios ilícitos de las famiglias, pues cada uno de los miembros de éstas tenían la obligación de entregar un porcentaje de sus ganancias ilícitas a los miembros más poderosos de su respectivo clan familiar (capofamiglia); o en el caso de que las familias criminales más débiles debían proporcionar una parte de sus ingresos a la familia más poderosa de la ciudad, a la manera de un tributo ofrecido a una especie de emperador romano, so pena de recibir un castigo ejemplar (la aniquilación o la muerte) en caso de engañar o ser sorprendido ocultando sus ingresos malhabidos. Esto se desprende de la lectura del párrafo en que Don Domenico Clericuzio, patriarca de la familia del mismo apellido, expresa su intención de retirarse del mando de su organización y dejar a su hijo Giorgio como su sucesor, mencionando que, siendo la familia más poderosa de Norteamérica, ofrecerán asesoría financiera y apoyos políticos a las demás familias; mediarán en sus disputas; protegerán el dinero de todos; pero, a cambio, exigen participar en las ganancias de todas las familias: mojarse el pico. Lo anterior se materializa al celebrar una reunión Don Clericuzio con diez jefes de la Mafia norteamericana, pidiéndoles “un cinco por ciento de comisión”.
Otro ejemplo de la utilización mafiosa del pizzu (derecho de piso) se encuentra en la misma obra antes dicha y se refiere a la conversación que tiene Don Clericuzio con un antiguo socio, Virginio Balazzo, a quien el Don le permite formar su propia familia, pero le impone como condición pagarle un tributo del diez por ciento de sus ganancias, haciéndole la siguiente advertencia: “Permíteme recordarte que seas cuidadoso con las cuentas. Al fin y al cabo yo no soy un representante del fisco y no puedo cobrarte esos tremendos intereses y multas que ellos imponen”; con ello, le advertía que el castigo por su deslealtad sería siempre la muerte.
Los Corleone
Una situación similar a la inmediata anterior se relata en la novela Los Corleone, la cual fue escrita por Ed Falco, quien retoma el género literario y las tramas criminales familiares iniciadas por Mario Puzo, relatando la historia de un poderoso jefe de una familia neoyorquina, Giuseppe Mariposa, quien amenaza a los demás capofamiglie con desatar una guerra en su contra si no se avienen a pagarle el quince por ciento de sus ingresos por todos los negocios legítimos e ilegítimos que posean. Al efecto, cuando el famoso Vito Corleone le pregunta a Mariposa cuál será el porcentaje que tendrán que pagarle todos los jefes de familia, éste les responde textualmente: “-Tengo un pico pequeño. Sólo pido mojarlo un poco”. Esto confirma nuevamente lo aquí sostenido: mojarse el pico (vagnari a pizzu) es exigir a otras personas que cedan una porción de sus ganancias, so pena de sufrir un castigo; en este caso específico, una guerra. Lo anterior significa, entonces, que hasta entre las familias mafiosas se exigía un “derecho o cobro de piso” para no exponerse a ser eliminadas del mapa criminal por una organización más poderosa.
Omertá
Otra manifestación más rudimentaria de lo que podríamos llamar el derecho de piso (vagnari u pizzu; mojar el pico) en la obra de Puzzo se puede leer en Omertá, al exponer las diferentes actividades legales por las cuales las coscas mafiosas más precarias cobraban cuotas a los habitantes de ciertas regiones de Sicilia, poniendo como ejemplo el cobro por autorizar a los jóvenes románticos para cantar serenatas en los balcones de sus amadas; la protección contra los perezosos e inútiles que robaban a los inocentes ciudadanos o la protección del ganado de los campesinos. Puzo explica que la palabra cosca se define como “la unidad básica de la mafia, (que) suele estar integrada por miembros de una misma familia… Una cosca suele centrarse en un determinado fraude organizado en un territorio determinado”.
El Padrino. El Regreso
Como colofón de la revisión literaria expuesta en este ensayo, ha menester citar la novela El Padrino. El Regreso, la cual, aunque tampoco es de la autoría de Puzo, también utiliza algunos personajes creados por éste, y en este libro se cuenta la historia de Nick Geraci, un soldado de la familia Corleone, que se encontraba bajo la autoridad (regime) de Salvatore Tessio y era un eficiente recaudador del derecho de piso (vagnari a pizzu) para sus superiores, cuya táctica más brillante era exagerar el producto obtenido por sus actividades ilícitas, entregando no el cincuenta por ciento a sus jefes, sino el setenta por ciento, lo cual, a la larga, le podría redituar mayores beneficios, tales como ascender más rápidamente en la estructura de la familia criminal y, como consecuencia de ello, tener bajo su mando a otros “soldados” que, a su vez, le tendrían que entregar el cincuenta por ciento de sus ilegales ganancias. Esto lo hizo convertirse prontamente en miembro de pleno derecho (uomo d’onore: hombre de respeto) de la familia Corleone, mediante el tradicional ritual de iniciación mafioso. También se cuenta que Geraci empezó a extorsionar a contratistas y luego a hombres de negocios adictos al juego o a la defraudación, por ejemplo, en cuyos casos, la intimidación era un arma más poderosa que los golpes o las armas de fuego para cobrar el pizzu.
El pizzo
Por último, para corroborar la tesis expuesta en este trabajo respecto al origen de la ya coloquial frase mexicana derecho o cobro de piso, utilizado en los medios de comunicación masiva, merece una especial mención lo tratado en un artículo de Internet, publicado en la página electrónica de la enciclopedia de contenido libre Wikipedia (la cual resulta cuestionada como una fuente de consulta confiable debido a la carencia de un adecuado rigor científico, resulta útil para el propósito exploratorio descriptivo de este trabajo), en el que se explica que el concepto pizzo es una variación de la ya conocida palabra siciliana pizzu, que se refiere al pico de un ave pequeña, como ya se dijo líneas arriba; también se señala que “en el sur de Italia, el pizzo es una forma de extorsión a los comerciantes locales por parte de las mafias italianas, por lo general bajo coacción; también se le denomina ‘protección’”.
Sigue diciendo el artículo en cuestión lo que ya habíamos comentado en el sentido de que en el dialecto siciliano “fari vagnari u pizzu” significa pagar por obtener “protección” de grupos de delincuencia organizada alineados a las famosas Cosa Nostra siciliana, la 'Ndrangheta calabresa o la Camorra napolitana.
Un interesante dato que aporta el artículo que se comenta se refiere a que el derecho de piso podría tener como explicación histórica el derecho que se atribuía a los capataces para apoderarse de una parte de la cosecha de los campesinos (fari vagnari u pizzu); esto es, este cobro implicaría la celebración de una especie de contrato ficto de aparcería rural de tipo agrícola, como se contempla en la legislación civil federal mexicana.
Asimismo, en el material que se comenta se continúa diciendo que el pago del pizzo también podría ser cubierto en especie, lo cual sucedía, por ejemplo, obligando a una empresa legítima a contratar a una persona relacionada con una organización delictiva o a prestar gratuitamente servicios obligatorios a empresas controladas por la mafia o a subcontratar empresas controladas por grupos delincuenciales, con la consiguiente amenaza de que, en caso de negarse a ello, dichas empresas legales podrían sufrir atentados a sus instalaciones, como sería el caso de incendios intencionales.
Se dice también que como contraprestación del pago del pizzo, las empresas sujetas a este tipo de extorsión tendrían derecho a recibir servicios de “protección” y podrían solicitar ayuda a los grupos criminales para reducir el tiempo al realizar algunos trámites burocráticos o resolver disputas con otros empresarios rivales, siendo ésta una forma de establecer interacción con los habitantes y controlar su espacio geográfico de influencia (territorio).
Conclusiones
Como conclusiones de esta revisión literaria se puede postular lo siguiente: Primera: las frases mexicanas derecho de piso o cobro de piso, a juicio de quien esto escribe, tienen su origen en la obra literaria de Mario Puzo, como una variación fonética del vocablo siciliano pizzu o pizzo, al desprenderse la anterior expresión de varias de sus obras (El Padrino, El Siciliano, El Último Don, Omertá), con la cual se identificaba una práctica criminal recurrente que consistía en obligar a ciertas personas con actividades lícitas o ilícitas a desprenderse forzosamente de una porción de sus ganancias, mediando una amenaza velada o expresa de sufrir un daño en su persona o en sus bienes en caso de negativa, lo cual en el dialecto siciliano se dice “fari vagnari u pizzu” y equivale a la expresión “deja que me moje el pico”. Este tipo de situaciones no representan otra cosa sino actos de extorsión o chantaje, que han sido, hasta el tiempo actual, una forma muy arraigada de obtener ingresos por parte de los grupos criminales, lo cual se puede considerar casi como una ilegítima tradición en las sociedades devenidas de la cultura occidental de origen románico, que tiene una manifestación muy peculiar en el contexto socioeconómico mexicano, conocida popularmente como derecho de piso o cobro de piso.
Segunda: otros autores, herederos del género y las tramas literarias de Puzo, como Ed Falco y Mark Winegardner, reeditan las historias mafiosas en sus libros Los Corleone y El Padrino. El regreso, respectivamente, ilustrando idénticas situaciones a las narradas por Puzo, en cuanto a que entre las mismas familias pertenecientes al crimen organizado italoamericano se hacía uso del cobro de piso (pizzo) como una forma de intimidación de las familias más poderosas sobre las más débiles, con la finalidad de exigir una especie de contribución forzosa para evitar una guerra que podría dar lugar a la eliminación de estas últimas.
Tercera: el derecho de piso o cobro de piso (pizzo) también se aplicó al interior de las familias mafiosas italoamericanas entre sus miembros, consistiendo también en un tributo monetario que se debía ofrecer obligatoriamente al jefe del clan familiar mafioso, como si se tratase de un emperador romano, que consistía en el pago de un porcentaje de las ganancias obtenidas con motivo de la realización de actividades ilícitas, como las apuestas, la prostitución, los juegos, la extorsión, la usura, el secuestro, el manejo de los sindicatos, el narcotráfico, etcétera.
Desfassiaux, Alejandro (2019), “Derecho de piso, un delito sin control en el país”, Alto Nivel, disponible en: https://www.altonivel.com.mx/opinion/derecho-de-piso-un-delito-sin-control-en-el-pais/ (fecha de consulta: 18 de junio de 2020).
Falco, Ed (2014), Los Corleone, México, Editorial Planeta Mexicana.
Puzo, Mario (2009): El Siciliano, Barcelona, Ediciones B.
Puzo, Mario (2009): El Último Don, Barcelona, Ediciones B.
Puzo, Mario (2014), El Padrino, Barcelona, Ediciones B.
Puzo, Mario (2019): Omertá, México, Penguin Random House.
Revilla, Eduardo, “Derecho de piso ¿deducible de impuestos?”, Deloitte, disponible en: https://www2.deloitte.com/mx/es/pages/dnoticias/articles/derecho-de-piso-deducible.html (fecha de consulta: 18 de junio de 2020).
Wikipedia. La enciclopedia libre, “Pizzo (mafia)”, disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Pizzo_(mafia)#La_%22mayor_empresa%22_de_Italia (fecha de consulta: 16 de junio de 2020).
Winegardner, Mark (2006), El Padrino. El regreso, Barcelona, Planeta.
Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ignacio Trujillo Guerrero