Educación ambiental, una filosofía de vida

Publicado el 24 de septiembre de 2020

Jairo David Rojas Rodríguez
Universidad La Gran Colombia
email Jairo.rojas@ugc.edu.co

Cuando se toca el tema sobre el medio ambiente hoy día, lo primero que pasa por la mente del hombre es quizá los mismos cambios que se han venido presentando desde hace un tiempo en situaciones puntuales, como el cambio climático, la producción de los alimentos y la misma genética, entre otros.

Considero pertinente, entonces, titular este artículo “Educación ambiental, una filosofía de vida”, dada las circunstancias presentadas entre el comportamiento del hombre desde una ética del cuidado y la realidad de nuestro contexto, ya que los cambios desenfrenados que hemos tenido que presenciar últimamente dejan en claro la posición de poca importancia con nuestro entorno; ante esto se hace evidente el egoísmo que existe entre la condición humana y la naturaleza.

Por tanto, para poder pensar en realizar un cambio de mentalidad en la humanidad, es oportuno revisar la “educación” de cada uno de sus habitantes y el papel que éste desempeña en el ambiente, ya que este último es el encargado de acoger al hombre en su territorio y brindarle con ello la oportunidad de cuidarlo y conservarlo, como lo planteará Jorge Riechmann al hacer referencia a la autocontención, en su obra titulada Trilogía de la autocontención, lo cual quiere decir que se deben tener en claro cuáles son nuestros límites frente a la relación hombre-naturaleza.

Por otro lado, realiza su aparición la categoría “filosofía de vida”, la cual se convierte en el eje articulador dentro del ecosistema y su conservación, ya que el hombre mismo, al igual que cada uno de los reinos que lo conforman (vegetal, animal y mineral), contribuyen a incrementar las posibilidades de un pensamiento positivo hacia un cambio de conciencia en los seres humanos y allí saber cuáles acciones logran tener un impacto benéfico en el colectivo.

Dentro de este juego de roles, también está la “corresponsabilidad”, la cual contribuye a una confrontación directa de las acciones ejecutadas del hombre frente al ambiente y, sobre todo, de la manera en que está administrando los recursos que la naturaleza misma le provee. Teniendo en cuenta el accionar de estos tres momentos, podemos direccionar el contenido de este artículo de reflexión, argumentando su efecto con la postura de autores como Edgar Morin desde su obra La vía, donde presenta una ruta de trabajo y, en especial, las vías ecorreformadoras, que buscan estructurar un conocimiento acerca del desarrollo del ambiente y sus cuidados, para que éste pueda estar mucho más tiempo entre nosotros.

Finalmente, estas líneas tendrán negrilla y mayúscula con el planteamiento que hace José Luis Velázquez en su escrito, a partir de la postura de Charles Darwin y el sentido moral, en donde es evidente que existe una crisis de moralidad en la condición humana y, por qué no decirlo, también hay crisis en la relación hombre-medio ambiente, lo cual hace que nuestra realidad esté bastante comprometida y perjudicada. Entonces, la pregunta con la que se pudiera encerrar este trabajo podría ser la siguiente: ¿hasta cuándo la madre tierra, la conocida como pachamama, aguantará el mal trato de la condición humana?

Cuando se piensa en compromiso, se debe hacer referencia a la dedicación, la calidad y el bienestar de sacar un proyecto adelante, esto inicialmente por la persona misma y posteriormente por el contexto o el medio en el cual dicho trabajo debe de obtener reconocimiento o buenos resultados según el caso.

Por tanto, cuando se establecen parámetros de educación con el lugar que nos acoge, como lo es el planeta, lo debemos de tener presente en el panorama como algo valioso y en donde este proceso de formación debe insistir constantemente en cuidar, respetar, conservar y sostener a cuanta especie lo habite. Aquí, la enseñanza podrá servir como vehículo transportador de conocimiento frente a la manera adecuada de cuidar el planeta y en donde este proceso de aprendizaje debe arrojar resultados positivos, el cual, a su vez, debe ser una herramienta para que la condición humana logre tomar de una manera práctica conciencia por el cuidado que debe existir en nuestro entorno.

Ante este tema tan controversial y del cual se busca generar una filosofía de vida, es oportuno traer como referencia un reportaje presentado en el periódico El Tiempo el 22 de abril de 2017, donde se conmemora el Día de la Tierra y el cual presenta algunos datos para entender la crisis ecológica del planeta. Después de leerlo, cabe resaltar, cuando se piensa en educación ambiental, la falta de sentido de pertenencia de parte de los habitantes de este planeta, dado que existen personas que no tienen reparo alguno con botar basura en los lugares indebidos; quizá, el manejo inadecuado de algunas industrias, el cuidado de la vida silvestre, la deforestación, el tratamiento que se le está haciendo a los envases de plástico y muchas otras cosas más hacen que hoy desafortunadamente se hable de crisis en la relación hombre-naturaleza y donde existe también una ausencia determinada de la presencia del Estado en sus múltiples facetas, a las cuales les cuesta mitigar el impacto ambiental debido a la presencia de intereses particulares y así ofrecer posibles soluciones a establecer un cambio de mentalidad.

Es, pues, donde Riechmann expone su argumento con relación al compromiso desde de una ética de los límites y propone construirla, en primer lugar, desde una teoría de los derechos humanos, basada en la teoría de las necesidades en la línea de Amartya Sen y Martha Nussbaum, que debería de garantizar el derecho a las personas (Riechmann, 2000: 259).

Con este referente se puede poner en conocimiento dos tipos de educación: la individual y la colectiva. Así, el problema sobre la destrucción lenta del medio ambiente puede ir encontrando una posible solución, en primer lugar, porque cabe la confrontación individual, la cual busca revisar las acciones que cada individuo tiene con su entorno, ya que quizá la condición humana está constantemente en función del otro (lo que hace), para así poder tener justificación de sus actos.

En cambio, en la educación colectiva entran a jugar un rol bastante importante las acciones de empresa, debido a que dichas acciones ya tienen un componente de interés particular y donde el factor económico es el que predomina, pues las licencias de funcionamiento y otros arreglos son solucionados por el dinero, que todo lo arregla.

Así, familiarizándonos un poco más con el trabajo realizado en estas líneas por los autores mencionados sobre su preocupación en la relación hombre-naturaleza, proponen entonces la existencia de una ética biocéntrica moderada e individualista como posible solución a esta problemática, donde aquélla no debe ceder a tentaciones holísticas ni completamente igualitarias y desde allí apoyarse en algunos avances legislativos y en cuatro grandes medidas, como lo son la forma de explotación de los animales; el salvaguardar la vida salvaje y el cuidado en los ecosistemas, buscando así un equilibrio entre la vida humana y la vida natural; el restringir la experimentación con animales y una protección especial para con los monos de avanzada inteligencia y sensibilidad (Riechmann, 2005: 259).

Teniendo en cuenta lo anterior, es oportuno pensar en que sí es posible la solución a esta problemática; sólo es cuestión de trabajar en un modelo de educación ambiental basado en una filosofía de vida, el cual deberá responder a la lógica del hombre en su medio mediante el uso de la razón y el argumento que permitan establecer políticas públicas claras, precisas y contundentes que a través de su desarrollo permitan observar unos resultados positivos, y así poder dejar establecido un criterio básico de educación ambiental como filosofía de vida para las generaciones venideras.

Se busca, entonces, que este artículo sirva como apertura a un cambio de mentalidad en sus lectores, y desde allí generar la presencia de un horizonte diferente acerca del sentido que se les pone a las cosas y, si cabe la expresión, un llamado urgente a la coherencia, la cual debe existir con relación a la educación frente a los temas ambientales como compromiso, ya que allí se brinda el conocimiento de la manera en que se debe actuar.

Por ello, es importante aclarar cuál es el sentido de la relación hombre-naturaleza; así, dicha relación tiene la motivación más especial que exista y la cual consiste en cuidar, respetar y conservar el hábitat, ya que este mismo permite al hombre realizar un ejercicio de sensibilización poniéndose en los zapatos del otro y estar por un momento en el pensamiento y en el sentir del otro lado, y desde allí poder construir un espacio adecuado en el que no se debe destruir el entorno.

También en línea del sentido cabe resaltar el agradecimiento que debemos tener con respecto a los productos que la tierra pone al servicio del hombre y que éstos, a su vez, sirven como sostenimiento en la cadena alimenticia; debido a esto, cada aporte que se realiza desde los diferentes frentes debe estar en sintonía de mejorar la relación hombre-naturaleza y permitir así la entronización de una filosofía de vida, la cual debe ser adoptada por el hombre de manera inmediata.

Del mismo modo, se puede resaltar el tema de la corresponsabilidad en dicha relación y con la cual se busca delegar los diferentes roles en los que la condición humana tiene deberes con respecto a la madre naturaleza, los cuales radican en saber cuidarla como una piedra preciosa, que hay que pulirla y sacarle brillo en cada momento especial y así lograr lucirla; pero también es oportuno pensar en que se le debe respetar y no abusar de ella, ya que los recursos que ella misma produce son fundamentales para poder pensar en un desarrollo, el cual debe ser equilibrado y buscar reinvertir en el mismo cuidado para con esta misma.

Seguido de esto, es necesario tener en cuenta la administración de los recursos y donde la parte legislativa en algunos episodios hace caso omiso de poner en cintura a grandes empresas que únicamente explotan la tierra y no destinan una parte de los múltiples dividendos a su mantenimiento y posterior conservación.

En sintonía con el artículo, Morin realiza un significativo e importante aporte al tema en cuestión y lo realiza exponiendo esta problemática desde los inicios de la sociedad, en la cual ya existía una organización que, incluso, se veía desde la era arcaica, y donde esta misma debe resistir una amenaza, quizá por la misma ansia de poder del hombre mismo o por no tener la visión de futuro en donde muchas de las situaciones actuales se hubieran podido evitar. Claro que se podría pensar con lo anterior que los avances se convertirían en el enemigo número uno de la raza humana o tal vez se debería tener certeza de la manera en que se están manejando dichos avances (Morin, 2011: 77-90).

A lo anterior, presenta su propuesta con alternativas para conservar el lugar donde habitamos: inicialmente parte de cómo se está viendo el mundo, qué desarrollo ha podido tener, qué influencias han podido ejercer sobre él y qué características son las que fundamentan su existencia.

También referencia la normatividad existente para poder controlar desde allí la parte legal; esto quiere decir que la existencia de las políticas públicas en muchas ocasiones no es tomada en cuenta como debería ser. Lo que busca esto es poder tener una voz que sea escuchada.

Así, temas como el transporte, el hábitat, lo sostenible, el agua, la naturaleza y, sobre todo, el escenario del campo y la ciudad han sido estructurados por Morin como elementos sustanciales, en los cuales hay que fijar nuestra atención y respaldar las soluciones que puedan existir frente al cambio de ambiente, ya que la condición humana hoy día está fijada en cosas efímeras que tienen fecha de vencimiento y quizá pocas personas hayan encontrado el verdadero sentido de lo que es cuidar el planeta.

Finalmente, Darwin va a proponer como alternativa una explicación del origen de la moral, apoyándose en los dos argumentos centrales de su teoría sobre el origen de las especies: el argumento de la ascendencia común y el argumento de la selección natural. El argumento de la ascendencia común cuestiona el lugar privilegiado que le han concedido al ser humano distintas tradiciones religiosas y una innumerable cantidad de filósofos (Velázquez, 2003: 86).

Aquí, estas líneas sirven como punto de partida a dos caminos en los cuales esta relación entre hombre-naturaleza es cuestión de conciencia y, sobre todo, una conciencia moral, en la que existen normas y las cuales están para regular el comportamiento del hombre frente a su entorno, y a partir de esto argumentar la postura de la construcción de un modelo en educación ambiental como filosofía de vida, donde este estilo tiene como propósito organizar una sana convivencia y que se vea implementado en una determinada comunidad.

Por su parte, el argumento de la selección natural, complementario del argumento de la ascendencia común, es el que le sirve para explicar que los seres vivos no son el resultado de ninguna fuerza sobrenatural o producto de la habilidad de un diseñador inteligente, sino que son el resultado de la adaptación de las especies a las presiones medioambientales y la constitución hereditaria de los individuos supervivientes (Velázquez, 2003: 86).

Quizá es tener presente la facilidad o dificultad de adaptación al medio, el cual tiene sus propias características y con las cuales el hombre mismo debe aprender a convivir. Es allí donde el modelo de enseñanza práctico que se mencionó en párrafos anteriores hace su aplicación y refuerza el sentido de pertenencia del hombre por su hábitat y todo lo existente ahí.

Debido a esto, es oportuno pensar en que la toma de conciencia por parte del hombre debe ser algo innato, ya que el simple hecho de tener un lugar donde poder desarrollar sus habilidades es vital para su compromiso de conservar, respetar y cuidar el sitio prestado, pues el hombre mismo allí se convierte en un administrador.

También es importante tener en cuenta que, como en su momento lo hiciera Aristóteles, Darwin sostiene que el lenguaje es un rasgo enteramente peculiar del ser humano, representa una ventaja evolutiva y es el exponente de su superioridad intelectual (Velázquez, 2003: 90).

De ahí que toda actividad que se genere en pro de salvaguardar la naturaleza es fundamental apoyarla y pensar que cobra sentido el significado mismo de la palabra “filosofía” (amor a la sabiduría), donde se debe enfocar a que cada espacio de la naturaleza misma contribuye a poseer sabiduría y, además, generar una sabiduría de vida (cómo debemos comportarnos en estos escenarios) para no dañar esta relación de intercambio entre lo que nos puede aportar la misma naturaleza, que es la vida, y nosotros realizar su cuidado adecuado.

Quizá se puede pensar que este artículo de reflexión, una vez leído, comprendido, procesado y aplicado, sirva como una herramienta más a ese llamado que la tierra hace a gritos de ayuda. A manera de cierre, se podría decir que a la relación hombre-naturaleza le hace falta un ingrediente fundamental: el lenguaje, el cual no necesariamente tiene que ser verbal, pero que sirve para estrechar vínculos, en donde se deben proporcionar resultados positivos para no perder la esperanza de generar una contribución generosa a la construcción de un mundo mejor a partir de una filosofía de vida enmarcada en una educación ambiental.

Bibliografía

Riechmann, Jorge (2000), Trilogía de la autocontención, Madrid, Los Libros de la Catarata.

Morin, Edgar (2011), La vía: para el futuro de la humanidad, Barcelona, Paidós.

Velázquez, José Luis (2003), Darwin y el sentido moral, Universidad Autónoma de Madrid.


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